Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull, cree que en otra época hubiera estallado una revolución ante el fuerte incremento de la desigualdad, las elevadas tasas de paro y el desmantelamiento del Estado de Bienestar que se está presenciando hoy en varios países de Occidente.
Becerra explica en La Carta de la Bolsa que durante los años previos a la crisis se quiso tapar una situación insostenible mediante el crédito, "los salarios ya no daban más de sí, y el plástico daba para lo que daba. Había que ir mucho más allá, y se fue: el último nicho que quedaba para hacer negocio era la parte de la población -pobre o casi- a quien nadie le daba un crédito; y se le dio, y se tomó como base algo imprescindible: la vivienda", explica el catedrático.
Se crearon burbujas de crédito, en el mercado de la vivienda, en el del renta variable... Todas ellas estallaron entre 2007 y 2008 con la consecuente crisis económica, "cuando todo aquello acabó lo que quedó fue una enorme masa de población hiperendeudada; un montón de empresas que se les acabó el recorrido y también endeudadas; unos bancos cargados de porquería", sostiene Becerra.
Tras la crisis, "las políticas cambiaron porque había que salir de la crisis: 'Consolidación fiscal' y 'Reformas estructurales' fueron, son, las medicinas curalotodo: recortes de gasto público y deconstrucción del modelo de protección social; a la vez que se rescataron bancos y entidades que-no-podían-quebrar porque hubiese sido el fin del mundo", asegura el economista catalán.
Becerra sentencia que "en un escenario como ese los soportes desaparecen, los amortiguadores se bloquean,
los pobres son más pobres y los muy ricos mucho más ricos porque tienen posibilidades de moverse, porque saben hacerlo y porque las legislaciones les bendicen; y, obviamente, la desigualdad aumenta".
"Si estuviésemos en 1830 ya habría estallado una revolución", asegura el catedrático. Pero la sociedad de hoy cuenta con un paliativo con el que no contaban en el siglo XIX, los subsidios. Estos auxilios dinerarios se incrementarán con el tiempo y se extenderán a toda la población que no pueda formar parte del proceso productivo.
"Esa es la razón por la que pienso que no regresaremos a 1830, aunque, como entonces, los muy ricos lo serán cada vez más mientras que los no-ricos cada vez se encontrarán más lejos de ellos", sentencia el economista catalán.
-elconomista
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