Un artículo de Julio Anguita.
La agencia de calificación crediticia Moody's -parte integrante del juego que ha conducido al desastre y la estafa financiera generalizados- ha afirmado recientemente que en España, pese a la reforma del mercado laboral, el lento crecimiento podría poner en peligro los esfuerzos realizados en el país para reducir agresivamente su déficit y mantener su escala de crédito.
Parece, por tanto, que la reforma del mercado laboral, abaratando el despido y potenciando los contratos temporales, no sirve para cumplir el artículo 35 de la Constitución Española, ni tampoco para el crecimiento económico.
En el mismo sentido, altos cargos de la Administración, y hasta miembros del Gobierno, confiesan sin ambages que todas las medidas de austeridad y rigor con los asalariados no son otra cosa que prendas y señales a los mercados para que éstos no desconfíen de la solvencia y capacidad gubernamentales para aplicar políticas contra los damnificados y a favor de los damnificadores.
Deprimiendo la capacidad de consumo en muchos casos y situándola en límites propios de otras muy lejanas épocas, ¿cómo piensan los autores de esta chapuza relanzar el crecimiento?
Pudiera ser que, instalados en la improvisación permanente, hayan creído encontrar en la degradación de las condiciones de vida de las clases populares y medias los mecanismos más efectivos para hacer competitiva nuestra economía. ¿Se apuesta por una mala copia del modelo chino?
Apelan a las decisiones de la Unión Europea ¿cuáles?
Y a las de los mercados ¿quiénes?
Pretenden que olvidemos que ellos en nuestro nombre, son dirección de la Unión Europea.
De emisión de deuda en emisión de deuda, recuerdan al hidalgo español que, pobre, inútil y temeroso del baldón infamante del trabajo para los de su clase social, fuera vendiendo mueble a mueble y ladrillo a ladrillo la casa solariega. Todo menos practicar la justicia fiscal.
La agencia de calificación crediticia Moody's -parte integrante del juego que ha conducido al desastre y la estafa financiera generalizados- ha afirmado recientemente que en España, pese a la reforma del mercado laboral, el lento crecimiento podría poner en peligro los esfuerzos realizados en el país para reducir agresivamente su déficit y mantener su escala de crédito.
Parece, por tanto, que la reforma del mercado laboral, abaratando el despido y potenciando los contratos temporales, no sirve para cumplir el artículo 35 de la Constitución Española, ni tampoco para el crecimiento económico.
En el mismo sentido, altos cargos de la Administración, y hasta miembros del Gobierno, confiesan sin ambages que todas las medidas de austeridad y rigor con los asalariados no son otra cosa que prendas y señales a los mercados para que éstos no desconfíen de la solvencia y capacidad gubernamentales para aplicar políticas contra los damnificados y a favor de los damnificadores.
Deprimiendo la capacidad de consumo en muchos casos y situándola en límites propios de otras muy lejanas épocas, ¿cómo piensan los autores de esta chapuza relanzar el crecimiento?
Pudiera ser que, instalados en la improvisación permanente, hayan creído encontrar en la degradación de las condiciones de vida de las clases populares y medias los mecanismos más efectivos para hacer competitiva nuestra economía. ¿Se apuesta por una mala copia del modelo chino?
Apelan a las decisiones de la Unión Europea ¿cuáles?
Y a las de los mercados ¿quiénes?
Pretenden que olvidemos que ellos en nuestro nombre, son dirección de la Unión Europea.
De emisión de deuda en emisión de deuda, recuerdan al hidalgo español que, pobre, inútil y temeroso del baldón infamante del trabajo para los de su clase social, fuera vendiendo mueble a mueble y ladrillo a ladrillo la casa solariega. Todo menos practicar la justicia fiscal.
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