De cumplirse todos los pronósticos y ganar el socialista François Holland las elecciones presidenciales galas, el cambio de Gobierno pondrá como interlocutor de Alemania a un presidente partidario de la emisión de eurobonos, la bajada de los tipos de interés y la separación entre la banca de inversión y la banca doméstica. François Hollande (Partido Socialista) y Nicolas Sarkozy (Unión por un Movimiento Popular, UPM). Uno de estos nombres, o la combinación de algunos (para lo cual habría que incluir a Marine Le Pen, del Frente Nacional, o a Jean-Luc Mélechon, del Partido de Izquierdas), regirán el rumbo de Francia en los próximos cinco años a partir del 6 de mayo. De rebote, la victoria puede condicionar la continuidad o el fin del eje francoalemán.
Entretanto, a la espera de que los electores galos se manifiesten en las urnas, son los números los que hablan. La prima de riesgo, medida por el interés adicional que exigen los inversores al bono a diez años galo respecto a su par alemán, se encuentra en niveles similares desde el comienzo de 2012 (132 frente a 131 puntos básicos). No obstante, hace un año por estas fechas el diferencial se encontraba en tan sólo 35 puntos básicos. El bono a diez años renta el 3 por ciento actualmente frente al 3,148 por ciento al que empezó el año... aunque en abril del año pasado rendía un 3,645 por ciento.
¿Qué promete Hollande? Entre los puntos fuertes de su programa económico figuran: la imposición de una tasa sobre las transacciones financieras (la conocida como tasa Tobin); la actualización y aplicación de la regla Volcker, consistente en la separación de la actividad bancaria más especulativa o de trading de la dedicada a actividades que estimulen empleo e inversión (depósitos, préstamos, hipotecas...); o la limitación de los bonus a directivos. No obstante, su propuesta estrella es la creación de los eurobonos. El pasado miércoles el candidato socialista reiteró su promesa de pedir a los líderes europeos que se renegocien los términos de la política fiscal comunitaria para que se estudie su emisión "no para mutualizar la deuda, sino para financiar proyectos industriales y de inversión".
¿Qué propone Sarkozy? El presidente saliente es un fiel defensor de la tasa Tobin, pero su ideario se inclina por la apuesta continuista de la austeridad (el conocido como eje francoalemán o dúo Merkozy), con la reivindicación explícita de la no modificación de los tratados de la UE sobre política fiscal. Entre otras de sus propuestas figuran la aplicación de un IVA social, la flexibilización de la jornada laboral, la aplicación de una tasa a las grandes cotizadas francesas o la promesa de alcanzar el déficit 0 en 2016.
Ojo, que tras el 18 por ciento de los votos que ha conseguido una outsider como Marine Le Pen, Sarkozy ha introducido en su discurso giros hacia la ultraderecha (como el endurecimiento de las políticas sobre inmigración) por si necesita el apoyo del Frente Popular para garantizar su permanencia en el Elíseo. También cabe destacar dos factores dentro de la campaña electoral de Sarkozy: su baja popularidad -que sus asesores han querido disimular presentándole como el hombre del momento- y sus ataques directos a Hollande.
A falta de lo que se decida la semana que viene en las urnas, las encuestas arrojan a Hollande como el favorito de los franceses. Según una encuesta realizada por TNS Sofres/ Sofra Group recogida por el diario Le Monde y publicada el pasado jueves, al líder socialista se le atribuye una ventaja de diez puntos porcentuales sobre Sarkozy para la segunda vuelta, con el 55 por ciento frente al 45 por ciento. Algo que corroboran desde Citi: "La historia sugiere que los líderes de encuestas raramente pierden", afirma en su informe sobre implicaciones de las presidenciales francesas.
Los bancos, en el ojo del huracán
Gane quien gane, el énfasis de los candidatos, y no sólo los dos principales, anticipan un castigo bursátil para el sector bancario francés: "El tamaño de las entidades galas, comparado con la economía de nuestro vecino, sigue siendo muy grande y no tienen, ni mucho menos, inmunidad a la crisis de los países periféricos" afirma Juan Ramón Caridad, de Swiss & Global.
Otros sectores que también podrían sufrir estragos postelectorales serían los de seguros, energía nuclear y aeroespacio y defensa, como señala Citi. El primero, debido a que todo apunta a que la reforma fiscal pendiente en Francia favorecería la contratación de productos bancarios frente a la suscripción de seguros (otra de las propuestas del programa de Hollande es el alza de las tasas sobre los productos vinculados a seguros de vida contratados hace menos de 8 años).
