Más de 35 millones de brasileños acataron la huelga general convocada para este viernes por la Central Única de Trabajadores (CUT) y otras siete organizaciones sindicales contra las reformas de Michel Temer.
La medida tuvo lugar dos días después de que la Cámara de Diputados aprobara una polémica reforma laboral que atenta contra los intereses de los trabajadores y ahora pasa al Senado, y fue acompañada por movilizaciones que en ciudades como Sao Paulo, Porto Alegre y Río de Janeiro recibieron gases lacrimógenos, bombas de aturdimiento y sprays pimienta por parte de la policía, según los diversos despachos. Una también criticada reforma de pensiones que afectará a los jubilados espera su turno en la cámara baja.
El presidente de la Central Única de los Trabajadores (CUT), Vagner Freitas, estimó que la huelga fue mayor a la realizada en 1989, cuando 35 millones de trabajadores dejaron de trabajar, citó PL, criterio al que se sumaron analistas.
El movimiento sindical y el pueblo brasileño están haciendo historia, afirmó el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien consideró que este resultado representa una concientización del pueblo brasileño en relación con las reformas implementadas por el usurpador Temer.
Ni los domingos las ciudades tienen un tránsito tan ligero, comentó Lula en alusión al escaso movimiento en las calles, lo cual interpretó como una clara demostración de que las personas decidieron paralizar (el país) en protesta contra la retirada de derechos, las reformas laboral y jubilatoria, el desempleo y la reducción salarial, comentó el despacho. La medida no solo fue seguida por los trabajadores y contó con el respaldo de estudiantes universitarios, secundaristas y sus profesores; amas de casa, empleados de pequeños comercios, las mujeres, y movimientos populares y sociales como Mujeres negras contra el racismo, Brasil Popular y Pueblo sin miedo, así como diversas comunidades religiosas; la víspera, la Iglesia había manifestado su respaldo a la convocatoria.
La reforma no va a pasar, La reforma va a caer, decían algunas de las telas enarboladas por los muchos que en las distintas ciudades se fueron a las calles junto con el paro, y según podía leerse en fotos socializadas en Twitter y publicadas por el sitio Brasil de Fato, que siguió minuto a minuto las incidencias.
La exmandataria Dilma Rousseff utilizó las redes sociales para destacar que el amplio respaldo evidenció que «el pueblo brasileño es valiente». La movilización en defensa de los derechos laborales y del sistema de pensiones une a los trabajadores y muestra la fuerza de su resistencia, agregó.
La huelga se constató fundamentalmente en el transporte, aunque también fue seguida por los gremios magisterial y bancario; por los vigilantes, servidores públicos, los trabajadores de la limpieza urbana y de los correos, así como el sector petrolero. De acuerdo con la CUT, la adhesión en diversas unidades de Petrobras fue del ciento por ciento. Seis refinerías, igual cantidad de terminales de distribución y 26 plataformas de la cuenca de Santos se paralizaron, reseñó PL. Según Brasil de Fato la protesta tuvo seguimiento principalmente en Sao Paulo, en Río de Janeiro, Belo Horizonte, Fortaleza, Curitiba, y prácticamente en todas las grandes ciudades del país.
Para Nivaldo Santana, vicepresidente de la Central de Trabajadores y Trabajadoras de Brasil, la huelga es histórica y puede representar un cambio de ruta en el país, un punto de inflexión a partir del cual los trabajadores pueden tener mayor protagonismo, estimó.
La medida es la primera de la historia reciente con tan amplia y unitaria convocatoria y seguimiento, y tiene lugar cuando apenas el cuatro por ciento de la población respalda la gestión neoliberal de Michel Temer, según una encuesta de la firma Ipsos, dada a conocer poco antes de la movilización.
diariodeoctubre
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