Primero confundió la localización de su ciudad natal, Hamburgo, con Berlín. Entonces la docente la invitó a señalar la capital. Y Merkel apuntó bien lejos, dudando: “Berlín debería estar aquí, ¿no? ¿O aquí? No, ¿y esto qué es?”. “Es Rusia”, le dijo la profesora. Y mientras estallaban las carcajadas de los estudiantes, la canciller replicaba, con genuina sorpresa: “¿Qué? ¿Rusia? ¿Tan cerca?”.
No solamente no reconoció la capital sino su propio país.
El mapa estaba en blanco, con las principales ciudades marcadas en rojo, justamente con el fin de evaluar los conocimientos de los alumnos.
No son días buenos para la Cancillera, que viene perdiendo una elección regional tras otra. Y ahora, para colmo, es reprobada en Geografía.
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