Cada vez más captamos la frustración y derrota de la oposición política en Venezuela. La reciente y valerosa lucha iniciada por el Estado Bolivariano con todos sus poderes públicos, contra el acaparamiento de las mercancías y alimentos, evidenció el germen radicícola de muchos empresarios y comerciantes que atentan contra los salarios de las familias y trabajadores.
La respuesta a la guerra económica con la usura en artefactos domésticos y bienes de consumo, conducida por el Gobierno revolucionario, desnudó ante los ojos de los ciudadanos el carácter retorcido del modelo capitalista venezolano.
Los usureros tienen pocos quien los defiendan. Solo algunos dirigentes políticos e integrantes de la derecha opositora atinaron a amparar a sus capitalistas parásitos.
El caso del diputado Michele Cocchiola en Valencia mostró la desvergüenza de un sector opositor diciendo: ¡con mi usurero no te metas!
Los capitalistas venezolanos quisieran obtener los más altos porcentajes de ganancias en relación a su inversión en corto tiempo. Muy pocos se interesan responsable y sensatamente en los sacrificios de las clases medias y trabajadoras, a la hora de rendir los sueldos familiares.
Cuando se analizaron los salarios de los empleados en estas empresas usureras, se constató los pocos beneficios contractuales y socioeconómicos otorgados a sus propios trabajadores.
A este sector parasitario les gustaría mantener los salarios más bajos posibles para obtener un mayor excedente y beneficios de sus trabajadores. Es explotación pura y salvaje. Es tal la pobreza empresarial de estos usureros, que muy poco les atañe la discrepancia estructural de la economía rentista venezolana en cuanto a productividad y equilibrio del patrimonio de la República.
Si no fuera porque contamos con un Gobierno poderoso y defensor de los intereses de las clases medias y trabajadoras, los capitalistas hubiesen saqueados las utilidades decembrinas de las familias venezolanas.
Más allá de la perversidad de sus intenciones desestabilizadoras, existe una actitud propensa de los capitalistas a no ser controlados por ninguna autoridad del Estado. La planificación de la economía y futuro de la Nación venezolana muy poco les importa.
Ahora los veremos atacando al plan de la patria; el cual se convertirá en la posibilidad real de expandir una economía productiva e independiente, que garantice una alternativa al modelo salvaje del capitalismo.
Se le teme a la eventualidad de consolidar y asegurar acciones concretas al servicio a nuestro pueblo.
Los veremos atacando cruelmente a las intenciones y propuesta de contar con un plan de la Nación socialista y bolivariano, que asegure la mayor suma de seguridad social, la mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad posible al heroico pueblo de Bolívar y Chávez.
Correo del Orinoco
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