Pensiones de lujo para los responsables de la crisis


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A diferencia de los mafiosos de la Cosa Nostra, la Camorra o la Ndrangheta, el hampa de los banqueros no sólo no vive al margen de la ley, sino que lo hace a expensas de ella. Tienen libertad y legitimidad para hacer prácticamente todo. Igual que el crimen organizado, por sus intereses, la gran burguesía del sector financiero ha sembrado el terror y ha librado guerras, sólo que estos lo han hecho a gran escala y en todas partes del mundo –ávidos de conquistar por la fuerza nuevos mercados, apropiarse de las materias primas de los confines de la tierra y disponer de millones de obreros como mano de obra esclava-.

Pero a diferencia de la mafia, cuyos orígenes nada tienen que ver con su posterior reconversión en grupos dedicados a la delincuencia y, por cierto, estrechamente ligados a los poderes fácticos, los banqueros pueden prescindir de la omertá (ley del silencio) porque sus delitos no son perseguidos. Ellos siguen una carrera delictiva con total impunidad, porque en realidad son los auténticos gobernantes de los Estados imperialistas. Todavía hoy, “el gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios de toda la clase burguesa” (Manifiesto Comunista, Cap. I). Y el capital financiero y especulativo es desde hace tiempo el más poderoso de esta clase.

Además, mientras que muchos de los más memorables capos disfrutaron en el retiro de una vida fastuosa bajo una falsa identidad y con órdenes de busca y captura, los banqueros abrazan la jubilación copando las páginas de los principales medios de comunicación, donde nos informan de las afrentosas cantidades de dinero que se embolsarán con sus multimillonarias pensiones, sin necesidad de huir del país, ni justificar el origen de su patrimonio, ni mucho menos sentir un mínimo de vergüenza y responsabilidad por ser precisamente los principales responsables de la actual recesión económica imperialista que ha abocado al paro a millones de personas en todo el mundo, ha aumentando en tan sólo un año (2009) el número de hambrientos en 105 millones de personas, elevando el número de seres humanos que sufren hambre a una cifra superior a los mil millones, y ha dejado sin vivienda a muchísimas familias de la clase obrera, fruto de los embargos y la irresponsabilidad especulativa de los grandes consorcios financieros.

A los Botín (presidente del Santander), Alfredo Sáenz (ex presidente de Banesto y actual consejero delegado del Santander), Francisco Gonzáles (presidente del BBVA), Charles Holliday (presidente del Bank of América), Jamie Dimon (presidente de JP Morgan) y muchos otros, no les hace falta utilizar la identidad falsa de un jubilado siciliano para operarse de próstata en Marsella como tuvo que hacer el histórico máximo dirigente de la Cosa Nostra, Bernando Provenzano. Ellos, durante su dilatada trayectoria de gerifaltes de los más grandes bancos, han acumulado la suficiente riqueza (a la que se les suma su retiro dorado) y prestigio, como para ser recibidos con los brazos abiertos en los centros más elitistas que están al alcance de tan sólo unos pocos.

Los seis consejeros ejecutivos del Santander que cobrarán 251 millones de euros en pensiones, según informó la propia entidad financiera a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), son un ejemplo de ello.


El reparto entre los seis, se hará de la siguiente manera: Alfredo Sáenz Abad recibiría una pensión de 85,7 millones de euros. Francisco Luzón López 53,5 millones. Matías Rodríguez Inciarte 52,5 millones. Emilio Botín 24,6 millones. Ana Patricia Botín (consejera ejecutiva del Santander, presidenta de Banesto e hija de Emilio Botín) se embolsará 23,7 millones. Y por último, Juan Rodríguez Inciarte (hermano menor de Matías Rodríguez Inciarte) se llevará 10, 9 millones.

Octavio Granado, secretario de Estado de la Seguridad Social, calificó de “obscenas” las cantidades fijadas por las entidades para las pensiones. Como obscenas son las cifras del paro, se le olvidó decir al secretario. Y obsceno es que, de los aproximadamente 8,6 millones de pensionistas que hay en el Estado español, 2,2 millones cobren menos de 500 euros, y menos de 4.000.000 perciban una pensión por debajo del salario mínimo. Y que tan sólo 1,5 millones lleguen a mileuristas. Y que más de 6 de cada 10 pensionistas canarios vivan bajo el umbral de la pobreza. Eso si que es obsceno, y usted forma parte del problema señor Granado, así que déjese de cuentos.

Dice que los banqueros tienen que reflexionar, y en referencia a los trabajadores que tienen su dinero en sus depósitos dijo que “seguramente no contemplan con agrado que los directivos de esas mismas entidades tengan unas compensaciones tan abusivas en estos momentos tan difíciles”. O sea, que lo que le preocupa es que justo ahora, en época de crisis, salgan a la luz pública noticias como estas. “Córtense un poco que la gente se va a mosquear”, es lo que viene a querer decir.

Y por supuesto que tenemos que enfadarnos. Y también protestar. Pero sobre todo, tenemos que reivindicar la nacionalización de la banca, porque no basta con tirarse de los pelos y marujear sobre lo que ganan estos bandidos. Hay que luchar porque esto se acabe. Como hicimos los comunistas canarios en la manifestación del primero de mayo, hay que situar en primera línea esta reivindicación, que recordemos, nadie nos va a regalar.

Y a la familia de los Botín, que desde principios del siglo XX presiden el Banco Santander, y que perfectamente podrían considerarse una de las Cinco Familias (así se conocen a las principales familias mafiosas ítaloamericanas de Nueva York) del Reino español, se les acabará el chollo. A ellos y a todos los ricachones que se han apropiado de la riqueza generada por el trabajo ajeno a través de multitud de mecanismos: comisiones, intereses hipotecarios y crediticios, empleo del dinero público de los planes de rescate para sanear las cuentas y repartir dividendos, endeudamiento familiar, inversión especulativa en inmobiliaria, etc.

¡Ya está bien! Hay que pararle los pies a estos chupasangres. Ellos te embargan el piso y te hacen seguir pagando la deuda. Pues nosotros tenemos que expulsarlos a patadas de sus opulentos negocios y nacionalizar la banca en beneficio de la amplia mayoría del pueblo trabajador, para liberar las ingentes cantidades de dinero que retienen y emplearlo en proyectos públicos de infraestructuras productivas, y en créditos a las familias trabajadoras y las pequeñas empresas, que en Canarias son quienes generan la gran mayoría de los puestos de trabajo, para así aumentar el consumo y la producción, y evitar de una vez por todas que la bola de nieve que se hace cada día más grande siga su curso, y se inicie un nuevo ciclo económico positivo.


(*) David Delgado es miembro del Comité Central del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)

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