Los señalamientos de "golpe de Estado" están a la orden del día. Mientras la oposición acusa al gobierno de Maduro de romper el "orden constitucional", el chavismo denuncia a la derecha de lo mismo por haber aprobado un acuerdo parlamentario que desconoce al Presidente y anula dos poderes.
Para cualquier lector, la situación venezolana puede ser desconcertante. La acusación de golpe de Estado la hacen por igual el chavismo y la oposición, pero ¿quién tiene la razón?
El conflicto más recinte viene a raíz de la convocatoria a referendo que ha tratado de activar la oposición en contra del Presidente Nicolás Maduro. En el proceso de recolección del 1% de las firmas, que da arranque a la solicitud, el chavismo denunció que más de 600.000 de las rúbricas eran fraudulentas.
Ocho tribunales penales de varios estados del país determinaron que en la recaudación de firmas hubo irregularidades, entre las que constan las "rúbricas" de ciudadanos fallecidos, de menores de edad e imputados por delitos graves que, por ende, inhabilitados para participar en política.
Por esa razón, el Consejo Nacional Electoral (CNE) resolvió la semana pasada paralizar "hasta nueva orden judicial" la segunda fase del referendo, que consistía en la recolección del otro 20% de las firmas del padrón -estado por estado- y que iniciaría este miércoles.
Golpe a golpe
Para la oposición, la resolución del Poder Electoral constituyó un "golpe de Estado" orquestado por el Presidente Nicolás Maduro. El primer espaldarazo que recibió esa postura de la derecha fue de parte del gobierno de EE.UU. que, a través de su vocero John Kirby, acusó al CNE de privar "a los ciudadanos venezolanos de la oportunidad de dar forma al rumbo de su país".
El domingo, la derecha en el parlamento convocó a una sesión extraordinaria que resolvió, entre otras cosas, abrir un "juicio político" a Maduro, a quien consideran "golpista; solicitar la intervención de la "comunidad internacional"; desconocer a los miembros del Poder Electoral y Judicial; llamar a las Fuerzas Armadas a la subversión; y acusar al Presidente por "abandono del cargo", aunque el mandatario se encuentra en una gira para la defensa de los precios del petróleo.
La reacción del chavismo fue inmediata. Un grupo irrumpió en la sesión como muestra de rechazo al acuerdo y varios de sus dirigentes denunciaron a los diputados de derecha de intentar un golpe palamentario como los perpetrados en países como Honduras, Paraguay y Brasil.
"Este es un intento chimbo, burdo, de copiar el golpe de Estado que ocurrió en Brasil, en Paraguay y en Honduras", denunció el diputado socialista, Héctor Rodríguez. Para el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Diosdado Cabello, la sesión del parlamento no fue más que un "show".
¿Y ahora qué?
Para este martes, la derecha venezolana ha convocado a una sesión que tiene como punto único la "evaluación y determinación de la situación constitucional de la Presidencia de la República", con el que pretenden iniciar un "juicio político" al mandatario venezolano.
Sin embargo, la Constitución no faculta a la Asamblea Nacional para realizar ese tipo de acciones unilaterales en contra del Presidente. Para poder efectuar un "juicio político", el Parlamento necesita la anuencia del TSJ, una instancia que insiste en desconocer.
Hace poco más de un mes, la Asamblea Nacional se declaró en desacato. El diputado de derecha y presidente del parlamento, Henry Ramos Allup, afirmó que haría caso omiso a cualquier decisión del TSJ. Esta situación, de acuerdo al artículo 138 de la Constitución, hace que todos los actos del poder legislativo sean írritos.
El chavismo ha prometido hacer grandes movilizaciones en respaldo a Maduro. En una rueda de prensa convocada este lunes por el Psuv, Cabello anunció los puntos de la marcha del martes, pero no adelantó los del miércoles, el día que la oposición ha dicho que hará la "Toma de Venezuela" para exigir la realización del referendo.
"Ellos (la oposición) no dicen dónde se van a concentrar y nosotros tampoco", enfatizó Cabello, en una respuesta soslayada a los llamados que el vocero de derecha, Henrique Capriles, ha hecho a los sectores que adversan a Maduro: "La toma de Venezuela en defensa de la Constitución va el miércoles 26 e iremos a donde tengamos que ir, no se descarta Miraflores", escribió el gobernador de Miranda en su cuenta de Twitter.
Vía del diálogo
En medio de los ánimos caldeados, el chavismo ha propiciado una mesa de diálogo con algunos voceros de la oposición. La tarde de este martes, Jorge Rodríguez -miembro del buró político del Psuv- adelantó que las conversaciones arrancarán con la mediación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
El primer encuentro oficial será el próximo 30 de octubre en la isla de Margarita, anunció el representante del Vaticano, Emir Paul Tscherrig. El objetivo, recalca AVN, es "establecer una agenda de diálogo entre el Gobierno Nacional y sectores de la oposición, en aras de consolidar la paz en el país".
La decisión se anunció después de un encuentro en Caracas entre los expresidentes de España, José Luís Rodríguez Zapatero; Panamá, Martín Torrijos; y República Dominicana, Leonel Fernánde, quienes impulsan la iniciativa, junto a representantes del gobierno nacional, y el secretario general de la alianza de partidos de derecha, Jesús Torrealba.
Al final de la jornada, el presidente Nicolás Maduro -entrevistado en el canal del Estado- aplaudió el próximo acercamiento: "Llamo a todos los venezolanos a que apoyemos esa mesa de diálogo por la paz", dijo desde Roma, donde sostuvo una reunión con el Papa Francisco después de su "gira relámpago" por los países petroleros para tratar de animar las cotizaciones del crudo.
Suspicacias
Pese a los anuncios, la desconfianza entre gobierno y oposición atenazan el diálogo. Cabello reiteró este martes que las conversaciones serán "difíciles" porque, a su juicio, "ninguno de ellos (los voceros de derecha) tiene palabra".
Entretanto, Ramos Allup aseguró que "no hubo reuniones con el sector gubernamental" sino encuentros "por separado para explorar las posibilidaes de un eventual diálogo". Lo cierto es que, por ahora, el tono entre ambos sectores ha bajado algunos decibeles.
"Hoy hablaron mesuradamente, con calma, no con la arrogancia del día de ayer porque el pueblo les dio una lección", apunto Cabello. Y en parte es cierto. El presidente de la Asamblea Nacional dejó de lado su habitual tono beligerante y dijo, citado por El Universal: "o vemos cómo arreglamos las cosas o vamos a terminar matándonos".
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