Europa tiembla y en España nadie se mueve

Europa arde por los cuatro costados: Irlanda ha presentado un plan de ajuste draconiano y ha visto cómo S&P bajaba su rating, Portugal vivió ayer su primera huelga general en 22 años, el euro sigue hundiéndose -ayer cayó por debajo de 1,34 dólares-, hoy se reunirán Merkel y Sarkozy para tratar la crisis... Pero en España no se mueve nadie. No ya el Gobierno, que considera que el ataque a la deuda española es una tormenta en un vaso de agua, sino la oposición, la sociedad civil o los sindicatos. Por no hablar de los empresarios, que se dan de tortas por hacerse una foto con Zapatero en Moncloa el próximo sábado.
"Parece que no nos damos cuenta de la gravedad de lo que está ocurriendo, de que estamos al borde de un rescate que tendría gravísimas consecuencias para la recuperación económica y que incrementaría todavía más el paro. La situación requiere una acción de urgencia, incluso algún tipo de pacto de Estado con la oposición, pero nadie es capaz de admitir la realidad y dar un paso adelante", opina un economista que refleja el sentir de muchos expertos alarmados por la situación actual.

Por el contrario, los mercados lo tienen claro. Aunque ayer se vivió una jornada de tregua, todo el mundo tiene claro que el ataque a la deuda española no es cosa de un par de días, sino que va a continuar y que no se va a detener hasta que haya una reacción contundente en nuestro país. Por eso, todas las miradas apuntan al Gobierno, que es el responsable de hacer frente a esta situación.

"El mensaje que está lanzando el Gobierno es el peor posible, decir que no hay ningún problema y que la crisis actual se pasará en cuanto los inversores se den cuenta de las fortalezas de España es justo lo que nadie quiere oír en el mercado", afirma un gestor de fondos extranjero. Y añade que "lo que está haciendo Zapatero es lo mismo que hicieron en su día los Gobiernos de Grecia o de Irlanda, y todos sabemos como han acabado. Deberían aprender que eso no sirve de nada".

En cuanto al PP, se ha limitado a volver a criticar la gestión del Gobierno con los argumentos de siempre ("el problema de España es Zapatero"), pero no ha hecho ninguna propuesta ni oferta de acuerdo para salir del atolladero. Y el PSOE le ha acusado de alinearse con los especuladores, con lo que el debate ha alcanzado el nivel acostumbrado entre Gobierno y oposición.

Los sindicatos ni están ni se los espera. Los líderes de opinión repiten como loros las consignas que les inculcan desde sus respectivos bandos: "Los mercados atacan a España por la desconfianza que genera Zapatero", los unos; y "los especuladores quieren enriquecerse a costa de España e ignoran la clara mejora de nuestra economía, los otros. Y los empresarios, después del gesto de valentía que supuso el manifiesto enviado al Rey pidiendo reformas económicas y del modelo de Estado, han aceptado sin ninguna disidencia la oferta para acudir el sábado a Moncloa, en lo que todo el mundo interpreta como una nueva jugada de marketing del Presidente.

Europa sí se lo toma en serio

En Europa, en cambio, las cosas están al rojo vivo. La canciller Angela Merkel dijo el martes que "el euro puede estar en peligro si la lista de países miembros que tienen que ser rescatados sigue ampliándose". Aunque puntualizó que no quería dramatizar, sí calificó la situación actual de "excepcionalmente grave". Tanto, que justifica su reunión de hoy con Sarkozy para tratar de buscar una solución que calme a los mercados.

El presidente del Banco Central de Austria y miembro del consejo de gobierno del BCE, Ewald Nowotny, criticó ayer a Merkel por estas palabras, pero su argumento no pudo ser más descorazonador para España: " (Merkel) no diferencia entre los problemas individuales de países miembros de la eurozona y la propia divisa. El euro no está en peligro, son los países individuales los que están en peligro". Desde luego, la cotización de la moneda única empieza a ponerse en lo peor, y ayer estuvo a punto de perder los 1,33 dólares. El 4 de noviembre estaba por encima de 1,42.

En Portugal, la huelga general se dirige claramente contra las medidas de ajuste presupuestario adoptadas por el Gobierno de Sócrates, en claro contraste con las del 29-S en España, que sólo protestaba -se supone- por la reforma laboral. Y las declaraciones de los sindicalistas lusos están a años luz de las que se oyen por aquí: "Es indiscutible que hay que reducir el déficit, o nos arriesgamos a que venga el FMI. Pero no puede ser que los trabajadores sean los únicos que paguen la factura", según Joao Proenca, secretario general de UGT, uno de los principales sindicatos portugueses.

Irlanda nos muestra nuestro posible futuro

Pero quizá la comparación más sangrante para España sea con Irlanda. El plan presentado ayer por su presidente Brian Cowen incluye el despido de 24.000 funcionarios (hay que multiplicar por cinco como mínimo si trasladamos la medida a España), la reducción del salario mínimo y la subida del IVA hasta el 23% en 2014. El Ejecutivo no quiere subir el Impuesto de Sociedades, el más competitivo de la zona euro, pero todo indica que las autoridades comunitarias le forzarán a ello.

Si al final es necesario que la UE, el FMI o Francia y Alemania rescaten a España -como opinan cada vez más analistas-, obligarán a nuestro Gobierno a adoptar ajustes de este tenor. Cuando las barbas de tu vecino veas pelar...

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