Siria ha sido este sábado el escenario de una masacre, esta vez, aún más atroz que las anteriores. Al menos 92 personas han muerto, 32 de ellos, niños menores de 10 años. Los culpables: los grupos terroristas armados, auspiciados desde el extranjero.
Los grupos armados han violado al alto el fuego en el país árabe, al quemar las casas de la zona de Al-Shomarieh, situada en la provincia central de Homs.
Las fuerzas del orden se han enfrentado con los terroristas y han logrado poner fin a este cruel acto de violencia.
El jefe de la misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Siria, el general Robert Mood, calificó de “tragedia brutal” la masacre.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, así como el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe (LA) para Siria, Kofi Annan, “condenan en los términos más firmes la muerte de decenas de hombres, mujeres y niños, confirmada por los observadores de la ONU”, según ha indicado Martin Nesirky, portavoz del secretario general, mientras ha enfatizado en que “los responsables de este crimen deben rendir cuentas”.
Por otra parte, el ministro británico de Relaciones Exteriores, William Hague, ha informado que pedirán “una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU en los próximos días” por los “fiables y horribles informes de que un gran número de civiles fueron asesinados”.
El canciller británico, también, ha exigido “una respuesta internacional contundente”.
La oposición siria ha violado, en reiteradas ocasiones el plan de seis puntos de paz de Annan, que estableció un cese el fuego desde el pasado 12 de abril. Mientras que el Gobierno de Damasco pretende, de hecho, cumplirlo a raja tabla y devolver la estabilidad al país que desde mediados de marzo de 2011, es escenario de una ola de violencia cometida por grupos armados patrocinados desde el exterior.
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