Los rumores y las dudas se apoderaron ayer por enésima vez en lo que va de crisis del euro de los inversores. La especulación que agitó la zona euro y de rebote a la debilitada economía global fue que Grecia aprovecharía el cierre de los mercados este fin de semana para declarar suspensión de pagos.
El Gobierno de Atenas confiaba en poder publicar ayer los bancos que se han comprometido en firme a participar en la operación de rescate pactada en julio entre Europa, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el lobby bancario Instituto Internacional de Finanzas.
Pero al cierre de esta edición ni siquiera estaba claro que de momento se pudiera despejar esta incógnita y así reducir las incertidumbres.
Los Estados de la zona euro y el FMI prometieron 109.000 millones de euros en préstamos para evitar la quiebra de Grecia. Y la banca ofreció una contribución valorada en 135.000 millones de euros entre ahora y 2020, fundamentalmente aceptando una quita del 21 por ciento en los títulos de deuda pública griega en su poder.
¿Órdago o farol de Atenas?
El Ejecutivo griego anunció durante el verano que sólo se sometería a las duras exigencias del rescate (recortes presupuestarios, reformas económicas y privatizaciones) si ayer viernes reunía compromisos formales por parte de los bancos suficientes como para garantizar que el sector privado cumpliría el 90 por ciento del pacto.
Al inicio de la semana se multiplicaron informaciones según las cuales sólo se ha reunido entre un 60 y un 70 por ciento de la participación privada prometida. Ayer se aseguraba que se había alcanzado el 75 por ciento y que el 80 estaba al alcance.
La duda era si Atenas daría marcha atrás, renunciaría al 90 por ciento de momento, y no tiraría todo el plan de rescate por la borda.
Los expertos consideraban que los responsables helenos optarían por dar tiempo al tiempo, puesto que a estas alturas todavía sigue abierta también la negociación sobre la participación de los Gobiernos europeos y del FMI.
El Ministerio de Finanzas griego negó que vaya a anunciar el impago e informó que el FMI prevé una reunión extraordinaria el 14 de septiembre, lo que retrasaría hasta el día 19 la vuelta a Atenas de los inspectores que evalúan si prestar a Grecia este mes 8.000 millones de euros, sin los que quebraría.
ESPECULADORES (perdón, INVERSORES) DAN POR DESCONTADO EL DEFAULT
La rentabilidad de las letras helenas a doce meses se dispara hasta un estratosférico 98% Mientras Atenas apura las negociaciones, el veredicto de los mercados ofrece poco margen: la evolución de las últimas sesiones da por desahuciado al país. Sólo desde ese prisma pueden interpretarse los niveles a los que se han disparado tanto las rentabilidades de la deuda pública helena como los seguros para cubrirse de su impago (CDS).Las cifras, desde luego, asustan. El rendimiento de las letras a un año se disparó ayer hasta un estratosférico 98 por ciento; el de los bonos a dos años alcanzó el 57 por ciento y el de los títulos a 10 años, el 20,5 por ciento.
Ninguno de estos registros tiene precedentes. Aunque el termómetro que mejor reflejó la extrema desconfianza que envuelve a la capacidad de Grecia para esquivar la quiebra fueron los CDS. Se dispararon 658 puntos básicos, hasta los 3.470,1, que también suponen un máximo histórico.
Por comparar, el de Venezuela, que es el segundo más alto del mundo, se encuentra en los 1.142 puntos básicos y el de España, que también está entre los diez primeros del ranking mundial, se mueve en los 412,5 puntos básicos.
Esta sangría se abrió paso en medio de constantes especulaciones acerca de una inmediata declaración de quiebra por parte de Grecia.
Aunque su ministro de Economía, Evangelos Venizelos, desmintió públicamente esos rumores y aseguró que provienen de "un juego de mal gusto" y de "un ataque especulativo organizado contra la zona euro en su conjunto", la sensación imperante era la contraria.
Sin ir más lejos, una de esas especulaciones aludía a que Alemania estaba preparando un plan para ayudar a sus bancos sobre la hipótesis de una pérdida de valor del 50 por ciento de su cartera de deuda griega.
Contagio a otros periféricos
La situación extrema que envolvió ayer a Grecia se contagió al resto de los periféricos y España, como Italia, no esquivaron el castigo.Las ventas provocaron que el rendimiento de los bonos españoles repuntara del 5,04 al 5,15 por ciento. Este incremento provocó que la prima de riesgo, medida por el interés adicional que exigen los inversores a los bonos españoles a 10 años con respecto a los alemanes con igual vencimiento, se ampliara de los 317 a los 338 puntos básicos -ó 3,38 puntos porcentuales-.
En el caso italiano, el rendimiento de sus bonos aumentó del 5,27 al 5,41 por ciento y su prima de riesgo, de los 340 a los 363 puntos básicos.
En contraposición, el dinero volvió a guarecerse en el bund alemán. Como consecuencia, su rentabilidad descendió del 1,80 al 1,77 por ciento, el nivel más reducido de la historia.
BANCARROTA O QUIEBRA
Una quiebra o bancarrota es una situación jurídica en la que una persona física, una empresa o un país no puede hacer frente a los pagos que debe realizar por no disponer de los recursos económicos necesarios.
Los utilizamos de manera indistinta pero hay ciertas diferencias entre ambos términos. Estar en bancarrota supone para una empresa desaparecer puesto que no puede hacer frente a sus compromisos de pago, algo que, por fuerza no puede suceder en el caso de un país. También implica malversación, es decir, que las cosas se han hecho mal .
Entrar en quiebra, sin embargo, es dejar de pagar el vencimiento de los plazos pero también incluye pedir más tiempo para poder hacerles frente.Hablar de bancarrota puede ser injurioso, hablar de quiebra no, porque no ha habido mala fe.
En cualquier caso, la quiebra de un país es hasta cierto punto algo normal. Por mucha tensión que se genere entorno a ese hecho, lo cierto es que un país no desaparece del mapa cuando entra en quiebra. Pero puede autoexcluirse de una Zona y abandonar la moneda única. El tema es el siguiente: ¿eso, es más caro o más barato.
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