¿Se arruinó Grecia o la llevaron a la bancarrota?

 [Voltaire]
Mientras el discurso dominante atribuye la crítica situación económica de Grecia a una mala administración escondida bajo una manipulación de las cuentas públicas, Kart Muller la analiza como la consecuencia de una serie de políticas externas al país. Denuncia específicamente el clásico papel de las agencias de evaluación financiera, que favorecen la especulación. Pero sobre todo, Karl Muller insiste en algo mucho menos conocido al poner en tela de juicio la agresiva política económica de Berlín que enrique a Alemania a expensas de sus socios menos aventajados de la zona euro.
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Atenas, principios de febrero de 2010. Esta ciudad de más de 3 millones de habitantes, que estalla en el sentido literal de la palabra, está llena de gente amable, abierta, comunicativa y trabajadora. ¿Es esa gente culpable de las acusaciones que la Unión Europea está lanzando contra su país? ¿Es por su culpa que desde hace varias semanas los titulares de la prensa hablan de su país de forma tan negativa? ¿O son otros los verdaderos responsables?
¿Quiénes son las famosas «agencias de notación» o de «evaluación»?

El 11 de febrero, el presidente del grupo socialista del Parlamento Europeo, Martin Schulz, declaró lo siguiente en una entrevista al Deutsch¬landfunk: «Usted ha mencionado a las agencias de notación [o de evaluación] que, al parecer, rebajaron la nota de solvencia de Grecia.

A mí me gustaría hablar esta mañana con los jefes de Estado y de gobierno [éstos se reunieron el 11 de febrero de 2010 para conversar sobre la crisis financiera de Grecia] para saber quiénes son [esas agencias] y qué interés tienen en declarar que las medidas son ineficaces, que hay que aumentar la tasa de interés de los préstamos que algún día serán concedidos ya sea por parte de los países o por parte de los bancos privados.

Alguien va a recibir esos intereses, ¿pero quién? ¿Quién está interesado aumentar las tasas? Las agencias de evaluación. Pero, ¿quiénes son? Esa una de las preguntitas que yo planteo de pasada porque nunca se habla de eso.»
¿Es culpa de quienes especulan con las monedas?

Rudolf Hickel, especialista de izquierda en cuestiones financieras, expresó sus temores el 11 de febrero al declarar al Spiegel Online: «Una bancarrota de Grecia puede provocar la ruina de todo el sistema del euro». Según ese medio alemán, toda la agitación sobre el caso de Grecia ha sido provocada de forma voluntaria por quienes especulan con las monedas en la Bolsa. Según Hickel, «mientras más pequeño es el país, más brutalmente es entregado a los especuladores. […] Después de Grecia, estarán en la mirilla de los especuladores España e Italia.»
El capital financiero actúa por su cuenta

Para el jefe de los socialistas europeos, se trata de un dilema. Por un lado, se aferran con todas sus fuerzas a la Unión Europea y al euro para sus proyectos de gobierno mundial. Por el otro, el capital financiero –los responsables socialistas siguen estando a su servicio– actúa como le viene en ganas y nunca se sabe con certeza a favor de quién o contra quién va a decidirse en tal o mas cual caso. Actualmente, ¿quizás no favorezca tanto al euro sino más bien al dólar? Se dice que este año Estados Unidos lanzará unos 2,5 billones [o sea, 2 500 millardos, (un billón = un millón de millones, un millardo = un millar de millones). Nota del Traductor.] en empréstitos del Estado. Eso es una enormidad de dinero y la competencia va en aumento en los mercados financieros.

En todo caso, es algo que estimula los negocios. Hickel dice simplemente: «Los especuladores no apuntan en particular hacia un determinado valor del euro que refleje adecuadamente la actividad económica. Ellos se benefician mucho más con un valor extremadamente inestable.» Según el Neue Zürcher Zeitung del 11 de febrero, la Bolsa de contratos de futuros de Chicago, determinante para el negocio de los derivados monetarios, está apostando actualmente contra el euro como nunca antes.
Se hacen negocios con los intereses

También se hacen negocios con los intereses. Sólo en abril y mayo de 2010, se vencen los empréstitos del Estado griego, unos 40 000 millones que habrá que pagar con nuevos empréstitos, y con nuevos créditos, que ya no serán a un 3% de interés sino a cerca de un 6%. Los prestamistas designan eso como «prima de riesgo», debido a la deuda pública de Grecia. La realidad es que eso les permite multiplicar por dos sus propias ganancias ya que hasta ahora Grecia siempre ha pagado.

