En la misma mañana de ayer dos representativos medios, uno de la derecha monárquica más extrema, y el otro del gran capital, expresaban en sus portadas titulares tan ilustrativos como: “EL REY NO TIENE QUE ABDICAR” y “TERREMOTO EN EL MAPA POLÍTICO DE ESPAÑA”.
La posibilidad de colapso del Gobierno del Partido Popular y la convocatoria de elecciones anticipadas que ya venia dibujándose en el horizonte con tono de acuarela, adquieren ahora trazos gruesos “al pastel”.
En el puesto de mando todas las luces le parpadean a la derecha, se presiente la proximidad de ese momento crítico en que se agota el aire y nada funciona ni responde.
La representación política del gran capital y de las fuerzas de la reacción no tiene márgenes. El sistema ya no puede convivir con el estado social y la gente ni puede vivir sin el, ni se resigna. Ese es el telón de fondo que preside y determina todo el escenario.
En apenas un año las olas han crecido a niveles insospechados, se suceden sin tregua, abarcan amplísimos sectores de la sociedad y lo que resulta particularmente “singular”, no se baten contra determinadas políticas o aspectos de estas, como sucedía en Noviembre de 2011. El oleaje está rebasando esos diques y embiste contra el propio sistema, incluyendo “a la más alta magistratura del estado”.
Estos momentos son cruciales. La derecha se precipita por una pendiente donde ya no arriesga estas o aquellas posiciones políticas sino que la expone directamente a una catástrofe. En esa pendiente arrastra a una socialdemocracia que no cuenta ya, como antaño, con la falsa representación de “la izquierda”, mas al contrario, aparece ya asociada al sistema y a políticas que precedieron y franquearon el camino de la derecha.
La marea esta subiendo a esos niveles, pero no podrá mantenerse ahí durante mucho tiempo, ni será fácil que repita su ascenso si ahora termina retrocediendo arruinada por la impotencia.
La izquierda y el movimiento democrático y popular en su conjunto tienen que hacerse cargo de la situación en su extensión y potencialidad real. No es tiempo de platearse de estrategias para “crecer” conforme a raseros de aritmética electoral. Son momentos en que hay que estar en la coyuntura, de ponerse en la crecida para que esta alcance sus objetivos: la derrota política de las fuerzas del gran capital, de la oligarquía financiera y del capital imperialista.
El objetivo no puede ser otro que el poder político y toda la táctica de manera más o menos inmediata tiene que subordinarse a ese objetivo.
Hay que atreverse a vencer, en la tardanza esta el peligro, así lo hemos expuesto antes y así lo repetimos ahora con mayor razón.
Audacia, mas que nunca amplitud de miras para unificar en un programa mínimo común un amplio frente que comprenda a esas imponentes fuerzas sociales que la crisis del sistema ha despertado a la política y a la lucha en magnitudes sin precedentes.
Cuando hablamos de programa mínimo común queremos decir exactamente lo que decimos: defensa y profundización de la democracia, defensa y multiplicación de lo público, defensa y extensión del estado social.
El estado social y de derecho no es el “pasado” como dicen algunos es parte irrenunciable del porvenir, es, justamente, por donde se ha roto la cadena. Si algo esta arraigado en la conciencia social son esas tres grandes orientaciones. Es lo mínimo, es lo común, y es lo que puede centuplicar las fuerzas que conduzcan a la derrota del conjunto del campo de la derecha.
Texto creado por Joaquín Sagaseta
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