Ha empezado una nueva guerra social en Europa

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"Es más fácil vender el plan diciendo que debe
servir para salvar a Grecia, a España y a Portugal, que confesar que
debe ante todo salvar y ayudar a los bancos"

1. Desde los días 8 y 9 de mayo de 2010 -la reunión de urgencia del BCE, el ECOFIN y el FMI para establecer un plan de reflotación de diversos países de la UE- todos los gobiernos anuncian planes de austeridad presupuestaria "para salvar la zona euro". Una guerra de clases de una amplitud nueva se ha decla­rado en Europa: todo lo que queda del Estado social, surgido del período que siguió a la Segunda Guerra mundial, debe ser desmantelado, a excepción de una "red social" modelo Banco Mundial.

El 10 de mayo, un banquero británico encontró una buena fórmula política: "Es más fácil vender dicho plan diciendo que debe servir para salvar a Grecia, a España y a Portugal, que confesar que debe ante todo salvar y ayudar a los bancos". Estos bancos (alemanes, franceses, españoles...) poseían una montaña de títulos de deuda pública de los países "quebrados" (Grecia, Portugal, España...). Según Citigroup, la exposición de los bancos americanos respecto a Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España se eleva a unos 190 mil millones de euros. El viernes 7 de mayo fue una masacre: nadie hacía frente a los bancos y otros inversores que querían deshacerse de sus títulos. "Ya no había mercado", confesaba un operador cercano al BCE, protegido por el anonimato. Y los balan­ces de los bancos todavía siguen camuflando montañas de productos tóxicos, evaluados a un precio artificial. El órgano de control bancario alemán (Bafin) estimaba en 800 mil millones de dólares los "productos tóxicos" en poder toda­vía de las entidades bancadas (Financial Times, 24/05/2010).

No hace falta recordar que de los 16 miembros de la Eurozona, sólo seis se ven gratificados -si se puede utilizar este verbo- por las agencias de califica­ción con la categoría AAA. Se trata de Alemania, Austria, Finlandia, Francia, Luxemburgo y Holanda. Una especie de "núcleo duro" -el Club de los AAA-de la eurozona, aunque Francia suele considerarse en la frontera de este territo­rio, en el que Alemania dispone de un poder elocuente.

Dicha calificación permite por lo demás a la Agencia Francesa del Tesoro (AFT) -agencia de gestión de la deuda del Estado francés- emitir un empréstito de cinco mil millones de euros con vencimiento en abril de 2060, cincuenta años por lo tanto, suscrito en un 90% aproximadamente por inversores no franceses. El 21 de mayo de 2010, el más reputado empréstito de Estado francés -la Obligación asimilable del Tesoro (OAT)- encontraba prestamistas al 2,93% de tipo de interés. Lo cual suscitó algunas reacciones por parte de Grecia, porque los tipos de interés de "sus" empréstitos a diez años oscilan en torno al 10%. Y por­que las obligaciones griegas que vencen en marzo de 2012 tenían un rendimien­to bruto de 7,27%, en comparación con el 0,61% de las de Francia, con la misma caducidad (24 Ore/Il Sole, 24/05/2010). Entre las economías del "centro de la UE" -o casi en el centro, como Francia- y las insertadas en la periferia, la dife­rencia es clara. El discurso sobre la convergencia europea chirría.

2. Lo mismo ocurre con la demostración de una de las funciones del euro: se ha convertido en una moneda que ha adquirido un lugar importante... pero en los circuitos de obligaciones internacionales. Y por tanto, en la posibilidad de los mercados (es decir, de los diversos inversores financieros) de ejercer una gran presión como acreedores sobre los deudores. Dos tercios de la deuda francesa está adquirida fuera de Francia. Es ciertamente posible que capitales franceses refugiados en Luxemburgo o en Suiza constituyan también una fracción de los adquirentes.

A este respecto, se puede examinar la carta publicada en el NZZ am Sonntag (10/05/2010) y en el New York Times. Muestra los montantes de la deuda públi­ca y las dependencias cruzadas de deudores-acreedores de los diferentes países de la Unión Europea. Esta evolución, acentuada durante los últimos años, muestra la liberalización de los flujos de capitales así como el despegue del "crédito-deuda" para responder a las dificultades de reproducción del sistema y de la sociedad capitalistas.

Un tema, en lo que se refiera a su "sustancia", explicado por Marx en el Libro III de El Capital. Marx insistía en la naturaleza de capital ficticio de los títulos de la deuda (1), ficticio aunque bien real. Esto explica, en parte, el "amplio recorte de los gastos públicos", una de las condiciones para extraer un saldo presupuestario primario que permita hacer frente a la "carga" de una deuda que registra, a cam­bio, una socialización de las pérdidas de "actores económicos privados".