Parece que este año se vencen en la zona euro una serie de empréstitos de Estado por valor de 2,2 billones [o sea, 2 200 millardos, (un billón = un millón de millones, un millardo = un millar de millones). NdT.]. Para financiar la mayor parte de esa suma será necesario recurrir a los mercados financieros. ¿Qué pasará si el mundo de las finanzas logra obtener un alza de las tasas de interés aquí también –en Portugal, Italia y España, como también en Francia y en Bélgica– a través de las agencias de notación o de evaluación financiera? Un alza de sólo un 1% representa 22 000 millones de euros. ¡Un negocio formidable!... en todo caso mientras los pueblos y los Estados acepten prestarse a ese siniestro juego.

Y ¿qué pasaría si el euro no lograra sostenerse, si la Unión Europea se derrumba y, por ejemplo, si Grecia anunciara que no pagará sus deudas si no obtiene condiciones justas?
Alemania se ha beneficiado con el euro… a expensas de otros países

Lo primero es que Alemania perdería una enorme porción de su poderío. Su industria exportadora, en particular, se ha beneficiado hasta ahora considerablemente con la Unión Europea y con la creación del euro. Las exportaciones representan actualmente cerca del 50% del PIB de Alemania.

El diario alemán Junge Welt incluso señalaba en sus titulares del 9 de febrero: «Bancarrota made in Germany. El peligro de derrumbe de las finanzas públicas de Estados del sur de Europa es consecuencia directa de la política agresiva de Alemania en materia de comercio exterior». El artículo resaltaba lo siguiente: «Berlín aplica una política basada en la exportación desde hace décadas. […] El principal destino del capital alemán es la Unión Europea. […] La moneda común europea ha privado a los países de la zona euro expuestos a esta ofensiva exportadora alemana de la posibilidad de restaurar la competitividad de sus economías a través de la devaluación de sus monedas. El enorme desequilibrio económico que eso provoca se está expresando de forma evidente en toda Grecia, país candidato a la bancarrota que, en 2008, importó mercancías alemanas por un monto de 8 300 millones de euros mientras que sus propias exportaciones alcanzaban solamente unos 1 900 millones de euros.

Para el autor del artículo, una importante razón del «éxito» alemán reside en una «estrategia de empobrecimiento del mercado interno: Entre 2002 y 2008, el salario bruto aumentó como promedio en un 15,2% en Alemania, mientras que aumentaba en un 31,9% en el conjunto de países de la Unión Europea.»
El euro conduce a un control total sobre los Estados de la Unión Europea

La gran industria alemana «necesita» países como Grecia. Pero a la larga, eso funciona únicamente si la política alemana logra reforzar cada vez más su control sobre esos países. Esa es la utilidad de la actual política de la zanahoria y el garrote, en la que el garrote está representado por las restricciones impuestas al pueblo y el control que los comisarios europeos ejercen sobre el gobierno. Después de la cumbre de Bruselas, el nuevo presidente de la Unión Europea, Hermann van Rompuy, declaró: «Pedimos al gobierno griego que aplique todas estas medidas de manera rigurosa y decidida.» La zanahoria también hizo su aparición el 11 de febrero, en la reunión de los jefes de Estado y de gobierno: «No abandonaremos a Grecia», afirmó entonces la canciller alemana Angela Merkel (comunicado oficial).

Eso quiere decir que Alemania hizo saber que está dispuesta a ayudar a Grecia si ese país se ve en situación de insolvencia… pero no por solidaridad sino para apuntalar el euro.

¿Cuál será el precio a pagar? ¿La inflación? ¿Nuevos sacrificios para el contribuyente alemán y, lo más importante de todo, a costa de los trabajadores? Daniel Gros, director del Centre for European Policy Studies (CEPS) de Bruselas, anunció a la publicación alemana Manager Magazin en qué consiste el «control de la crisis» en países como Grecia: «Se trata precisamente de reducir los salarios en el sector privado. Para mí, eso es lo esencial.» Lo cierto es que él no estaba pensando sólo en Grecia.

