Estallido en Londres: Ensayo de "terrorismo social" para criminalizar las protestas masivas



¿A quién le sirve una turba de violencia callejera anárquica? Una pregunta básica que seguramente se formularon los expertos y estrategas de "guerra psicológica" que diseñaron y aplicaron en Londres las nuevas tácticas orientadas a direccionar y conducir protestas y estallidos sociales urbanos, con objetivos establecidos por el poder dominante. Se utilizan las mismas técnicas de aprovechamiento político del "terrorismo islámico", exportadas y proyectadas mediáticamente en el plano interno (a nivel psicológico) como "terrorismo social". Una estrategia dirigida a dividir la protesta social (entre "pacifistas" y "violentos") y a preparar las bases operativas de la "democracia blindada" para contener y reprimir los estallidos sociales (legítimos) de hambrientos, marginales y desocupados que se avecinan como desenlace de la crisis del sistema capitalista con epicentro en Europa y EEUU.

Se utiliza la vieja y probada fórmula táctica de "crear un problema, y luego aportar una solución". En Londres, por ejemplo, el problema son los "vándalos, depredadores y violentos" que protagonizaron cuatro días de disturbios con incendios y robos a los comercios y empresas barriales.

La solución (aportada por el poder), consistió en el despliegue de más fuerzas policiales destinadas a la represión, y una propuesta del gobierno británico para incluir a las fuerzas armadas en los dispositivos del control interno dentro de un nuevo marco de legislación más dura para prevenir y combatir las protestas sociales "violentas".

Desde el punto de vista del impacto (y uso) mediático y social, los incidentes de Londres sirvieron para "demonizar" (como delincuentes violentos) a los sectores más marginales de la periferia, y la a vez permitieron "victimizar" a las fuerzas que participaron de la represión que causó 4 muertos y centenares de heridos.

De la misma manera como el "terrorismo islámico" tras el 11-S fue utilizado como justificativo para invadir países (Irak y Afganistán) y para un redimensionamiento y reequipamiento de las fuerzas armadas, de inteligencia y seguridad de EEUU y Europa, el ensayo de "estallido social" en Londres, traza un módulo experimental para el reforzamiento de los aparatos de represión y control de los sectores más marginados.

La trama del estallido en Londres


A diferencia de los "indignados" (estudiantes y clase media) de España, los estallidos de Londres fueron inicialmente detonados y protagonizados por jóvenes marginales de los barrios más carenciados, con altos índices de desocupación y pobreza, tras la muerte de un joven negro por la policía. Un incidente (manipulado por la policía) que sirvió de clara provocación para incitar la reacción de los jóvenes.

¿Quienes fueron las victimas y perjudicados?


Pequeños y medianos comercios y empresas de clase media (las grandes corporaciones y bancos fueron preservados). Llamativamente, la city londinese y sus grandes estructuras comerciales y turísticas no fueron impactadas por los saqueos y disturbios con incendios. El "daño" (anárquico) de los disturbios fue orientado a perjudicar a una capa amplia de la clase media, cuya opinión fue utilizada masivamente por los medios británicos para "demonizar" y calificar de "criminal" la protesta en consonancia con el gobierno. La pauta lo da un "experto" citado por The Guardian. "El objeto de deseo cuya ausencia es más violentamente resentida son variados, y su número y la tentación por tenerlos crece cada día. Y así crece la ira, la humillación, el desprecio y el rencor que suscita no tenerlos. Saquear tiendas y prenderles fuego, deriva de ese impulso", señaló el "especialista" en un justificativo psicologista del "acto criminal".

¿Quienes fueron los victimarios?


El núcleo detonante de los robos y disturbios fueron marginales veinteañeros, pero luego se prendieron desocupados de clase media y estudiantes. O sea que legítimamente hubo causas de marginalidad y desempleo. Pero las protestas no tuvieron consignas políticas (estallido de "violencia pura"). Lo que dio argumentos al gobierno y la policía para calificar a los manifestantes como "criminales y ladrones", consiguiendo adhesión social masiva para la represión. El experto de The Guardian, el profesor Pitts (en una clara muestra de "criminalización" de los incidentes), señaló que los barrios donde se han registrado los peores disturbios, como Tottenham y Hackney en el norte o Brixton en el sur, coinciden con los lugares donde la policía ha detectado la presencia de pandilleros.