3. Ya ha terminado por tanto, en el plano del discurso político, el período del G-20 de setiembre de 2009 en Pittsburg. En esa ocasión, Sarkozy proclamó: "Hay que refundar el capitalismo"; "Hay que romper el cuello a la especulación". Los mercados -es decir, los bancos, los fondos de inversión financieros, los fondos de pensiones, las aseguradoras, las grandes empresas transnacionales muy mundializadas- han demostrado, sencillamente, quién manda.

El escenario es bastante claro. Bancos, aseguradoras y fondos de inversión han sido salvados de la quiebra por el Estado, y por tanto por las/los asalaria­dos-contribuyentes. Desde 2009, estos actores financieros han vuelto a hacer buenos negocios. Bancos y hedge funds -que se hacen una gran competencia a escala internacional- quieren neutralizar una reducción posible -e incluso anti­cipada- de sus rentas provenientes de las acciones y dividendos, ya que el relan­zamiento es muy débil. Para ello se impone un objetivo: asegurar la punción de los intereses sobre la deuda pública y consolidar las ganancias obtenidas en ope­raciones especulativas sobre las monedas (tipo de cambio volátil) y sobre las deudas (títulos). Una de las estrategias especulativas (de ataque y de anticipa­ción) consiste en vender a descubierto títulos de Estado -sin tener siquiera su propiedad, tomándolos en forma de préstamos a quienes los poseen en su carte­ra- de los países más vulnerables. La operación se hace, por lo general, en dos fases. Por ejemplo, vender por 5 millones de euros obligaciones de Estado a 88,76 euros, ingresando 4,3 millones de euros. Después, tres días más tarde, una vez caído el título a 87,76 euros, volverlos a comprar, ganando la diferencia entre ambos precios, menos la comisión pagada por haber tomado prestados esos títulos. Las operaciones con los CDS (credit default swap) son de ese tipo.

El Credit Default Swap (CDS) es una especie de contrato de seguro. Así, un banco o una aseguradora se protege del riesgo de impago de un acreedor pagando una prima de seguro. Cuanto mayor es el riesgo, más alta es la prima del seguro.

En un primer momento, es una cobertura, pero es también un elemento de especulación. Actualmente, los medias hablan mucho de los CDS "sobera­nos", es decir, los CDS adosados a la deuda de un Estado. Un comprador de obligaciones (que es una parte de la deuda de un Estado) puede comprar a un vendedor un seguro para cubrir el valor de su compra en caso de impago (si, por ejemplo, la deuda griega no pudiera pagarse) o de reestrructuración (si se prolonga el período de reembolso inicialmente previsto) y/o de mora­toria (plazo más o menos largo antes de pagar la deuda).

Así un gran inversor compra obligaciones, y a continuación un CDS como seguro. El vendedor del CDS se compromete a pagar al comprador el valor de la obligación si hay impago, reestructuración o moratoria. El objetivo ini­cial es disminuir el riesgo en el mercado para el detentador (comprador) de obligaciones.

Pero se pasa a un segundo nivel. Hay compradores de CDS que no han adquirido las obligaciones y que apuestan (especulan, en el sentido de "antici­pan") sobre que un gobierno vaya a poder o no poder pagar su deuda (intere­ses y principal). Hay vendedores que quieren cobrar la prima de seguro ligada al CDS. Hay pues un enorme mercado de ventas y adquisiciones de CDS.

1. Si el vendedor del seguro vende su contrato a otro que quiere adquirir­lo, el cual a su vez lo vende a otro, es posible llegar a una situación en la que el último comprador del seguro no pueda pagar el valor de la obligación. Esto desencadena una verdadera crisis. Es lo que ha sucedido con el American International Group (AIG) en septiembre de 2008 -una muy gran­de aseguradora americana- que no ha podido hacer frente a sus compromi­sos en el sector de la cobertura de riesgos inmobiliarios, dada la crisis de sub-primas de otros préstamos hipotecarios. AIG ha sido, de hecho, nacionaliza­da y sigue en una situación frágil.

2. Las operaciones con CDS se hacen fuera de balance y fuera de control. Uno de los debates actuales es regular ese mercado específico de productos financieros, cuyo montante supera al PIB mundial.

3. Es fácil comprender que el desafío que está en el centro de estas apues­tas especulativas se basa en el montante de la prima de seguro que está liga­da al spread de crédito, dicho simplemente, a la diferencia de tasas de inte­rés que debe pagar (por ejemplo) el Estado griego por sus empréstitos en los mercados financieros respecto al interés que debe pagar el Estado alemán cuando toma préstamos en esos mercados.

