Imposible que la última estafa del gran capital evidenciada en el 2008 quede incólume, menos aún la continuidad del pillaje expresado en la ofensiva de un capitalismo en crisis que pretende seguir asesinando la humanidad y el planeta sobre la base de la impunidad y el robo descarado a los pueblos del mundo. Las respuestas multitudinarias a los verdaderos capos, las mafias corruptas del gran capital, se encadenan y trascienden continentes: movilizaciones, insurrecciones y miles de protestas crean una crisis de gobernabilidad en los poderes constituidos: locales, nacionales, regionales e internacionales. Todas las instituciones creadas por la lógica del capital y su cultura alienante comienzan a ser jaqueadas por su pérdida de credibilidad, se inserta un proceso revolucionario en la cabeza de la gente, de los habitantes de una parte importante de las regiones del mundo y que se convierte en dinamo de todo un proceso movilizador-transformador: la Disposición de Cambio se instala en proceso como hecho objetivo.
Escribo desde la experiencia revolucionaria que vi, viví y vivo en estos últimos 22 años de movilización en curso en Venezuela. El Caracazo de 1989 reflejó un salto descomunal en la conciencia de nuestro pueblo frente a las medidas de ajustes económicas de carácter neoliberal que hoy reedita el capitalismo en el mundo, en dos días de insurgencia el pueblo selló el acta de defunción de los 40 años de alternancia socialdemócrata y socialcristiana que precedieron la Revolución de Febrero. Allí surgieron las consignas que caracterizaban la situación que se vivía y su continuidad programática: No hay Pueblo Vencido y Refundación de la Republica, Constituyente Ya. Comenzaba un aprendizaje colectivo constituyente que daba forma a otro poder frente al poder constituido, que hoy persiste, que se niega a ser enterrado y cobra fuerza debido a la ignorancia de una dirección política burocrática que desprecia la genialidad intuitiva del pueblo cuando cobra consciencia de su rebeldía transformadora y marca direccionalidad política en los momentos de peligro, eso que se hace carne y hueso como poder originario, soberano… poder y sujeto constituyente revolucionario. Si alguien aprehendió esto fue Chávez, quien supo interpretar las Claves de Febrero y cabalgar el proceso venezolano, de allí la dirección delegada en él por el Pueblo Bolivariano, nombre con el que marcó al pueblo civil y uniformado y cuyo protagonismo como sujeto colectivo nadie puede objetar en este último tramo de la historia de luchas en Venezuela. Retomar el rumbo es su disyuntiva y, también, la de nuestro sujeto constituyente que se ha pretendido invisibilizar.
Disposición de cambio, sistema asambleario constituyente, poder constituyente y nuevo régimen anticapitalista
No sé si pasaran meses, años o décadas para que en los pueblos de Europa y de los Países Árabes se cualifiquen aún más sus movilizaciones y logren coronar cambios constituyentes. La arrogancia del poder imperialista infundirá terror ante su propia debilidad y la necesidad de detener el “gran desorden” que genera la rebeldía de los pueblos. En Venezuela duramos 10 años y con dos insurrecciones militares en el medio para arribar a la Asamblea Constituyente después del Caracazo: produjimos un cambio de régimen insuficiente, en medio de un retroceso de las vanguardias de izquierda que giraban a la derecha por la pérdida de sus referentes y sin la ventaja de hoy donde el capitalismo, como nunca, enseña su esencia corrupta y su codicia cada vez más implacable. El pueblo de Honduras cumplirá en junio dos años en su intento de un Referendo Constituyente que le costó un golpe de estado monitoreado, precisamente, por el Departamento de Estado. Bolivia estuvo al borde de una guerra civil y a Ecuador de vaina no le asesinan al Presidente constituyente.
La instancia más democrática normada por los Estados Capitalistas se convierte ahora en una salida terrorífica para las burguesías nacionales y los imperios. Frente a la falta de credibilidad de las instituciones constituidas que actúan en total impunidad, surge la Democracia Extrema, Directa y de Calle con todo el inmenso protagonismo, participación, radicalización y violencia que le imprimen los pueblos movilizados, se empieza a prefigurar el Sujeto Constituyente Revolucionario, el Poder Soberano o Poder Constituyente Originario que pasa a ser el enemigo más peligroso del Capital y de todas sus instituciones creadas para mantener su dominación. Nace y empieza a madurar un doble poder: el constituyente en aguda oposición al constituido. Todo lo viejo o constituido comienza a ser jaqueado desde la calle, en debate constituyente asambleario, en permanente movilización y articulación masiva, las cuales se adecuarán para responder en cualquier terreno que imponga el poder constituido.
En Venezuela fuimos a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), el objetivo era producir una Nueva Constitución (1999). Nos quedamos cortos. En Caracas y otras ciudades importantes del país, previo al Referendo que convocaba a la ANC, confluimos en una instancia de Asamblea Constituyente Popular, un organismo de debate y acción de movimientos sociales y frentes constituyentes, donde apreciábamos la presencia de un doble poder, en confrontación en todo el país y que meses antes garantizó la llegada de Chávez al gobierno. Esta caracterización nos llevó a percatarnos de la necesidad de construir la propuesta de un Sistema Constituyente que superara la sola instancia de la ANC, que nos permitiera ir más allá y contraponer a todo poder local (parroquia-junta y municipio- alcaldía) y regional (estado o gobernación) la correspondiente asamblea y poder constituyente que permitiera Refundar la República desde abajo. Hoy podríamos convencernos de su correcta formulación, porque este sistema nos iba a conducir no solo a un gran debate constituyente en una instancia nacional sino, también, a un inmenso ejercicio de gobernabilidad revolucionaria y constituyente desde las bases, desde abajo, en un proceso de desconstrucción de los poderes constituidos de caracter local y regional del actual Estado Capitalista. La ANC y su objetivo de formular una nueva constitución significó un avance importantísimo, pero lamentablemente decapitó el carácter permanente del proceso constituyente que testarudamente insiste en hacerse presente, de manera débil, en las universidades, en las experiencias embrionarias de control obrero y nuevo modelo de gestión productiva, en los medios de comunicación, en la organización de los trabajadores, etc.
