Al envolver a Italia, que esta semana votó un riguroso ajuste presupuestal que afecta sueldos, jubilaciones y aprueba privatizaciones, la crisis del euro ha ingresado en una nueva y peligrosa fase: se puso en riesgo la moneda única en la región.
Desde que comenzó la crisis de la deuda soberana en Europa, los encargados de definir las políticas en la eurozona temieron que la agitación que afectó a Grecia, y después a Irlanda y Portugal, englobaría a economías más grandes. La atención se centró en España, un país que continúa en peligro. Sin embargo, el contagio se extendió a un lugar más alarmante: Italia.
A partir del 8 de julio, los mercados de bonos comenzaron una inesperada huelga de compradores, lo que llevó los rendimientos de la deuda italiana a sus niveles más altos en una década. Esos movimientos violentos tuvieron como reflejo agudas caídas de las acciones de los bancos italianos. Los mercados se tranquilizaron a mediados de la semana, debido a comentarios de que el Banco Central Europeo (BCE) comenzó a comprar deuda periférica. Pero, el daño psicológico estaba hecho. La posibilidad de que Italia, la tercera mayor economía de la eurozona y el tercer mayor emisor mundial de bonos del tesoro, pudiera ser arrastrada a la crisis de la deuda, no puede ser negada.
Se exageró al dar a Italia por liquidada. El ratio deuda bruta-PIB de Italia es grande, situándose en el 120%, y el país tiene un problema crónico de crecimiento, pero no es insolvente. Su balance primario (excluyendo el pago de intereses) tiene excedente y el vencimiento promedio de su deuda está en 7 años razonables. Muchos otros países tienen perfiles de deuda tan preocupantes. Italia cuenta con un sector exportador vibrante que podría prosperar más si el país fuera más competitivo.
Eso no significa que los mercados hayan actuado de manera irracional. Si Italia quedara excluida de los mercados de bonos, y más aun si cayera en cesación de pagos, las consecuencias serían enormes. Italia debe alrededor de la cuarta parte de la deuda externa del sector público de la eurozona. Sus bonos están en manos de bancos y aseguradoras a lo largo de la región. Las pruebas de estrés de los mayores bancos de la región muestran que el sistema financiero de la región puede absorber las pérdidas de un default de Grecia y solo alrededor de una docena de bancos tendría que reunir capital adicional. Las pérdidas de Irlanda y Portugal también podrían ser contenidas. Pero, agudas caídas del valor de la deuda de los gobiernos de Italia y España generan el riesgo de una ola de insolvencia bancaria.
Los bancos franceses tenían casi US$ 100.000 millones de deuda soberana italiana a fines del año pasado (y una exposición total a Italia que era cuatro veces mayor), de acuerdo con lo que indicó el Banco Internacional de Pagos. Eso es más que su exposición combinada a Grecia, Irlanda, Portugal y España.
La causa inmediata de la pronunciada caída de los precios de los bonos parece tener su raíz en el mundo bizantino de la política italiana y en especial, en una áspera disputa entre Silvio Berlusconi y el ministro de Economía, Giulio Tremonti, respecto de las normas de un presupuesto de emergencia. El premier se mofó de Tremonti, en quien confían los mercados, como alguien que "se cree un genio y considera a todos los demás cretinos".
Otros factores domésticos también alimentaron la caída. Una es la inminente oleada de amortizaciones de bonos: US$ 247.000 millones en títulos del gobierno italiano (11% del total de la deuda que puede colocarse en los mercados) tienen vencimientos en el segundo semestre del año. Otro factor es el plan de austeridad por US$ 99.000 millones, que pretende ahorrar el equivalente a US$ 67.680 millones entre 2011 y 2014 para eliminar el déficit.
De acuerdo con las estimaciones realizadas por los sindicatos, las medidas sustraerán cerca de 1.200 euros anuales a las familias de clase media.
Los acontecimientos en el exterior también jugaron su papel. Las señales de que los errores en torno del segundo rescate de Grecia terminarían en la reestructura del endeudamiento, indujeron a la fuga de los inversionistas de los países del centro de la eurozona, así como también de los periféricos. Antiguos compradores de bonos de los gobiernos como son los fondos de jubilaciones y las aseguradoras, se abstuvieron, lo que derivó en el cierre casi total del mercado de bonos italiano.
EMERGENCIA. La espiral descendente puede haber sido exacerbada por los esfuerzos de Europa de recortar el valor de la deuda soberana de Grecia sin disparar el pago de los contratos de credit-default-swaps (un contrato, por el cual el comprador de un swap de crédito recibe protección y el vendedor garantiza el valor). Eso dejaría a muchos tenedores de deuda griega sin la protección ante las pérdidas, alentándolos a cubrir su riesgo al apostar en contra de otra deuda denominada en euros como puede ser la de Italia. Asimismo, alienta a los tenedores de deuda italiana a vender los bonos, en lugar de asegurarlos con políticas que pueden no dar resultado. La presión de los gobiernos sobre los bancos para mantener sus tenencias en Grecia, también pudo haber suscitado preocupación de que podría surgir similar coerción en otros lugares. La reducción del grado de la deuda irlandesa por parte de la calificadora Moody`s, contribuyó al nerviosismo.