Dicho de otro modo, las primas aumentan cuando la calidad del crédito se deteriora (así, la prima es más elevada para los CDS de la deuda griega). En esta situación, los especuladores juegan a la vez sobre las obligaciones soberanas y sobre los CDS. Así ellos dictan su ley a los Estados y por consiguiente a sus polí­ticas presupuestarias y, por tanto, a los recortes presupuestarios ("austeridad").

4. Desde ese punto de vista, Paul Krugman acierta cuando explica que, contra­riamente a la santa doctrina oficial, la atracción de los inversores por las obli­gaciones estadounidenses a 10 años -cuya tipo de interés estaba por debajo del 3,3% el viernes 21 de mayo de 2010- tenía como origen: "El aumento del pesi­mismo sobre las perspectivas de un relanzamiento económico, pesimismo que ha hecho que los inversores se alejen de cualquier cosa que les parezca arries­gada para refugiarse en la aparente seguridad de la deuda del gobierno ame­ricano" (El País, 23/05/2010).

Que la austeridad generalizada adoptada en Europa -en el momento en que se felicita por el relanzamiento- conduzca a una depresión económica y social, tal como lo reconocen diversos economistas poco heterodoxos, no forma parte de las preocupaciones de los "operadores". Eso corresponde a los gobiernos -de centro derecha o centro izquierda- que tendrán que apoyarse directamente en aparatos burocráticos sindicales, o utilizar sus "vacilaciones" para purgar el sistema y hacer tragar la purga. Al tiempo que se invoca la "unidad nacional", la "salvación del país", la "necesaria modernización productiva y administrati­va", porque la fuerza del impacto va a desestabilizar a más de uno.

5. En diciembre de 2009, el Boletín mensual del BCE, en su editorial, ya afirmaba dos objetivos prioritarios para la UE. El primero: flexibilizar la legislación del trabajo en Europa. El FMI, en su informe dedicado a Grecia, de fecha de mayo de 2008, insistía en ese mismo objetivo. Traducimos: liquidar los derechos que le restan al trabajo, en un contexto de paro y de empleo cada vez más precarizado, para reducir los "costes salariales".

El segundo: la reducción drástica de los déficit y deudas públicas. En un plazo muy breve y de forma masiva: pasar, en Irlanda, del -14,3% de déficit del PIB en 2009 al -2,9% en 2014; en España, del -11,2% al -3% en 2013; en Portugal, del -9,3% al 2,8% en 2013. Para ello hay que reducir los servicios públicos (educación y salud, etc.), los salarios y el número de asalariados del sector estatal y paraestatal, las pensiones de jubilación. Y favorecer las privatizaciones en algunos sectores, abriendo la posibilidad de pro- bar la rentabilidad durante un período de la PPP: participación-pública-privada. Rumanía ya ha dado ejemplo. Desde el 1 de junio de 2010, los salarios del sector público van a bajar un 25% y las jubilaciones un 15%. ¡En un país en el que el salario mínimo ronda los 150 euros al mes! La experiencia también ha encontrado un vigor similar en los países bálticos.

6. La histeria de los "expertos" contra los déficit guarda silencio sobre cuatro elementos: 1°. El origen de los déficit y deudas públicas, es decir, la crisis de 2007- 2009 y el reflotamiento de los bancos y la ayuda a las industrias y a la construcción. 2°. Sin esos amortiguadores (gastos públicos y transferencias sociales), la caída del PIB en Francia no habría sido del 5% sino del 10%. 3°. La reducción del déficit público en Suecia en los años 1990 -puesta siempre de ejemplo- fue posible por el crecimiento durante dicha década y porque las transferencias sociales partían de muy arriba. Además, Suecia pudo devaluar su moneda (la corona) para exportar. Y disponía de capacidades de exportación. 4°. Pero Grecia, España, Portugal... no tienen soberanía monetaria (devaluar o emitir moneda) y, en la zona euro, no hay política económica y presupuestaria común y "solidaria".

Su "soberanía" está cuestionada, al igual que los derechos elementales para definir su presupuesto que traducen, a su manera, una "opción de sociedad". Por el contrario, hoy día, viene impuesta por "los mercados" y los dominan­tes de los países del centro de la UE (Alemania, con su hinterland y sus alia­dos) una política de austeridad general, con un peso particular impuesto a las poblaciones de los países "periféricos". En nombre de un relanzamiento de la dinámica de exportación. Se apoyaría en la contracción de los salarios directos e indirectos, con el objetivo de reducir los costos unitarios del trabajo.

