- Cotizalia.com
Estos días ando por diversos países del sur de América. Es curioso descubrir cómo están de informados de la realidad económica española y comparar con el escaso conocimiento que nosotros tenemos de la suya. Sin embargo, lo interesante no es eso que parece más o menos previsible, lo alarmante es cómo predomina una idea entre los ciudadanos chilenos o brasileños por ejemplo. Para ellos, Europa está muy mal, pero España en concreto está al borde del abismo. Es una cháchara habitual, en cualquier café, con un taxista, con quien sepa algo de todo ello te transfiere esa sensación.
Curiosamente, mientras atendía un medio nacional en Colombia que me cuestionaba sobre el recorte de Zapatero, alguien de la emisora me dijo: “¿han pensado en emigrar aquí?”. Supongo que las comparaciones todavía son odiosas, pero las garantías que ofrece la política económica española y, por derivación, la europea no parece que estén trasladando a otros países una impresión demasiado buenas. Pero, guardando las diferencias, el concepto de esa cuestión es muy acertado. En España las cosas pintan bastos, como llevamos diciendo hace tiempo, el tijeretazo no hará más que acentuar una depresión latente de la economía española hasta alcanzar la parada técnica y, por supuesto, el paro seguirá lastrando cualquier iniciativa emprendedora, pues el consumo seguirá en niveles muy bajos.
En estos momentos, la tasa de desempleo de Brasil o Chile, por decir algo, caen más de lo pronosticado y cada vez más en empleos más cualificados y con la industria aumentando su capacidad de un modo inesperado en el país carioca, en tanto la mayor economía latinoamericana se encamina a su más rápido crecimiento en más de 20 años. El desempleo brasileño bajó a 7,3%. La cantidad fue menor que la estimada de 7,5% en una encuesta de Bloomberg entre 33 economistas. Es decir, Brasil se comporta mejor incluso de lo que se esperaba. Todo ello repercute en que el crecimiento brasileño podría llegar a 7% este año.
Mientras tanto, en Europa, los recortes aumentan, el pago pendiente de deuda se hace inasumible y los déficits se acumulan. El consumo en España está a punto de sufrir su mayor descenso desde el inicio de esta crisis mal llamada desaceleración, crisis financiera o recesión internacional. En plena fase depresiva, el gobierno ha iniciado un camino de no retorno. Nadie puede garantizar que el descenso en el gasto público pueda repercutir en una reducción del déficit. Posiblemente todo lo contrario debido a que la falta de estímulos provocará un descenso de la actividad comercial y con ella una caída de la facturación. Sin beneficios no hay tributación y sin esta no se mantienen los ingresos públicos. El déficit sólo podría reducirse si al reducir gastos mantienes o mejoras ingresos. Probablemente el déficit español aumentará.
El gasto corriente del Estado es muy difícil de reducir sin afectar el consumo y la facturación implicada. Si además decides aumentar los impuestos poco a poco vas erosionando la capacidad inversora de las empresas y de las personas. Estoy convencido que el proceso inicial de aumento impositivo en el IVA por ejemplo nos llevará a la ruina.
Tras un error de comunicación irreparable, el gobierno está intentando trasladar a los agentes patronales que no absorban en sus precios el coste de subir el IVA. Lo que parece una contradicción con lo que dijeron al principio. Inicialmente se procuró trasladar a las empresas el reto de incorporar un dos por ciento más de ese impuesto en el precio final sin que por ello se modifique el precio venta público. Eso parecía una buena idea para incentivar un consumo razonablemente similar e ingresar más en las arcas públicas.
La realidad era otra. Si el IVA se aplica al precio, éste aumentará el coste impositivo relativamente menos que lo que supone la reducción final del importe facturado para el impuesto de sociedades por ejemplo. El gobierno está atrapado y tiene pocas salidas. Éste es un ejemplo más de tantos, con pocas ideas y cuando las aplica son forzadas por la situación. Forzar impositivamente a la demanda sólo repercute en malestar y pérdida de poder adquisitivo, si lo aplica a la oferta el problema se puede enquistar. En cualquiera de los dos casos está claro que se avecina un escenario que sólo provocará mayor gasto tributario a todos (no sólo a los ricos), menores servicios, inestabilidad y sobretodo menores oportunidades. Los españoles volveremos a emigrar, eso dadlo por seguro.
0 Comentarios
DEJA UN COMENTARIO