Los mismos bancos que hasta hace poco clamaban para que los Estados vinieran a su rescate presionan ahora a los gobiernos para que recorten expensas y estabilicen sus cuentas. Los reajustes recaerán en las clases media y baja.
En los últimos días, Europa está viviendo una ola de protestas en oposición a los recortes de presupuesto que planean los gobiernos europeos. En Grecia, Portugal, España, Francia, Bélgica y Finlandia ha habido protestas y huelgas que han paralizado total o parcialmente la economía. Mientras, va ganando adeptos el plan para crear un Fondo Monetario Europeo, destinado a prever y paliar crisis, evitando tener que recurrir al FMI (ver aparte).
Con la llegada de la crisis económica, los gobiernos europeos han aumentado enormemente los gastos públicos, lo cual ha dejado las cuentas de los Estados en rojo. Las medidas estaban destinadas a salvar el sistema financiero, reactivar la economía y proteger a los trabajadores que perdieron sus empleos. Sin embargo, los actuales desequilibrios presupuestarios están haciendo tambalear al euro, el cual ha perdido valor respecto del dólar.
Los mismos bancos e instituciones financieras que hasta hace poco clamaban para que los Estados vinieran a su rescate ahora presionan a los gobiernos para que recorten expensas y estabilicen sus cuentas. A juzgar por las medidas anunciadas por los gobiernos europeos, el grueso de los reajustes recaerá en las clases media y baja. Los empleados del Estado recibirán menos dinero y los trabajadores privados pagarán más impuestos y a cambio recibirán menos servicios públicos.
Grecia es el país de la eurozona que está en la situación más difícil. Con un déficit de 12,7 por ciento del PBI y una deuda de 113 por ciento, Grecia está recibiendo presión masiva de parte de Bruselas y los mercados para que equilibre sus cuentas. Las agencias de rating ya han aumentado el riesgo país, con el consiguiente aumento de intereses, lo cual podría provocar que Grecia entrara en default.
El gobierno del socialista Giorgios Papandreu, bajo estrecha supervisión del FMI, y el comisario europeo de Asuntos Monetarios, Olli Rehn, ya han anunciado tres sucesivos planes de austeridad. Los primeros dos anuncios no habían logrado calmar a los mercados, que seguían dudando de la capacidad de Atenas de pagar a sus deudores.
Durante todo el tiempo que ha durado la crisis griega, la administración de Papandreu ha buscado el apoyo de la UE, particularmente de Alemania, la principal economía de Europa. Sin embargo, el gobierno de la canciller Angela Merkel se negó en todo momento a respaldar económicamente a Grecia en caso de necesidad. La crisis también ha afectado severamente la economía alemana, que en 2009 sufrió una caída en sus exportaciones de 18,4, una de las mayores de su historia. Debido al descontento generalizado en la opinión pública, prestar ayuda económica a Grecia con dinero de contribuyentes alemanes es considerado un suicidio político.
Esta vez, sin embargo, Papandreu amenazó con recurrir al FMI si no recibía el respaldo necesario del resto de los estados miembros. Bruselas quiere evitar por todos los medios que Grecia recurra a un préstamo del FMI, lo cual es visto como una capitulación a Washington que pondría en riesgo la viabilidad del euro.
Pero la situación griega no es la única. Otros países de la UE preparan planes de austeridad similares, lo que ha provocado una ola de huelgas a lo largo de Europa. La semana pasada en Alemania unos 4500 empleados de Lufthansa iniciaron un paro. Por esos días empleados aeroportuarios franceses fueron a la huelga y trabajadores de la petrolera Total continuaron con protestas. En el Reino Unido, empleados de British Airways votaron a favor de una huelga.
Sin embargo, es improbable que los gobiernos renuncien a los planes de austeridad. La economía de la eurozona corre serios riesgos y si un país entra en default, se podría crear un efecto contagio que terminaría en un descalabro generalizado del euro y la economía de la eurozona.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-141699-2010-03-10.html
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