¡A por Italia... que son pocos y cobardes!

Teinteresa.es -

Gran disco el de Loquillo. Papandreu es ya historia, que no Grecia, a la que le quedan para su desgracia varios capítulos (el happy ending no está asegurado, más bien lo contrario). Ahora le toca el turno a Berlusconi y a Italia. El primero también pasará a la historia. Lo de Italia va más para largo. No me refiero a las medidas de ajuste que dicen que se aprobarán a lo largo de este mes. Me refiero a cómo terminará el tema de Italia, y el Euro.

Empecemos por Berlusconi. El gran, único e irrepetible Berlusconi. El del bunga bunga. El Mourinho de la política. Nuestra versión patria torrentera fue Don Jesús, q.e.p.d. Cuántas conversaciones han girado respecto a él. Cuántas páginas ha llenado en los periódicos. Es una persona con éxito innegable. Se puso Italia por montera. Y después se ha querido poner la Unión Europea y al mundo entero (o sea, al FMI) con sus descalificaciones y bravuconerías. Yo creo que está acabado. En varios medios de comunicación dan por segura su dimisión tras aprobar los ajustes requeridos. Está por ver que dimita sin dar la última batalla. Me sorprendería gratamente si dimite sin oponer resistencia. No me lo creo, aunque le va a dar igual. No va a poder con Merkel, quien estoy seguro que le tiene ganas.

La penúltima bravuconada la protagonizó en la cumbre de la Unión Europea de hace dos semanas. Salió de la sala de reuniones para llamar en directo a un programa de televisión italiano para decir que Merkel le había pedido disculpas por haberse reído de Italia, según él, unos días antes. Posteriormente, fue la portavoz alemana quien dijo que Merkel no le había pedido disculpas a Berlusconi porque no había nada de que disculparse. Unas semanas antes parece que había calificado a Merkel de una manera irreproducible por zafia y grosera. Si alguien está interesado que ponga en google “Berlusconi insulta a Merkel”. La última bravuconada que le conozco es que ha dicho que el FMI está supervisando la economía italiana y sus reformas porque él se lo ha pedido; pero que basta con que deje de pedírselo para que el FMI deje de supervisar las reformas italianas.

Merkel, Sarkozy, la Unión Europea y el FMI se están jugando una cantidad de dinero tal que esas cosas están de más, por mucho sentido del humor que uno tenga. Aunque a ese nivel se está acostumbrado a tratar con todo tipo de gente y todo tipo de temas, estoy seguro que les molesta simplemente tener a Berlusconi de interlocutor.

El caso de Italia conceptualmente es el mismo que el de cualquier empresa o país con deuda. Es solvente si puede pagar sus intereses y, al menos, refinanciar el principal de los préstamos conforme van venciendo. Simplemente esto ya es ser optimista, porque el mercado está actualmente pidiendo rebajar el nivel de deuda. Conforme la prima de riesgo sube, la dificultad en pagar los intereses se incrementa, y la refinanciación del principal se puede llegar a hacer imposible.

La tasa de interés real de la deuda italiana es aproximadamente del 4%. Partiendo de este interés, y teniendo en cuenta que la deuda supone un 120% del PIB, Italia debería tener un superávit fiscal primario (antes del pago de intereses) del 5% del PIB indefinidamente. Italia está muy lejos de ese objetivo, por lo que debe experimentar crecimientos muy sustanciales, bajar el coste de su deuda, o imponer severas medidas de austeridad que a corto plazo perjudicarán aún más el PIB.

A través de crecimientos sustanciales de su PIB conseguiría que el importe de la deuda se fuese haciendo relativamente más pequeño respecto al PIB y por tanto también respecto a los impuestos recaudados. Pero crecimientos sustanciales del PIB son muy improbables en economías maduras. En este sentido, el PIB italiano ha crecido un 1,5% anual desde 2005, y un 2,5% si tomamos el año 2000 como fecha inicial. Muy inferior a lo necesario. Lo segundo, rebajar el coste de la deuda, es lo contrario de lo que está sucediendo. Lo tercero, poner en marcha medidas de austeridad, es lo mínimo que se debe hacer y se continuará haciendo, pero se está muy lejos de ser efectivas en número y en plazo para conseguir efectividad.

Para continuar el razonamiento, y elevándolo al conjunto de la Unión Monetaria Europea, traigo a colación las cuatro opciones que Nouriel Roubini, de la New York University’s Stern School of Business señala en un reciente paper, y que recoge Martin Wolf en el FT, para corregir el problema de la deuda soberana de las economías que se suelen denominar periféricas (dado el tamaño de Italia, yo no la llamaría periférica porque es un término que puede conducir a equívocos).

En primer lugar, relajamiento de la política monetaria, lo que se debe entender como creación de inflación para pagar más fácilmente la deuda antigua. En segundo lugar, un proceso deflacionario a través de los salarios en los países en dificultades junto con reformas hacia la austeridad. En tercer lugar, financiación permanente de los países no competitivos por parte de los países competitivos. En cuarto lugar, reestructuración masiva de la deuda soberana y eventualmente ruptura parcial de la eurozona.

La segunda opción es muy lenta y sangrante para lo países afectados, y la tercera no tiene sentido. Sin embargo, es lo que actualmente estamos haciendo, una mezcla entre la segunda y la tercera alternativa. La primera alternativa es la que históricamente se ha utilizado en muchas ocasiones, pero la Unión Europea y especialmente Alemania no la acepta. Nos queda la cuarta, que es a lo que estamos abocados y todo el mundo se niega a aceptar.

No haría falta hacer un análisis tan formal para darnos cuenta de que el Euro es un invento potencialmente muy perjudicial. Y es que el haber renunciado a la política monetaria tiene sus efectos adversos, porque los países menos competitivos podían manejar su inflación y la devaluación de su moneda para, respectivamente, rebajar la carga de su deuda pública y ganar la competitividad que perdían por otro lado. Era la solución de España, por ejemplo. ¡Y no pasaba nada!

Incluso aún provocando inflación, resolveríamos los problemas actuales, pero las equivocaciones de fondo persistirían. Y, además, es que no veo la solución para evitar los desequilibrios que provoca una moneda única. Lo que se dice de que es necesaria una unión económica creo que es inviable en la práctica, dado que la economía tiene implicaciones en absolutamente el resto de políticas de cada país. De tal manera que no es que los países no querrán renunciar a su política económica, sino que difícilmente se puede unificar la política económica sin unificar el resto de políticas, y esto simplemente es ciencia ficción.

Publicar un comentario

0 Comentarios