Se plantea cómo recortar los salarios en todos los países de la UE, y reducir los unit labour costs, para aumentar las rentas procedentes de las exportaciones y poder hacer frente a la carga de la deuda. Pero en lo fundamental, las exportacio­nes se efectúan dentro de la UE. Se pone en marcha un canibalismo selectivo.

Es una decisión del capital alemán (y de sus aliados próximos) que, por una parte, utiliza a su favor la división internacional del trabajo dentro de la UE y, por otra, pretende desplazar progresivamente el centro de gravedad de sus exportacio­nes hacia fuera de la UE, mientras gana partes de mercado dentro de la UE.

Esta política de deflación social competitiva provocará millones de muertes sociales. Impondrá decisiones que escapan por completo a las más elementales reglas de la democracia burguesa parlamentaria.

Ahora bien, el BCE (Banco Central Europeo) acepta títulos degradados de la deuda pública en poder de los bancos. Y éstos se refinancian ante el BCE por menos del 1% de tipo de interés, y continúan sus operaciones especulativas sobre las deudas y las monedas.

7. El New York Times (Steven Erlanger), del 23/05/2010, anunciaba en portada: el "modelo social europeo" está en cuestión. El resultado de las próximas bata­llas -dentro de esta guerra- es ante todo de orden social y político. Se apunta contra la población asalariada, que dispone de las mayores tradiciones socio-políticas -a pesar de los pasados reveses. Las movilizaciones defensivas unitarias -rechazo de los recortes y de la reducción de la deuda (con la apertura de los libros de cuentas públicos y privados), un sistema impositivo diferente, etc.- son decisivas. Para acumular fuerzas y dar la sensación de capacidad de resistencia y de contraataque. No sufrir la mortífera "política de choque". Tras ellas entrarán a la escena política cuestiones elementales y esenciales.

Se pueden formular así: para orientar la inversión hacia la producción de bie­nes y servicios que respondan a las necesidades sociales y ecológicas, es nece­sario que las y los asalariados dominen los recursos que producen; un servicio bancario público controlado democráticamente; un control sobre el funciona­miento de las empresas, sobre la apropiación de la riqueza y sobre su reparto, y una reducción del tiempo de trabajo. Y por tanto: ¿qué prioridades se plantean las sociedades europeas?

La dificultad de la situación no debe llevarnos a renunciar a una perspectiva socialista, en el fondo los Estados Unidos Socialistas de Europa. Esta perspectiva tiende sus raíces en los problemas que hoy encuentran las y los asalariados. Sin ella, no se puede excluir un cambio dramático de situación política, al cabo de cierto tiempo.

25/05/2010. Charles-André Udry es economista, animador de las Editions Page deux (Suiza), miembro del Movimiento por el Socialismo.

Nota: 1. "La acumulación del capital de la deuda pública no significa otra cosa [...] que el desarrollo de una clase de acreedores del Estado que son autorizados a extraer ciertas sumas del montante de los impuestos [...]. Estos hechos muestran que incluso una acumulación de deudas llega a parecer una acumulación de capital'. Karl Marx, El Capital, Libro III, Tomo II.

Dicho de otra manera, el dinero aportado a los Estados por sus prestamistas es desdoblado por los títulos que lo representan: obligaciones, bonos del Tesoro, etc. Estos títulos duplican este dinero, pero como en gran parte se gasta de manera improductiva -para pagar la carga de la deuda, por ejemplo- ni siquiera representan capital en función. Estos títulos sólo son capital ficticio. Los Estados crean por tanto capital financiero ficticio. ¡Y los diri­gentes de estos Estados denuncian la irracional "exuberancia" financiera!

El crecimiento de las deudas públicas tiene como origen las dificultades de reproducción del sistema y de la sociedad capitalista. Por un lado, reflotan bancos al borde de la quiebra -que por su parte han hinchado la masa de créditos, por tanto han participado en el crecimiento del capital financiero ficticio, en tanto agentes econó­micos privados- y ayudas a los "sectores privados" con dificultades (el automóvil e industria auxiliar, la cons­trucción). Por otra parte, recortan "gastos sociales" para amortizar los efectos (en términos de demanda) de las recesiones y para estabilizar el poder constituido. Hoy día se ataca a estos amortiguadores. ¡Prioridad a los acreedores! Una prueba social y política de enverga­dura histórica a escala europea, para las clases dominantes... y para los asalariados/as.

Viento Sur - Correspondencia de Prensa

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