El segundo, debido a la participación estatal en compañías como EDF o GDF Suez -cabe recordar que Francia es uno de los principales consumidores de energía nuclear en el mundo-, que se pueden ver afectadas, además, por la incertidumbre regulatoria: "La regulación de los mercados de la electricidad y el gas está fuertemente afectada por las previsiones del Gobierno y por tanto esperaríamos decisiones sobre la vida de las plantas nucleares, instalaciones renovables e incentivos, y revisión de las tarifas del gas y la electricidad, si se produce un cambio de gobierno", aseveran desde Citi. Desde el banco americano explican que tras las elecciones se podría recortar las primas que el Estado destina a Defensa, que cifran en 31.000 millones de euros (un 2 por ciento de su PIB). "Es probable que cualquier recorte en defensa sea gradual, más que inmediato, y supondrá un recorte total del 10 por ciento, similar a los que efectuó Reino Unido a finales de 2010".
Cambio en el modelo europeo
Siendo simplistas se podría afirmar que lo que se juega en Francia es el voto por el cambio, o el voto por la continuidad. Pero la realidad muestra muchas más aristas. De ganar Hollande, como adelantan las encuestas, Angela Merkel tendría que dialogar con un nuevo socio mucho menos estricto con la disciplina fiscal. Aunque también es verdad que, adelantando acontecimientos, la canciller germana ya empezó a suavizar su discurso esta semana, con declaraciones como "la austeridad por sí sola no resolverá la crisis", frase que pronunció el pasado miércoles.
La ascensión del primer presidente socialista galo desde Miterrand también ha cotizado en bolsa. El lunes, tras conocerse los datos finales del escrutinio, el Cac 40 cayó un 2,83 por ciento, entrando en números rojos en 2012. Pero en las jornadas siguientes consiguió borrar las pérdidas, rebotando un 4,37 por ciento en dos sesiones al alza, de tal forma al cierre de la semana acumula un 3,37 por ciento en el año.
"El mercado empieza a entender que Hollande no quiere derrumbar la zona euro, sino completar el pacto fiscal con medidas de crecimiento de verdad, incluyendo un papel fundamental del Banco Europeo de inversiones. Tampoco busca un conflicto frontal con Alemania respecto al BCE", declara Alain Galibert, asesor de elEconomista, que piensa que, de ser su candidatura la ganadora, Merkel tendrá que dar su brazo de hierro a torcer, bien con los eurobonos, bien transigiendo una bajada de los tipos de interés. Caridad introduce un matiz: "Más que la combinación de líderes, la clave es que, cuando gobiernen, rebajen claramente el tono populista electoral y pongan números a sus promesas". "Cierto contrapeso al liderazgo alemán puede ser bien visto, pero si se respeta a los que prestan el dinero para que el sistema funcione", añade.
No todos ven con tanto optimismo el voto del cambio. En el análisis de The Economist, "El bastante peligroso señor Hollande", recuerdan que la publicación había mostrado en 2007 su apoyo a Sarkozy, destacando algunos de sus logros (elevación de la edad de jubilación, 35 horas laborales a la semana, liberalización de las universidades), pese a que "las políticas de Sarkozy han demostrado ser tan impredecibles e inestables como él mismo".
Eso sí, desde The Economist afirman que, si tuvieran que ir a votar el 6 de mayo, votarían a Sarkozy, "no por sus méritos, sino para mantener fuera a Hollande". Desde la publicación destacan que éste defiende ideas europeas, pero no está dispuesto a adoptar reformas estructurales que, desde su punto de vista, Francia necesita urgentemente y que contrastan con las que sí han emprendido sus países vecinos, Italia y España.
Un punto geográfico: México DF. Un espacio: la Asamblea Legislativa. Un artículo a modificar: el nº 42 de la Ley de Espectáculos Públicos. Un objetivo: la abolición de las corridas de toros. Un nombre propio: la diputada del PRD Alejandra Barrales. Un protagonista de poder casi omnímodo: el empresario taurino Rafael Herrerías. Un entorno: abolicionistas manifestándose pacíficamente y siendo agredidos por taurinos.Resultado: la iniciativa por la erradicación de las corridas de toros en DF que tendría que haber sido votada no lo fue finalmente por la decisión de Alejandra Barrales, con cuya mezquina actuación impidió que los legisladores pudieran decidir si otorgaban o no su apoyo a la continuidad de este sangriento espectáculo, como parece que sería lo lógico en un gobierno que se dice democrático.
Fuente: extremaduraprogesista
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