La perspectiva de que Italia sea arrastrada hacia la trampa de la deuda, en la que tenga que pedir prestado para pagar el servicio de la deuda existente, por el momento, parece remota. La mayor parte de la deuda del país no necesita ser refinanciada por años, por lo que llevaría un tiempo para que se perfilaran tasas más altas. Analistas de UBS admiten que aun en el caso de que las tasas de interés a diez años tuvieran un pico del 10% en la deuda italiana -brevemente superaron el 6%, el 12 de julio- el promedio de los costos de pedir créditos crecería solo 0,5 puntos porcentuales por año, en los próximos cuatro años.
Su sistema bancario está relativamente protegido de la agitación en los mercados de bonos, debido a que más del 90% de los créditos están financiados por depósitos. Muchos de los bancos más grandes tienen exceso de liquidez. "Los bancos italianos son más fuertes de lo que parecen", indicó Paolo Bordogna, de la consultora Bain & Co.
Italia también ha actuado con rapidez para robustecer la confianza, acelerando la votación del presupuesto, así como propuestas para privatizar bienes estatales. El déficit italiano, que ya está entre los más chicos de la eurozona, seguirá reduciéndose. Italia espera reducir su deuda para 2014. El jueves, el Parlamento aprobó una serie de medidas para enfrentar la crisis. "Italia solo reacciona bajo una emergencia", comentó el jefe de una institución financiera italiana. "Ahora, hay una emergencia".
TRIPLE. A comienzos de la semana, los ministros de Economía de la Unión Europea estuvieron reunidos en Bruselas y recibieron una carta con una severa reprimenda del primer ministro de Grecia, George Papandreou. Al insistir que su país había hecho su parte para impulsar reformas dolorosas, condenó "la falta de decisión y errores" de la respuesta europea a la crisis: prevaleció "una cacofonía de voces y enfoques, que creó más pánico que seguridad".
La crítica que hizo Papandreou suena a verdad, pero no se puede negar la complejidad del triple problema que enfrentan los líderes europeos. En primer lugar, deben definir cómo tratar a Grecia, que fue rescatada una vez y necesita aún más ayuda. En segundo lugar, deben tomar acciones preventivas para que la crisis no se siga profundizando, no solo en Irlanda y Portugal, sino también en Italia y España, que son la tercera y cuarta economías más grandes, respectivamente, en la zona del euro. En tercer lugar, deben asegurar que la crisis de la deuda soberana no precipite una crisis bancaria.
La respuesta a los tres problemas resulta muy complicada por el hecho de que la unión monetaria de Europa carece de un apuntalamiento fiscal. Debido a que los electorados del Norte en los países acreedores -notablemente Alemania, pero Holanda y Finlandia también- se muestran hostiles a rescatar a los despilfarradores deudores de la periferia, los líderes europeos solo han podido reunir un número limitado de recursos y herramientas fiscales. La más importante es la Facilidad de Estabilidad Financiera Europea (EFSF), cuya capacidad efectiva de prestar, sobre la base de garantías de los estados de la eurozona, será incrementada de alrededor de US$ 350.000 millones a US$ 560.000 millones en el otoño del hemisferio Norte. Eso no parece suficiente.
La EFSF (junto a otro fondo europeo mucho más chico) ya es utilizado para proveer fondos de rescate a Irlanda y Portugal, mientras el FMI aporta casi un tercio del total, como en todos los rescates. La EFSF también será usada para financiar el segundo rescate de Grecia (la contribución Europa al primer rescate es a través de créditos bilaterales de otros estados de la eurozona). Ahora, los líderes europeos contemplan otros usos para esa facilidad.
Desde que se hizo evidente que Grecia requeriría un rescate adicional, el ministro de Economía de Alemania, Wolfgang Schauble, insistió en que los tenedores privados de deuda griega deberían participar del dolor en lo que se denomina con el eufemismo de "participación del sector privado". Eso involucra a los tenedores de bonos que deberían extender sus créditos o aceptar recortes.
Las cifras
8 Son los millones de italianos que están bajo el umbral de la pobreza relativa; la cifra representa al 13,8% de la población del país.
3 Entre los 8 millones de pobres, hay 3 millones que llegaron al nivel de pobreza absoluta. Los datos fueron difundidos por el ISTAT.
1,9 Son los billones de euros de deuda pública que tiene Italia; la cifra representa cerca del 120% del Producto Bruto Interno.
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