El Gobierno desplazó a la mayoría de los ejecutivos, incluyendo a toda la familia Eskenazi. Sólo mantuvo a un puñado de directores clave para garantizar la gestión operativa, quienes ahora convivirán con delegados designados por De Vido y Kicillof.
A medida que el conflicto con el Gobierno se profundizó, los directivos de YPF consideraron la intervención estatal como una opción cada vez más probable. La semana pasada, algunos incluso habían comenzado a embalar sus objetos personales. Pese a ello, igual se vieron sorprendidos por la rapidez con que el Gobierno tomó el control de la compañía. La mayoría esperaba que hubiese un período de transición, pero el lunes, cuando la Presidenta todavía estaba dando su discurso, el subsecretario de Coordinación del Ministerio de Planificación, Roberto Baratta, se presentó en la sede central de YPF con un listado de los ejecutivos que debían abandonar las oficinas en quince minutos. Apenas unas horas más tarde, el ministro de Planificación, Julio De Vido, se hizo cargo de la intervención, puso en funciones a una Unidad General de Operaciones y nombró delegados en las áreas clave de la multinacional. Desde entonces, la tarea central ha sido garantizar la comercialización de los productos, evaluar opciones para incrementar la producción de gas y petróleo y auditar las finanzas de la compañía, con el asesoramiento de algunos directores que, al menos por ahora, no han sido desplazados.
En el listado de los que fueron obligados a abandonar la compañía figuran los referentes del Grupo Petersen: Enrique Eskenazi, vicepresidente de YPF, quien cumple 87 años en agosto y se dedicaba a la fundación de la petrolera; Sebastián Eskenazi, hijo de Enrique, vicepresidente ejecutivo y CEO de la firma; Matías Eskenazi, hermano de Sebastián y director adjunto; y Ezequiel Eskenazi, otro hermano, que figuraba como vicepresidente de la Fundación YPF. A todos les eliminaron la dirección de e-mail corporativa el mismo lunes y el martes por la mañana les cortaron los celulares.
También tuvo que dejar YPF el director General de Operaciones, Ignacio Cruz Morán, segundo de Sebastián Eskenazi. Para reemplazarlo se conformó una Unidad General de Operaciones que trabaja junto al interventor De Vido y su segundo, Axel Kicillof. Ese grupo está integrado por el subsecretario de Coordinación del Ministerio de Planificación, Roberto Baratta; el titular del Enargas, Antonio Pronsato; el vicepresidente segundo del BICE, Damián Camacho, y el coordinador del Plan Argentina Conectada, Luis Vitullo. Además, se creó el cargo de secretario general de la intervención, que será ocupado por José Strada, ministro de Infraestructura de la provincia de San Juan.
Un directivo clave que también fue desplazado es Antonio Gomis Sáez, director adjunto del CEO y hombre de confianza del presidente de Repsol, Antonio Brufau. Hasta comienzos de 2010, Gomis se desempeñaba como director General de Operaciones. Luego Repsol le cedió ese cargo al Grupo Petersen y lo designó director adjunto, al mismo nivel que Matías Eskenazi.
Uno de los focos de atención de la intervención está puesto en la estratégica dirección de Finanzas. De Vido y Kicillof ordenaron el lunes el desplazamiento de su titular, Guillermo Reda. El delegado designado en esa área es Nicolás Arceo, subsecretario de Planificación Económica del Ministerio de Economía, pero son varios los funcionarios que están dedicados a analizar las números de la petrolera.
Mauro Dacomo, director general de Asuntos Legales y abogado personal de Sebastián Eskenazi, también tuvo que poner sus pertenencias en una caja e irse el lunes. Como delegado, el Gobierno puso allí a Rodrigo Cuesta, un abogado que se desempeñó como titular de la Oficina de Legales de Aerolíneas y en la actualidad es síndico general Adjunto de la Sigen.
Uno de los secretarios privados de Julio De Vido, José María Olazagasti, se hizo cargo como delegado de la intervención de las direcciones de Asuntos Institucionales y de Comunicación e Imagen. En la primera se desempeñaba Juan Bautista Ordóñez, un hombre que ingresó a YPF en 2010, proveniente del Grupo Roggio, especialmente para ocupar ese cargo cuando Sebastián Eskenazi se dio cuenta de que no podía hacerse cargo por sí solo de la relación cotidiana con el gobierno nacional y las autoridades provinciales. En Comunicación e Imagen estaba Sergio Resumil, un periodista que ingresó a YPF también de la mano del Grupo Petersen. Junto a Olazagasti, trabaja el vocero de Julio De Vido, Horacio Mizrahi.
Uno de los pocos directivos que lograron conservar su puesto es Alfredo Pochintesta, director comercial de YPF, un ejecutivo que venía de la época en que Repsol tenía el management de la empresa. Esa área tiene a su cargo la comercialización de los productos de la firma y, por lo tanto, la relación con todas las estaciones de servicio del país. Si bien Pochintesta por ahora continúa, lo hará en compañía Emmanuel Alvarez Agis, una persona cercana a Kicillof que se desempeña además como subsecretario de Programación Macroeconómica del Ministerio de Economía.
Otras dos áreas claves para el negocio de la compañía son la Dirección de Exploración y Producción y la de Refino y Logística. La primera estaba a cargo del español Tomás García Blanco, un hombre de Repsol que fue dejado afuera el lunes y reemplazado por el titular de Enarsa, Exequiel Espinosa. No obstante, la intervención dejó en su puesto al español Carlos Jiménez, director de Planificación y Control de Gestión Operativa, otro hombre de confianza de Brufau que maneja todos los detalles de la producción. En Refino y Logística sobrevive Carlos Alfonsi, un ingeniero que el año pasado cumplió 25 años en la compañía, aunque ahora lo acompaña Walter Fagyas, un asesor del Ministerio de Planificación.
El lunes Baratta también ordenó la salida del director de Recursos Humanos, Fernando Dasso, y del director de Participadas, Teodoro Marcó, quien oficiaba de representante en firmas del grupo como Metrogas, Refinor, Profértil y Compañía Mega. En Recursos Humanos nombraron a Juan Manuel Abud, vocal del Ente Nacional Regulador de Electricidad, y en Participadas a Juan José Carbajales, director de Enarsa.
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