¿Quienes fueron los beneficiarios?

El poder (sistema y gobierno) y las fuerzas de seguridad que (mediante el tratamiento criminal del conflicto y sus protagonistas) se "victimizaron" frente a la sociedad británica, consiguiendo consenso y apoyo para fortalecer el aparato represivo y conseguir leyes para "criminalizar" las protestas argumentando combatir la "violencia y la criminalidad". Utilizando necesidades, instintos y reacciones sociales legitimas, como el desempleo y la frustración social, los servicios y unidades de "guerra psicológica" británicos, utilizando las redes de Internet y la telefonía móvil, manipularon y direccionaron la protesta social hacia la anarquía delincuencial y sin ningún objetivo de reivindicación social.

La estrategia con el "terrorismo social"


De esta manera, en Londres, y así como existen los atentados de "falsa bandera" (contenidos en el "terrorismo internacional" manipulado por la CIA y la inteligencia occidental) ahora, y con epicentro inicial en las llamadas "revoluciones árabes", nacieron las protestas y estallidos sociales de "falsa bandera" experimentados y luego exportados desde Medio Oriente y África a las grandes metrópolis centrales europeas.

Probada y estadísticamente, el sistema imperial dominante utiliza el "terrorismo islámico" para disciplinar el "nuevo orden" global y conseguir justificación y consenso internacional para las invasiones militares por conquista de mercados y de recursos estratégicos como el petróleo, la energía, el agua y la biodiversidad cuyas reservas se agotan en el planeta.

También probada y estadísticamente (así quedó demostrado en Londres), el sistema ya utiliza los "estallidos sociales" o protestas violentas (organizados y manipulados por las redes de Internet y la comunicación por telefonía celular) con dos objetivos bien precisos:

A) Desestabilizar gobiernos o regímenes, como primer paso para justificar una intervención militar o cambio de régimen. Como primer caso puedee citarse como ejemplos más emblemáticos las "revueltas populares" de Egipto, y Túnez. Y como segundo, Libia y Siria (y potencialmente Irán) donde las "protestas populares" van derivando en una "rebelión armada" contra el régimen, y posteriormente en una intervención militar (invasión) internacional contra el país. El objetivo es un cambio de régimen y el apoderamiento del mercado y los recursos estratégicos del país.

B) Utilización de los "estallidos" violentos o protestas sociales dentro de las propias potencias centrales para generar consenso social y justificación para reforzar los aparatos represivos internos (policiales y militares) e impulsar nuevas legislaciones de mayor control y criminalización de las protestas sociales.

En este escenario, y siguiendo los objetivos del poder capitalista del cual forma parte, el aparato mediático oficial, británico e internacional, coincidió en calificar los incidentes sociales en Londres como "anárquicos, delincuenciales y carentes de objetivos de reivindicación social".

En primer lugar, el objetivo (claro y emergente) apunta a separar las "protestas violentas" (la "violencia anárquica y delincuencial") de las "protestas civilizadas" (las movilizaciones con "reivindicación social"), con la finalidad de dividir a la clase media de las clases bajas y marginales más vulnerables y afectadas por el desempleo, los ajustes y la suba de los alimentos. O sea, dividir (con carácter clasista) la protesta social para su mejor represión y control.

En segundo lugar, en Londres se puso en marcha una estrategia dirigida a dividir la protesta social (entre "pacifistas" y "violentos") separando a los sectores medios de los estallidos sociales protagonizados por hambrientos, marginales y desocupados que ponen al sistema en riesgo de "ingobernabilidad".

En tercer lugar, preparar la batería doctrinaria y operativa de una "democracia blindada" (sustentadas en la clase media y alta incluidas) para prevenir y reprimir los levantamientos sociales masivos que se aproximan como desenlace de la crisis global del sistema capitalista.

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