Ningún embajador europeo se interesará por la salud de sus hijos, ni les ofrecerán dinero para defender los derechos humanos que el bloqueo contra Cuba les niega. Ningún periódico extranjero investigará las causas exógenas de sus penurias ni del sufrimiento de sus abuelas, sus madres y sus hijas. Yo las llamo Las Damas de Negro. Ellas llevan la carga del bloqueo sobre las importaciones de fertilizantes, pesticidas, pienso, tecnología y alimentos. Ellas han visto y ven sufrir innecesariamente a sus hijos por un asedio que impide el acceso de Cuba a medicamentos y material clínico de primera necesidad. Esas damas son la mayoría absoluta de las mujeres cubanas, las que desde 1960 han vivido el secuestro de diplomáticos, los ataques bacteriológicos, el asesinato y la bomba como sistema organizado por EE UU en contra de sus maridos, sus sueños, sus vecinos e hijos. Ellas llevan en sí el luto de 50 años de guerra contra Cuba y su población civil, en nombre de la Democracia; una guerra siempre rebautizada con nombres más simpáticos.
Cinco meses después de la promulgación de la llamada Ley para la Democracia cubana, firmada por Bush padre en 1992 con la ilusión de desbaratar al fin la Revolución mediante el hambre y las enfermedades, se produjo en Cuba el peor brote de enfermedades neurológicas del siglo. Más de 50,000 cubanos sufrieron neuropatías ópticas, pérdida del tacto y unos trastornos en la médula espinal que les impedían el control vesicular. Entre 1989 y 1994, la mortalidad total en Cuba se incrementó de 6,4 a 7,2 por mil. La cifra de mortalidad por gastroenteritis aguda aumentó del 2,7 por cien mil habitantes en 1989 a 6,7 en 1994. La Asociación Americana para Salud Mundial realizó un examen exhaustivo en Cuba y constató que los niños con cáncer vomitaban un promedio de 28 a 30 veces por día, por falta de la medicina preventiva contra la náusea que estaba bloqueada por EE UU: el mismo país que pretende liberar a los cubanos.
En 1996 Bill Clinton firmó en Washington la Ley Helms Burton para obstaculizar las inversiones extranjeras en Cuba, amenazando a los inversores y castigando a quienes realizaran transacciones con cualquier contraparte cubana. Esa ley extraterritorial sigue vigente e impide que el Estado cubano obtenga beneficios del turismo para mejorar la salud pública, la educación, el cuidado de los ancianos y la cultura. Lo mafioso de esta ley se manifiesta en el comercio unilateral desarrollado en los últimos tiempos entre el país agresor y el agredido: para que Cuba pueda adquirir productos agroindustriales en EE UU tiene que someterse a condiciones gansteriles. Cuba tiene que pagar por adelantado antes de que las mercancías salgan de EE UU. A los buques cubanos se les prohibe realizar el transporte y los cargueros que traen la mercancía tienen que volver vacíos. A Cuba se le niega la posibilidad de recibir los cruceros que navegan por el Caribe, con lo que el país tiene pérdidas millonarias sin contar con los puestos de trabajo que no pueden crearse. A cualquier navío que haga escala en Cuba se le prohíbe la entrada en puertos de EE UU durante 180 días. Según la Ley Helms Burton, el bloqueo no será levantado hasta que el Gobierno de EE UU no determine que en Cuba existe un gobierno aceptable de “transición”.
Mientras tanto, EE UU protege en su terrritorio a Luis Posada Carriles, responsable del primer acto de terror con fines políticos contra la aviación civil en tiempos modernos. ¿Las Damas de Negro y sus familiares deben olvidar a los 73 asesinados en aquel crimen, y las bombas en los hoteles de La Habana, y las vicisitudes diarias creadas desde fuera para derrocar el actual sistema político cubano, y a los cinco compatriotas enterrados vivos en cárceles estadounidenses por combatir ese terrorismo? ¿Quién es bobo en Cuba? EE UU y la Unión Europea buscan desaforadamente a cubanos con espíritu sedicioso y conciencia de alquiler en el ejército, las iglesias, los ministerios, la Unión de Escritores y en la calle, y hasta ahora han fracasado. Unas damas que son el vínculo orgánico con el pasado se visten de blanco, y piden democracia. Pero con la Ley Helms-Burton vigente, con el bloqueo y la Ley de Ajuste Cubano, con la hipócrita Posición Común de la UE y con la Base Naval de Guantánamo. Qué fácil es hablar de democracia en Cuba fingiendo que nada de eso existe.
El Departamento de Estado y la emigración contrarrevolucionaria saben que las fuerzas sociales cubanas tienen un poder que su embajada en el Malecón nunca logró captar para sus intereses. Las Damas de Negro forman parte de esa temible fuerza que aún no ha salido a combatir. Pero un día sus hijas y primas y nietas, hartas del hipócrita espectáculo, podrían vestirse de rojo como la ira y como el amor a su Cuba y tomar las guardarrayas y las calles, en defensa de una sociedad en transformación que perciben como parte de sus propias vidas. Ojalá que no tengan que hacerlo nunca. (Tomado de Rebelión)
*René Vázquez Díaz es escritor cubano residente en Suecia. Sus libros más recientes son Ciudades junto al mar (Alianza) y Mujeres en el Norte, trece poetas suecas (Devenir).
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