Zapatero se estrella con la 'ley Sinde' y despide el año con otra derrota política

 - elConfidencial.com

El Congreso de los Diputados rechazó ayer la ley Sinde y la convirtió en una norma pirata. La disposición para cerrar páginas web se estrelló contra la oposición de todos los grupos, excepto el PSOE, desdibujando así la gran promesa del Gobierno desde la primavera de 2009: la Ley de Economía Sostenible (LES). José Luis Rodríguez Zapatero termina el año con otro fracaso político, incapaz de sacar adelante una ley impopular en la que los socialistas habían puesto en juego su fortaleza parlamentaria.

La derrota deja en evidencia la falta de estrategia en el PSOE, así como el error de Moncloa al empecinarse en mantener la ley Sinde en el marco de la Economía Sostenible. El fracaso afecta directamente a Zapatero, ya que la LES ha sido el eje de su discurso económico durante casi dos años, y ayer quedó eclipsada por la frustrada norma antidescargas. Además, los socialistas se quedaron solos en la fotografía política del Parlamento, mientras que la ya desgastada imagen del presidente del Gobierno se deterioraba aún más en las redes sociales. Como señaló un veterano diputado, "solo hay algo peor que sacar adelante una ley en contra de la mayoría de la sociedad: no conseguir sacarla adelante".

La otra gran damnificada es la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, quien ayer continuó apelando a la preocupación de Barack Obama como argumento para que la disposición para cerrar webs de forma preventiva fuera aprobada. La cineasta se encontró en 2009 defendiendo esta norma en solitario, pese a que su inclusión en la LES fue idea del jefe de Gabinete de Zapatero, José Enrique Serrano. González-Sinde incluso se vio rectificada por el presidente del Gobierno, quien llegó a afirmar que no se cerraría ninguna web. La ministra superó el correctivo de Zapatero y aguantó en su cargo en la pasada remodelación del Ejecutivo. No obstante, su gestión se ha vuelto a ver comprometida por la oposición del Congreso a la ley que, oficiosamente, lleva su nombre.

Horas de tensa negociación

El Gobierno pecó de soberbia y se presentó en la Comisión de Economía y Hacienda sin los deberes hechos. Había logrado apartar la aprobación de la LES de los focos del Pleno, pero no había atado la ley Sinde. El pasado jueves, el PNV adelantó al PSOE que no aprobaría la controvertida disposición. CiU se convirtió entonces en la única alternativa posible, pero los nacionalistas catalanes habían enmendado a la totalidad la Economía Sostenible, por lo que cualquier pacto obligaba a revisar la ley en su conjunto.

Demasiados cambios para una negociación sin margen presupuestario y a contrarreloj. Sin embargo, CiU trató de mantener el suspense hasta el momento de la votación, con el objetivo de forzar al PSOE a aceptar sus exigencias en materia económica, fiscal y de transportes. Los socialistas negociaron durante horas, pero, finalmente, lo dejaron por imposible. Su siguiente objetivo fue el PP, partido que había presentado una enmienda para que la tutela judicial estuviera presente desde el inicio de cualquier procedimiento para cerrar una web.

Victoria de la sociedad civil en la Red


El Grupo Socialista ofreció a los populares cambiar su enmienda por una mejora de la capacidad de arbitraje o mediación de la futura Comisión de Propiedad Intelectual, pero tampoco fue suficiente. Con siete horas de retraso respecto a la hora prevista, y tras una tarde de nervios en el PSOE, comenzó la votación. Pasadas las diez de la noche, la oposición unió sus 20 votos para someter a los 18 diputados socialistas.

La derrota de la ley Sinde se vivió en las redes sociales como una victoria de los internautas sobre el Ejecutivo. El lunes, las web de PSOE, PP, CiU y PNV sufrieron un ciberataque que las dejó fuera de servicio, mientras que ayer las víctimas digitales fueron la página del Congreso y los buzones de correo electrónico de sus señorías. Pese a que finalmente fueron los grupos parlamentarios con su voto quienes tumbaron la norma, y a que la movilización en la Red no fue más allá de la conversación en Twitter, el fracaso de esta disposición se recordará por la inédita presión que los ciudadanos han ejercido sobre los políticos a través de Internet.

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