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La mejora de la economía española en el sprint final de 2009 no le alcanzó para salir de la recesión. Todas las grandes economías han salido mal paradas en la peor crisis desde la II Guerra Mundial, pero sólo el PIB español sigue sin crecer año y medio después del derrumbe de los mercados financieros. En el primer adelanto sobre los datos del cuarto trimestre de 2009, el Banco de España informó ayer de que el PIB retrocedió un 0,1% respecto al trimestre anterior (una caída del 3,1% en relación a un año antes).
Los indicios de una recuperación incipiente son todavía débiles
La economía española acumula así siete trimestres en números rojos (según la definición más extendida de recesión basta con enlazar dos trimestres), el periodo destructivo más extenso entre los países avanzados. A falta de que el Instituto Nacional de Estadística corrobore el dato la próxima semana, España queda como la única economía del G-20 (el club de países ricos y emergentes que coordina los esfuerzos contra la crisis) en recesión. Tampoco en la comparación de la OCDE (que integra a una treintena de países industrializados) sale bien parado. Comparte el furgón de cola de la recuperación con Grecia, Islandia y Hungría, países que siguen en recesión aunque no han hecho público aún el dato del cuarto trimestre.
La posibilidad de que España volviera a crecer, como sí hizo Reino Unido en el tramo final de 2009, había dividido en las últimas semanas a los expertos y había devuelto el optimismo al Gobierno, que en boca de su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, llegó a vaticinar en diciembre "una salida inminente" de la recesión. La vicepresidenta económica, Elena Salgado, eludió durante unas semanas pinchar el mensaje político, pese a que el análisis técnico de su departamento, divulgado por el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, apostaba por que la recesión no había acabado aún.
Hace una semana, tras el Consejo de Ministros, Salgado quiso poner la venda antes de la herida y recordó que, durante todo este tiempo, el vaticinio más probable para su departamento era un retroceso del -0,1%. La mala evolución del empleo en los últimos meses de 2009 y una aportación del sector exterior más débil de lo anticipado dieron la razón, otra vez, a los pronósticos más pesimistas.
Porque los indicios de una recuperación incipiente brotan en el análisis del Banco de España, aunque aún no tengan fuerza suficiente para contrarrestar el deterioro de la economía. El organismo supervisor cree que el consumo de los hogares "podría haber mostrado una tasa ligeramente positiva, tras siete trimestres de retrocesos". Y en la inversión en bienes de equipo "se estima un nuevo repunte en el periodo octubre-diciembre".
También aprecia crecimiento "por segundo trimestre consecutivo" en el sector de los servicios de mercado, el más importante de la economía española, insuficiente, de nuevo, para compensar el descenso del valor añadido en el resto de ramas productivas (construcción, industria, y sector agrario).
Pero incluso al evaluar los indicadores más favorables, el Banco de España se anda con tiento. El boletín económico de enero recalca que la gran incidencia en la mejora de "ayudas públicas con impacto transitorio" serán mucho menos contundentes en 2010. Así, el consumo se ha visto impulsado por la subvención directa a la compra de vehículos y la inversión. Y el organismo supervisor achaca el hecho de que la inversión de las empresas haya experimentado "una cierta recuperación" a los proyectos que han podido acogerse "a los planes de estímulo del Gobierno, como la adquisición de material de transporte y la colaboración en obra civil". Estas últimas iniciativas están estrechamente ligadas al fondo público de inversiones municipales, que financiaron obras por 8.000 millones de euros.
También advierte el organismo supervisor sobre la tentación de esperar demasiado de la economía internacional. El Fondo Monetario Internacional acaba de cambiar sus previsiones para anticipar una recuperación más intensa de los países avanzados (de la que España queda también excluida) en 2010. Es un escenario compartido por la OCDE, cuyos indicadores adelantados, difundidos ayer, dibujan el mismo panorama. Pero el Banco de España vuelve a hacer de poli malo. "Con carácter relativamente generalizado, esta mejora de la actividad económica descansó en factores de naturaleza transitoria, como la reposición de existencias, y en los extraordinarios impulsos que han proporcionado las políticas económicas durante la fase recesiva".
Además, la aportación positiva del sector exterior tiende a atenuarse por razones internas. Es cierto que las exportaciones crecieron en el tramo final del año, pero la reactivación del consumo y de la industria -el uso de la capacidad productiva aumenta por primera vez en dos años-, han resucitado las importaciones. Y conforme el crecimiento económico se consolide, el tirón de la demanda interna estrechará aún más ese margen.
Si se confirma el dato del cuarto trimestre, el PIB para el conjunto de 2009 habría caído un 3,6% respecto a 2008. Aquí sí coincide con el pronóstico oficial (con un crecimiento intertrimestral del 0,1% en el cuarto trimestre también habría encajado). "Eso hace que mantengamos nuestras previsiones para el futuro", subrayó el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, quien añadió: "Cada vez estamos más cerca del fondo". El Gobierno da por hecho que el crecimiento reaparecerá en la segunda mitad de 2010 y no descarta que la recesión acabe antes.
La recesión más profunda en medio siglo sólo puede dejar cifras tan elocuentes como la mayor destrucción de empleo (un 6,7% menos que en 2008) en la serie estadística; la primera caída de los precios de consumo (-0,3%) desde 1952; el drástico recorte del déficit exterior (el desplome de las importaciones lo deja en el 4,7% del PIB, frente al 8% de 2008); o un descenso del 25% en la inversión residencial, el termómetro del batacazo inmobiliario.
El Banco de España no deja pasar la ocasión para dar un capotazo al Gobierno. Así, el proyecto de Ley de Economía Sostenible está "en la línea" de las reformas que "es preciso acometer" en los mercados de bienes y servicios. Sus "compromisos de austeridad" están "en la senda" hacia la estabilidad de las finanzas públicas. Y su propuesta de alargar la edad de jubilación "puede contribuir de manera significativa al equilibrio financiero del sistema público de pensiones".
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