Se acabó el tiempo. Este domingo es la última etapa en la carrera por el Elíseo y todos los sondeos apuntan a Hollande como vencedor. Según las encuestas, el candidato del Partido Socialista será nuevo presidente de Francia con el 52% de los votos sobre su rival y actual jefe de Gobierno, Nicolas Sarkozy, tras la segunda y definitiva ronda de los comicios presidenciales.
No habrá sorpresa, pero sí emoción. Sarkozy confía en que un último sprint deje en evidencia a sondeos y analistas. Las últimas encuestas destacan la lenta remontada del presidente, que llega a la cita con las urnas con la menor desventaja de la campaña. ¿Decidirá el 16% de indecisos? Si recopilamos los últimos acontecimientos en la lucha por la presidencia de Francia, parece que no.
El debate televisado del pasado miércoles entre ambos candidatos no alteró significativamente la intención de voto del electorado; la sombra de Gadafi ha salpicado a Sarkozy ante una posible financiación de su campaña por el ex dictador libio; y el candidato centrista, François Bayrou, dio su apoyo a la opción de izquierda por primera vez desde 1958. Factores que decantan la balanza a favor de Hollande.
El cortejo a Le Pen y la crítica a Zapatero
Sabedor de su desventaja, el presidente galo ha concentrado sus esfuerzos en recabar apoyos de la ultraderecha francesa. Instantes después de convertirse en el primer presidente de la V República que no gana la primera ronda en su intento de reelección, Sarkozy declaró "entender los temores de los franceses". Los miedos a los que hacía referencia eran la "pérdida de respeto a nuestras fronteras", el "control de la inmigración" y la preservación del "modo de vida" de los franceses.
Sin embargo, no fue Sarkozy quien hizo bandera de estos temas durante la primera parte de la campaña, sino Marine Le Pen, líder de Frente Nacional que, con sus mensajes directos, colocó a la ultraderecha como tercera fuerza más votada con el 17,9% de los votos. A ella se refirió el ministro de Defensa, Gérard Longuet, al describirla como "alguien con quien se puede hablar", para acto seguido abrazar un posible respaldo del FN a la candidatura de Sarkozy. Hecho que, sin embargo, no se consumó. Le Pen rechazó el pasado martes "dar confianza ni mandato" a los candidatos a la presidencia de Francia y pidió a sus electores que voten "según su conciencia" en esta segunda vuelta.
Las rosas que recibía Marine de parte de Nicolas eran las que el presidente le quitaba a Zapatero, el eje de todas sus iras. Sarkozy ha insistido durante toda su campaña en poner como mal ejemplo la situación de España para pedir el voto para su reelección. "El único jefe de Gobierno que recibió a Hollande es José Luis Rodríguez Zapatero, que Hollande citaba como modelo. ¿Le cita aún?", dijo Sarkozy en su primer encuentro público después de obtener un 27,18 % de los votos, frente al 28,63% del líder socialista en la primera vuelta. Unas críticas que ha mantenido en cada intervención.
El plan de Hollande tiene cuatro elementos básicos: fortalecer el Banco Europeo de Inversión, incrementar la eficacia de los fondos estructurales de la Unión Europea, la creación de bonos especiales para fundar infraestructuras y el desarrollo de una tasa sobre las transacciones financieras. Merkel no se opone a estas ideas en principio, aunque se ha declarado escéptica sobre la eficacia de estos bonos, y se niega a la creación de medidas de estímulo que dependan del dinero del Gobierno.
De momento, y a falta de que se confirme el triunfo del candidato socialista, el cambio de tono de Bruselas ya es perceptible. “El Pacto de Estabilidad y Crecimiento no es estúpido”, manifestó en la tarde del sábado Olli Rehn. Los ajustes están dando paso a los estímulos al tiempo que Sarkozy da paso a Hollande.
Fuente: elConficencial.com
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04-05-201
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