- Libertad Digital
José Luis Rodríguez Zapatero ha anunciado en su última rueda de prensa del año "reformas de gran calado" para hacer frente a los desafíos que enfrenta la economía española. Los analistas piden desde hace tiempo que se dejen a un lado los mensajes populistas y se ataquen los grandes males que lastran su competitividad. ¿Será está la ocasión en la que el país dé el salto modernizador que necesita? Será cuestión de esperar a ver qué pasa, pero no hay mucho más margen para el error.
Los peligros
El mayor peligro es que José Luis Rodríguez Zapatero vuelva a incumplir sus promesas. No hay mucho margen para volver a decepcionar a los demás socios de la UE o a los inversores. La deuda española se ha estado moviendo en las últimas semanas de 2010 en niveles cercanos al 5,5%. Aún está lejos de lo que tiene que pagar el Tesoro irlandés o el griego, pero si no se logran los objetivos de déficit propuestos por el Gobierno, volverán los problemas.
La economía española tiene que realizar reformas estructurales, que garanticen el crecimiento durante los próximos años y, de esta manera, aseguren que la recaudación crecerá y disminuirá el gasto dedicado a prestaciones sociales (sobre todo el subsidio de desempleo). Si los cambios no son creíbles, la deuda puede volver a entrar en una espiral de subidas de la que le resultaría complicado salir. Ya fue un drama cuando se superaron los 100 puntos de diferencia en la prima de riesgo respecto al bono alemán; ahora está en los 249. ¿Podría soportar España que creciera mucho más? ¿Estarían dispuestos sus socios de la UE a rescatarla? ¿Podrían pagar este rescate?
Las razones para creer
Las medidas esbozadas por Zapatero podrían ser muy positivas para la economía española. El problema es si se atreverá a llevarlas a cabo. Los que quieren creer que sí, se apoyan en que no tiene otro remedio. España es, desde el pasado mayo, una economía semi-intervenida, y la UE y Alemania no permitirán que no se adopten estas reformas. De hecho, Angela Merkel ya ha anunciado que visitará Madrid a mediados de febrero, en lo que se interpreta como un aviso de que utilizará este viaje para controlar los cambios.
Además, los optimistas pueden pensar que ya se han iniciado las reformas: ha habido algún cambio en el mercado laboral; las pensiones ya tienen su camino marcado; en el mercado energético ya se ha anunciado un tajo muy importante en las subvenciones a las renovables; y se anuncia una reforma para reducir extraordinariamente las cargas administrativas a la creación de empresas.
Las razones para dudar
El problema es que Rodríguez Zapatero no es el político más fiable sobre la faz de la tierra. No sólo es que haya cambiado de opinión sobre centenares de asuntos en función de cómo sopla el viento en la encuestas, sino que ya ha dado muestras de que es capaz de aguar una medida ya anunciada. De esta manera, cuando Elena Salgado volvió de Bruselas en mayo, se anunciaron reformas en el mercado laboral muy profundas. En los periódicos se comenzó a dar por hecho que se acabaría con la negociación colectiva o se facilitaría el despido objetivo. Sin embargo, en el texto final aprobado en julio, estas dos cuestiones casi ni se tocaron. Es decir, en cuanto pasó el momento más peligroso y el Gobierno pudo echarse para atrás, lo hizo. No hay ninguna razón para pensar que no pueda volver a hacer lo mismo.
En este sentido, las elecciones autonómicas y municipales de mayo no ayudan. Las perspectivas para el PSOE son nefastas y muchas de las reformas son especialmente polémicas para el electorado de izquierdas. ¿Se atreverá el Gobierno a aprobarlas unas semanas antes de la cita con las urnas? Si se produce un desastre electoral, ¿estará dispuesto a mantener el rumbo?
Las reformas
Mercado laboral: es la más esperada y, seguramente, la más necesaria. Ya se hizo una en septiembre, pero se quedó a medias (o menos aún). Después de un año de negociación con los sindicatos y la patronal, prácticamente no se tocaba nada de la negociación colectiva, ni se aclaraba del todo el tema del despido objetivo. Ahora parece que sí se va en serio.El Economista publica este jueves que Trabajo ha prometido a Joan Rosell una "reforma laboral más profunda" en marzo. También Zapatero en su rueda de prensa ha apuntado a cambiar la negociación colectiva y definir bien las causas de despido objetivo. Se habla de flexibilidad mucho la primera cuestión, permitiendo a todas las empresas descolgarse de los acuerdos de sector y marcar sus propias categorías salariales. En el segundo tema, se establecerán claramente las causas de despido objetivo con 20 días de indemnización.
Pensiones: parece que en este caso no hay vuelta atrás. No se abre el melón más difícil, el de la capitalización de las prestaciones de jubilación, pero el Ejecutivo parece dispuesto a hacer algo que hasta ahora parecía tabú: retrasar la edad de jubilación y ampliar el período de la base de cálculo. Ambas medidas servirán para reducir las pensiones, pero también para hacer algo más sostenible un sistema que, en cualquier caso, está destinado a la quiebra.
Energía: a Rodríguez Zapatero le resultará cada vez más complicado convencer a la opinión pública de que su Gobierno sigue siendo verde. Afortunadamente para la salud de las finanzas públicas españolas, Miguel Sebastián ha conseguido imponer sus tesis y el recorte a las renovables parece imparable. Desde el Ejecutivo se seguirá hablando de un nuevo modelo productivo, de energía limpia, etc., pero lo cierto es que parece que la gran apuesta de Zapatero ha fallecido en manos de la deuda pública. Hace menos de una semana se aprobó un recorte de 3.000 millones en las primas a las renovables, pero podría no ser la última modificación en su regulación.
Creación de empresas: Uno de los grandes problemas (del que no se suele hablar) de la economía española es la cantidad de cargas administrativas, costes y dificultades que pone a la creación de nuevas empresas. En este aspecto, está por detrás de economías tercermundistas y muy alejada de los países de su entorno. El Gobierno ha prometido que se podrá abrir una nueva compañía en un día, en un único proceso y con poco coste. Esta reforma ha sido anunciada muchas veces, ¿será ésta la definitiva?
Cajas: 2011 debería ser el año de la privatización de muchas cajas de ahorros españolas. Es difícil aventurar cuántas quedarán vivas al terminar el ejercicio, pero seguramente serán menos de las que lo empiecen. Las voces que reclaman cambios más profundos en el sistema financiero crecen, pero queda poco margen para nuevas ayudas del Gobierno. Ahora, la única salida para las entidades en problemas será recapitalizarse, pero no parece fácil conseguir nuevos inversores privados si no obtienen la mayoría. La nueva ley prevé la posibilidad de que las cajas se privaticen completamente y la obra social quede aparte, con un porcentaje en la propiedad del banco resultante. Muchas seguirán ese camino.
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