La primera persona en comparecer ante la Justicia, acusada por delitos de detención ilegal y falsedad en documento público, fue la monja María Gómez Valvuena, que se acogió a su derecho a no declarar......................................
Gonzalo Porset no sabe qué día nació, no se atreve a decir una fecha concreta. “Sé que nací en julio del 68, pero nada más”, dice. Descubrió hace algo más de un año que era un bebé robado y todavía se repone de la noticia con antidepresivos.
Robar un bebé no debería ser algo fácil, pero en España ocurrió impunemente entre 1940 y 1990.
El último informe del Defensor del Pueblo estima que hay al menos 1.414 casos abiertos en los tribunales relacionados con el robo de niños, entre ellos el de Gonzalo.
Según informan las víctimas, durante ese medio siglo robar niños resultó muy simple para monjas, curas y otros que quisieran traficar con bebés.
La estrategia más usada era sedar a las madres y decirles posteriormente que sus hijos habían nacido muertos. Llegaban a meter vendas en tumbas vacías para entregarlas a las madres, cuentan las víctimas.
Luego de tres años de investigación por parte de las víctimas y de denuncias colectivas de los afectados, este jueves compareció ante la Justicia la primera persona acusada por delitos de detención ilegal y falsedad en documento público.
Se trata de la monja María Gómez Valvuena, que se acogió a su derecho a no declarar.
María Luisa Torres fue quien denunció a la religiosa y quien consiguió que se tuviera que declarar. “Ella me robó a mi hija, me dijo que había muerto y me acusó de adúltera”, dijo en declaraciones a BBC Mundo.
Ahora está desesperada porque la monja se ha negado a declarar. “Pero por otro lado estoy contenta de que la justicia empiece la investigación”, confiesa.
Torres conoció a la monja María Gómez a los cinco meses de embarazo en un orfanato que tenía la monja. “Se supone que me iba a ayudar a cuidar a mi bebé mientras yo trabajaba para darle una vida mejor. Pero tras parir, me anestesió y me dijo que mi bebé había muerto”, cuenta inquieta.
María Luisa encontró a su hija hace un año y denunció a la religiosa.
“La estrategia de las monjas para robar bebés era absolutamente simple. Empezaban a dar vueltas por el hospital de maternidad viendo a las mujeres embarazadas. Les preguntaban si eran solteras, observaban a las que venían solas o con poca familia alrededor y, si lo veían a bien, las sedaban tras el parto y les decían que sus bebés habían nacido muertos”, relata Antonio Barroso, presidente de la Asociacion Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir).
“Luego incluso hacían mal los documentos, decían a las madres que los niños habían muerto de otitis y por ejemplo estaba escrito que era fallo cardiovascular, manipulaban las partidas de nacimiento”, explica Antonio Barroso, de 43 años.
Hace tres años, Barroso descubrió que fue vendido por una monja. “Mi madre murió antes de que yo supiera que fui robado, pero quiero pensar que las madres adoptivas también eran víctimas de los negocios de las monjas“.
Ha habido casos de madres que han conocido a sus hijas casi a los 30 años. Se han reencontrado hermanas gemelas y también tumbas vacías en las que se supone que deberían estar los cadáveres de los bebés.
“Se han visto solo gasas y vendas dentro de las cajas. Es increíble, pero es así”, cuenta Barroso, que conoció a la monja que lo vendió.
“Conseguí hablar con ella, pero no la han llamado a declarar, cuando además tiene antecedentes penales por hechos parecidos”, asegura Barroso. “Creo que el gobierno no tiene interés en investigar estos temas, es costoso y es una mancha para España”, opina.
No obstante, Barroso se ha reunido este jueves con el Ministro de Justicia de España, Alberto Ruiz Gallardón, que ha declarado que el tema de los bebés robados será de prioridad absoluta.
BBC Mundo se ha intentado poner en contacto con alguna de las monjas implicadas en estos casos, pero no ha obtenido respuesta.
Lo civiles también roban
Gonzalo Porset no quiere que casos como el suyo vuelvan a pasar. “No quiero que nadie más pase por esto, por eso voy a tener esta lucha siempre. No puede quedar ni un resquicio legal para que un bebé pueda ser robado impunemente”, declara Porset.
En su caso, quien gestionó su venta fue un hombre de Barcelona, que lo vendió a los que fueron sus padres no biológicos. “Ni tampoco de adopción, porque no tengo ni siquiera los papeles de ser adoptado, no tengo descripción”, explica.
Porset detalla que el robo de niños en personas civiles ha llegado a hacerse con decenas de mujeres embarazadas viviendo en pequeños pisos o controlando a las prostitutas para arrebatarles los hijos tras el parto.
“Podían hacer lo que querían, destruir documentos, falsearlos. Nadie se atrevía a cuestionar a un abogado o un médico, ni a una monja o a un cura”, contextualiza.
Ahora las pruebas de ADN están siendo las grandes aliadas de los afectados, cuestan alrededor de 100 euros (US$131) y se las realiza cualquier persona que tenga dudas sobre sus padres o sus hijos.
“Entre todos tenemos que cerrar el círculo” y con ayuda de las insituciones será más fácil.
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