Los líderes socialistas europeos hablarán de eso en términos elogiosos, presentándolo como un acto de solidaridad. Antes de la reunión de los jefes de Estado y de gobierno, los jefes de los gobiernos socialistas de los Estados europeos habían pedido una «ayuda» urgente para Grecia (y para los demás países del sur de Europa mencionados en los titulares de la prensa). En efecto, es importante señalar que los socialistas europeos también están por la Unión Europea y por el euro.
¿Aspira el gobierno alemán a la categoría de potencia mundial?

Volvamos nuevamente al caso de Alemania. La agencia privada estadounidense Stratfor Global Intelligence publicó el 8 de febrero un interesante análisis sobre el papel de Alemania en Europa y en el mundo («Germany’s Choice»). Alemania fue por décadas el tesorero (culpable) de Europa sin gozar por ello de peso político real. Pero ahora ya no es un «observador pasivo con una chequera». Merkel es la primera canciller alemana en gobernar «libre del peso de los pecados del pasado».

Ya no está dispuesta a pagar por Europa «a costa de los intereses alemanes». Pero, a pesar de lo anterior, o más bien precisamente por eso, pagará por Grecia de todas maneras. Es cierto que la opción «inteligente» sería que Alemania dejara de pagar y que se hundan la Unión Europea y el euro. Pero, sin la Unión Europea y sin el euro, Alemania ya no estaría en posición de aspirar al estatus de potencia mundial (que en realidad la población [alemana] no ambiciona). Pero el gobierno de Merkel sí lo desea y el precio que tendrán que pagar los demás Estados y la Unión Europea es el control absoluto de Alemania sobre el Banco Central Europeo y, por lo tanto, sobre los presupuestos de todos los países de la zona euro.

Pero ¿acaso no vemos perfilarse aquí una megalomanía que ya se manifestó en Alemania en otros tiempos? ¿Por qué está el gobierno alemán tan seguro de que no va a verse próximamente al borde de la bancarrota? ¿Existe acaso algún tipo de plan o de planes siniestros de la derecha y de los Verdes con vistas a una renovación «alemana verde» que no vacilaría ante nada?

Pero, volvamos a Grecia. Durante las manifestaciones contra el plan de austeridad que la Unión Europea le impuso al nuevo gobierno, se podían ver pancartas con frases como la siguiente: «No aceptaremos el desempleo y la pobreza para que el capital monopolista pueda obtener grandes ganancias» y «No pagaremos ni un centavo por la plutocracia». El secretario general del sindicato griego de los funcionarios Adedy declaró: «Prometieron que pagarían los ricos pero le están cobrando a los pobres. Esa es la política que estamos combatiendo, no el intento de salir de la crisis.»
Los griegos están cansados de la Unión Europea

¿Tiene Grecia alguna posibilidad de salir del atolladero en el seno de la Unión Europea y de la zona euro? ¡No muchas! Un artículo de la publicación alemana Neue Zürcher Zeitung en su edición del 12 de febrero, titulado «Zona euro, zona de conflicto», recuerda nuevamente un defecto fundamental del euro: Contrariamente a toda razón económica, la introducción del euro debía permitir la creación de un superEstado europeo.

El euro debía obligar a los Estados a armonizar cada vez más sus políticas. Pero se trataba, desde el principio, de una quimera. «Las tensiones en el seno de la unión monetaria europea son más o menos resultado del hecho que los políticos siempre han visto en la unión monetaria un instrumento destinado a acelerar e imponer la integración política de Europa. Se ha utilizado la institución monetaria de forma abusiva para alcanzar objetivos que van más allá de la política monetaria, lo cual representa un peligro para la estabilidad de la moneda y para la economía.»

Si Grecia saliera de la Unión Europea, posiblemente enfrentaría al principio una serie de inconvenientes económicos y de otro tipo. Pero si se queda dentro la Unión Europea, los inconvenientes se multiplicarán considerablemente. Los atenienses dicen que están cansados de la Unión Europea. Y es normal. Confiar únicamente en sus propias fuerzas y ser libre es más digno que sumirse cada vez más en una vida de esclavos.
Karl Müller



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