México, DF. Detrás de la violencia en Venezuela y los
intentos de desestabilización en Honduras, Bolivia, Ecuador, Paraguay o
Argentina, está la política estadunidense de renovar y prolongar a lo
largo del siglo XXI su hegemonía en América Latina, afirmó el escritor e
investigador del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de
Cuba, Luis Suárez Salazar, al destacar que, además, en la administración
de Barack Obama “hay una escandalosa continuidad en la agenda de
seguridad impuesta por el anterior presidente George Bush”.
En entrevista con La Jornada, Suárez Salazar sostiene que
Obama
coloca en el centro de su política hacia América Latina “desestabilizar,
contener, derrocar donde les sea posible a esta oleada de gobiernos
reformistas, reformadores o revolucionarios, según el caso, que se han
instalado en la región en el siglo XXI”, con especial énfasis en
Venezuela y la revolución bolivariana, “que es la que comienza esta
nueva etapa de gobiernos reformadores”.
Destaca elementos de la política estadunidense como apoyar el golpe
de estado en Honduras contra Manuel Zelaya, y de Fernando Lugo, en
Paraguay.
“En ambos casos, con el mismo patrón, las propias instituciones de la
democracia liberal producen los golpes, apoyados por las fuerzas
armadas, la clase dominante, el gran capital, la embajada estadunidense y
después convocan inmediatamente a elecciones. No es ya el esquema de
dictaduras militares o civiles que se prolongaban, sino que
inmediatamente habilitan un mecanismo de legitimidad democrática
reconvocando a elecciones para cubrir lo poco que les faltaba de mandato
a ambos.
“Después se llama a elecciones, donde en ambos casos resulta que
salen electos los candidatos de la derecha. Ninguno de los dos casos son
coincidencia, en los dos ejemplos el golpe está encabezado por miembros
del partido en el gobierno”, advierte.
El también profesor titular de la Facultad de Filosofía e Historia de
la Universidad de La Habana subraya que el centro de esa política de
desestabilización está en los países integrantes de la Alianza
Bolivariana, “pero no únicamente. Hay elementos de desestabilización que
se han desencadenado en Argentina”.
Conviene en que hay procesos claramente financiados por Estados
Unidos, pero no sólo desde el gobierno, y menciona “casos emblemáticos”
como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba.
“Desde Estados Unidos hay instrumentos como la Agencia para el
Desarrollo Internacional (Usaid), que tiene programas para financiar las
oposiciones políticas; la Fundación Nacional para la Democracia (NED),
que financia descaradamente las oposiciones y alianzas de Estados Unidos
con los poderosos medios privados de comunicación y los grandes
capitales”.
En cuanto a los medios de comunicación, precisa que se crean cadenas y
redes que tratan de crear una matriz de opinión, en este caso sobre
Venezuela, “para generar la percepción de que aquello es un caos, y que
los muertos son obra de la represión, pero no dicen que todo este
proceso lo inició la oposición y que muchos de los decesos fueron obra
de un comando con entrenamiento militar, preparados en Estados Unidos y
Colombia”.
Sostiene que “Estados Unidos es instigador de los procesos que se
están dando para desestabilizar, contener y derrocar gobiernos que ellos
califican, a veces antojadizamente, como promotores del terrorismo,
antiestadunidenses, violadores de los derechos humanos,
antidemocráticos, todo el andamiaje de frases que utilizan para
deslegitimar a los gobiernos que no les son convenientes a sus políticas
hegemónicas”.
Recordó que la primera acción hostil de Estados Unidos hacia
Venezuela fue sumarse a la idea de la oposición del desconocimiento del
triunfo de Nicolás Maduro, en las elecciones de abril de 2013.
“Otro elemento que pretende sembrar es que el gobierno de Maduro
tiene que ir a una negociación, ¿pero con quién?, en este caso con los
líderes de la Unidad Democrática, donde están Henrique Capriles y
Leopoldo López, que son instigadores, unos más que otros, tanto de la
violencia que se produce después de las elecciones, como de la ola de
violencia que empezó en febrero”, subraya.
Estados Unidos, agrega el investigador, nunca se disocia de los
sectores más reaccionarios de la ultraderecha, y menos aun en aquellos
países cuyos gobiernos pudieran representar un “peligro” para la idea
hegemónica estadunidense.
LA JORNADA
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