Hace poco más de dos semanas, estábamos a punto de ponernos en marcha con un nuevo reportaje de Crónicas. Nuestro objetivo era el movimiento de ocupación en las grandes ciudades, los centros sociales autogestionados y su apuesta porque el ciudadano vuelva a ser protagonista de "lo público".
Queríamos retratar una serie de iniciativas con algo en común: devolver la vida a los barrios y plazas de las grandes ciudades y, en definitiva, la necesidad de que sus habitantes puedan tener más protagonismo en su gestión.
Y, por esas cosas del destino, desde el 15 de mayo, fiesta local en Madrid, una plaza (la de la Puerta del Sol) y cientos de personas, se convirtieron en protagonistas de un movimiento social de "gran alcance", contagiando a otras calles y plazas, dentro y fuera de nuestro país. Un movimiento que también pedía y reivindicaba el papel de los ciudadanos como protagonistas de "lo público".
Estaba claro que Crónicas tenía que estar allí. Y allí nos fuimos, a buscar dentro de la propia Plaza.
¿Juventud dormida?
El movimiento 15M, como pasará a la historia, es un movimiento social de protesta que exige cambios políticos y económicos pero que, ante todo, ha demostrado a muchos que la juventud (porque la mayoría de ellos son jóvenes "indignados") no estaba dormida y ha sido capaz de contagiar a muchos otros y de organizarse de una manera ejemplar.
En Sol todo el que ha querido hablar, ha hablado. En las Asambleas, en las distintas Comisiones o en los llamados "Talleres de la Palabra", abiertos a todos aquellos que pasan por allí. Exponen lo que les preocupa, se escuchan y se respetan. Las asambleas son la herramienta que les nutre para buscar ideas, respuestas y propuestas.
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