La inocencia sigue campando a sus anchas en este país, y aún hay quien diferencia derechas e izquierdas, no solo entre PP y PSOE, sino entre aquello que no es más que un parque de atracciones neoliberal. En los medios, si algún día los hubo, hace muchísimo tiempo que no hay izquierdas. Hay un todo desinformativo que ocupa la totalidad del espectro conveniente y autolimitado: desde la apariencia progresista (ojo con este venenoso término) infectada de «pluralista» derecha rancia (Al Rojo Vivo, La Sexta Noche, Un Tiempo Nuevo, La Sexta Noticias, Noticias Cuatro) con un par de voces libres en minoría (y constantemente apagadas), hasta lo reaccionario sin edulcorar (El programa de Ana Rosa, Espejo Público, Informativos Telecinco, Informativos Antena 3). Y un paso más allá, plenamente insertos en un espacio entre lo puramente fascista y lo nacional-católico, los del TDT Party (13TV, Intereconomía).
Esto de los medios y sus posiciones es algo que explica muy bien el sociólogo Felipe López-Aranguren (Charla de 2010).Lo del programa de Jesús Cintora era una anomalía del sistema, y no es la primera. Pero si estas anomalías de verdad empiezan a ser molestas por su “exceso” de independencia, duran poco, como ha sido el caso.Con la eliminación de Cintora de la primera línea informativa, Mediaset se ha cargado el único programa de los mass media conducido por alguien verdaderamente decente. Tan decente que hasta el programa en general lo parecía, y eso a pesar de que la mayor parte de la gente que se sentaba como representante progresista, con dos o tres excepciones, podía perfectamente haberse sentado en el banco contrario y aún así ser demasiado extremos. No hablemos ya de los invitados que le imponían en el ala rancia.
A Cintora se lo ha cargado una Fuenteovejuna cobarde en la que nadie se inculpará. Se lo ha cargado el PP, sí, pero también el PSOE, y los otros medios, y el poder económico, y hasta sus propios compañeros, como los que no darán la cara ni se plantarán ante ese hecho; como el pelele que ahora se queda al mando.No es ningún secreto, la guerra de la comunicación la perdimos en el 39, y desde entonces no hemos sido capaces de ganar ni una batallita, ni una modesta posición. Y sin ese espacio que condiciona la percepción de las grandes mayorías sociales, es casi heroico el propio hecho de intentar algún cambio. Sin posibilidad de acceso con garantías a medios independientes asistimos impotentes a la mejor representación de un círculo vicioso con el que el propio sistema es capaz de retroalimentarse.
Algún día habrá que hablar de iniciar un proyecto ambicioso capaz de activar sinergias para tomar una porción de ese pastel. Una vez en marcha tiene el potencial de concentrar todo el interés mediático de un país que no encuentra alternativas (más allá de la red), porque no existen. Pero eso, como siempre, será otro día.
via -iniciativa debate
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