“Un fantasma recorre Europa, y no es precisamente el del comunismo previsto por Carlos Marx y Federico Engels”, dice un periodista comentando la situación actual de la Unión Europea que ahora enfrenta la crisis de Italia. Si las deudas de Grecia, Irlanda y Portugal –sigue diciendo el periodista- representan el 8% de la deuda europea, la de Italia alcanza al 22%. Algo más: 300 mil millones de euros están en los bancos franceses.
Decir ¿qué va a pasar?, es una broma de mal gusto. Con los datos que da ese cronista, y no están todos los que presenta, puede alarmarse cualquiera de nosotros pues, semejante crisis no va afectar sólo a Europa; llegará irremediablemente a nuestros país.
Podemos agregar, como otro elemento de esta crisis, lo que está ocurriendo en Estados Unidos de Norteamérica. El presidente Obama no logra convencer a los senadores republicanos y a algunos de su propio partido demócrata, que acepten elevar el tope de la deuda fiscal. Esa deuda alcanza ahora a 14.300 billones de dólares, algo así como dos mil veces el producto interno bruto de Bolivia. Como nuestra economía no es comparable con la estadounidense, bastará decir que su deuda pública supera el producto interno bruto de Estados Unidos.
Ahí tenemos los elementos de una crisis que afecta a los países altamente enriquecidos, aunque no se mencione a Japón. Pero, en el Asia, ya se han presentado los mismos síntomas.
Y el analista dice: Un fantasma recorre Europa, y no es precisamente el del comunismo previsto por Carlos Marx y Federico Engels. Habrá que revisar El Capital, pues allí nos encontraremos con la exacta descripción de la crisis, aunque mostrada en un solo país. Es como si Marx hubiese detallado lo que ocurre ahora en un modelo a escala y hoy tiene la dimensión real.
Frente a ese panorama ocurre que los pueblos se movilizan. Parecía, en principio, que el pueblo en las calles, era una protesta contra los déspotas del mundo árabe. Hábilmente, los medios de comunicación, ocultaron la lucha victoriosa de Islandia contra la deuda que le impusieron los bancos británicos. Ya no pudieron hacerlo con las manifestaciones en Grecia y, luego, en España. Evidente, se trata del fantasma que aterra a los capitalistas.
Ahora bien. La crisis en Italia no puede manejarse desde los bancos europeos. Es demasiado grande para que sea absorbida por la banca internacional. Seguramente correrán algunos montos para ayudar al gobierno de Berlusconi, pero de ninguna manera en la dimensión que se permitieron con Grecia, Irlanda y Portugal. La deuda italiana quedará impaga y los bancos franceses caerán. Después, por el efecto dominó, ocurrirán acontecimientos adversos en Alemania, Gran Bretaña y la Europa del Este, a la que no se ha mencionado hasta ahora, entrará en un proceso de empobrecimiento sin asidero de salvación.
¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo es posible que, un desarrollo tan sostenido como el pregona do por los voceros del imperio, de pronto haya estallado como pompa de jabón? Era previsible. En el mercado capitalista, la demanda acelera la oferta. La producción es, cada vez, mayor y no puede detenerse. Llega un momento, por tanto, en que la demanda queda por debajo de la oferta. Pero ¿acaso no nos enseñaron que, el mercado, es el mejor regulador de la economía? Enseñanza falsa, pues el mercado jamás puede regular, ya que la competencia entre productores crea condiciones de sobreproducción. Fatalmente, el mercado entra en crisis.
Si no es bastante esta explicación, veamos lo que ocurre en Estados Unidos de Norteamérica. Su deuda es mayor al total de su producción anual. Ninguno de nuestros países empobrecidos alcanza semejante porcentaje. ¿Qué ocurrió? Primero se habló de la “burbuja inmobiliaria”. Luego se trató del combustible. Vino después el encarecimiento de los alimentos. Seguidamente enfrentaron al alza de los minerales. Si a esto le agregamos las desgastantes guerras en las que, el gobierno de Washington, creyó recuperar su economía, tenemos un panorama tenebroso. ¿Por qué? Pues, simplemente, porque no es cierto que, a mayor gasto, mayor crecimiento de la economía. Tal absurdo ha sido comprobado más de una vez, pero los economistas del sistema, insisten en la misma acción.
¿Qué están haciendo en Bolivia? la noticia de este domingo es preocupante. De forma súbita, las tasas de interés en bolivianos han subido a 2,5%, mientras el interés para depósitos en moneda extranjera se mantiene alrededor de 1%. Los directivos de los bancos informan que aumentó la demanda de préstamos, pero no dicen cuál es la causa. Sin embargo, podemos asumir que se trata de un aumento en la oferta del mercado que puede dar la imagen de auge económico.
No es cierto. La economía crece cuando se hace inversión, no gasto. Inversión es producción de bienes. El aumento productivo genera empleo de mejor calidad que los niveles actuales. El gasto, en cambio, genera endeudamiento de la población que puede ilusionarse con la posesión de dinero pero que, al final, debe devolver. Si no tiene ingresos para pagar, se desata la crisis, a nivel personal y a nivel nacional.
¿Qué hacer? Debemos salir del circuito de la crisis. Insistir en la necesidad de crear nuestro mercado interno, manejado con una producción que se desarrolle según nuestras necesidades, no sólo de Bolivia sino de Nuestra América. Así abriremos la posibilidad de una solución. No nos queda mucho tiempo. La subida del interés en los bancos, es el primer indicio. Es preciso actuar ahora mismo.
Antonio Peredo Leigue
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