Escribo desde la experiencia revolucionaria que vi, viví y vivo en estos últimos 22 años de movilización en curso en Venezuela. El Caracazo de 1989 reflejó un salto descomunal en la conciencia de nuestro pueblo frente a las medidas de ajustes económicas de carácter neoliberal que hoy reedita el capitalismo en el mundo, en dos días de insurgencia el pueblo selló el acta de defunción de los 40 años de alternancia socialdemócrata y socialcristiana que precedieron la Revolución de Febrero. Allí surgieron las consignas que caracterizaban la situación que se vivía y su continuidad programática: No hay Pueblo Vencido y Refundación de la Republica, Constituyente Ya. Comenzaba un aprendizaje colectivo constituyente que daba forma a otro poder frente al poder constituido, que hoy persiste, que se niega a ser enterrado y cobra fuerza debido a la ignorancia de una dirección política burocrática que desprecia la genialidad intuitiva del pueblo cuando cobra consciencia de su rebeldía transformadora y marca direccionalidad política en los momentos de peligro, eso que se hace carne y hueso como poder originario, soberano… poder y sujeto constituyente revolucionario. Si alguien aprehendió esto fue Chávez, quien supo interpretar las Claves de Febrero y cabalgar el proceso venezolano, de allí la dirección delegada en él por el Pueblo Bolivariano, nombre con el que marcó al pueblo civil y uniformado y cuyo protagonismo como sujeto colectivo nadie puede objetar en este último tramo de la historia de luchas en Venezuela. Retomar el rumbo es su disyuntiva y, también, la de nuestro sujeto constituyente que se ha pretendido invisibilizar.
Disposición de cambio, sistema asambleario constituyente, poder constituyente y nuevo régimen anticapitalista
No sé si pasaran meses, años o décadas para que en los pueblos de Europa y de los Países Árabes se cualifiquen aún más sus movilizaciones y logren coronar cambios constituyentes. La arrogancia del poder imperialista infundirá terror ante su propia debilidad y la necesidad de detener el “gran desorden” que genera la rebeldía de los pueblos. En Venezuela duramos 10 años y con dos insurrecciones militares en el medio para arribar a la Asamblea Constituyente después del Caracazo: produjimos un cambio de régimen insuficiente, en medio de un retroceso de las vanguardias de izquierda que giraban a la derecha por la pérdida de sus referentes y sin la ventaja de hoy donde el capitalismo, como nunca, enseña su esencia corrupta y su codicia cada vez más implacable. El pueblo de Honduras cumplirá en junio dos años en su intento de un Referendo Constituyente que le costó un golpe de estado monitoreado, precisamente, por el Departamento de Estado. Bolivia estuvo al borde de una guerra civil y a Ecuador de vaina no le asesinan al Presidente constituyente.
La instancia más democrática normada por los Estados Capitalistas se convierte ahora en una salida terrorífica para las burguesías nacionales y los imperios. Frente a la falta de credibilidad de las instituciones constituidas que actúan en total impunidad, surge la Democracia Extrema, Directa y de Calle con todo el inmenso protagonismo, participación, radicalización y violencia que le imprimen los pueblos movilizados, se empieza a prefigurar el Sujeto Constituyente Revolucionario, el Poder Soberano o Poder Constituyente Originario que pasa a ser el enemigo más peligroso del Capital y de todas sus instituciones creadas para mantener su dominación. Nace y empieza a madurar un doble poder: el constituyente en aguda oposición al constituido. Todo lo viejo o constituido comienza a ser jaqueado desde la calle, en debate constituyente asambleario, en permanente movilización y articulación masiva, las cuales se adecuarán para responder en cualquier terreno que imponga el poder constituido.
En Venezuela fuimos a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), el objetivo era producir una Nueva Constitución (1999). Nos quedamos cortos. En Caracas y otras ciudades importantes del país, previo al Referendo que convocaba a la ANC, confluimos en una instancia de Asamblea Constituyente Popular, un organismo de debate y acción de movimientos sociales y frentes constituyentes, donde apreciábamos la presencia de un doble poder, en confrontación en todo el país y que meses antes garantizó la llegada de Chávez al gobierno. Esta caracterización nos llevó a percatarnos de la necesidad de construir la propuesta de un Sistema Constituyente que superara la sola instancia de la ANC, que nos permitiera ir más allá y contraponer a todo poder local (parroquia-junta y municipio- alcaldía) y regional (estado o gobernación) la correspondiente asamblea y poder constituyente que permitiera Refundar la República desde abajo. Hoy podríamos convencernos de su correcta formulación, porque este sistema nos iba a conducir no solo a un gran debate constituyente en una instancia nacional sino, también, a un inmenso ejercicio de gobernabilidad revolucionaria y constituyente desde las bases, desde abajo, en un proceso de desconstrucción de los poderes constituidos de caracter local y regional del actual Estado Capitalista. La ANC y su objetivo de formular una nueva constitución significó un avance importantísimo, pero lamentablemente decapitó el carácter permanente del proceso constituyente que testarudamente insiste en hacerse presente, de manera débil, en las universidades, en las experiencias embrionarias de control obrero y nuevo modelo de gestión productiva, en los medios de comunicación, en la organización de los trabajadores, etc.
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