Próxima burbuja financiera a estallar: tarjetas de crédito

Recientemente el Presidente USA Barack Obama ha expresado su deseo de controlar los abusos por comisiones y las prácticas penalizadoras excesivas ante la demora en pagos en el uso de las tarjetas de crédito. "Los días en que servía cualquier excusa para elevar las tasas y comisiones por retrasos tienen que terminar" (1)

Igualmente exigía la desaparición de la llamada “letra pequeña” en las condiciones de contratación de este tipo de productos de crédito así con un lenguaje claro y comprensible en las comunicaciones comerciales emitidas por las entidades financieras a sus clientes en relación con sus tarjetas. "No más letra pequeña, no más términos y condiciones confusas. Queremos claridad y transparencia de ahora en adelante", (2), añadió el Presidente Obama.

Los bancos expresaron, por su parte, su preocupación porque el endurecimiento de la legislación para los emisores de las tarjetas de crédito pudiera reducir sus beneficios por comisiones, una de las vías principales de ganancia en este período de crisis capitalista.

Las llamadas tarjetas de crédito abordan esta forma de financiación desde dos tipos de formato del préstamo:

·Lo que comúnmente se conoce como tarjetas de crédito, que carecen de comisiones para su usuario, si se devuelve la cantidad financiada en una operación comercial a finales o primeros del mes siguiente, según se determine en el contrato entre la entidad bancaria y el cliente. En realidad no se trata de una forma de pago a crédito o financiada sino de débito diferido. Pago del dinero que tengo en mi cuenta.

·En el caso en que se opte, en este tipo de tarjetas, por la forma de pago fraccionada, también conocida como pago a plazos estos se hacen mediante el pago de una cuota fija mensual o un porcentaje mínimo del 3-5% mensual sobre el saldo total aplazado. Estas tarjetas suelen tener unos intereses de alrededor de un 1% TAE. Muchos usuarios que utilizan esta modalidad de pago ignoran que dicho 1% no es anual sino mensual, por lo que en realidad están pagando unos intereses anuales elevados de un 12% sobre la cantidad financiada. Puede tenerse o no ese dinero en cuenta en el momento de la compra pero ha de disponerse de él en el momento del cargo a cuenta, si no se quiere cargar con unos intereses de demora realmente caros.

Pero existe otra forma de financiación a través del “dinero de plástico” aún más usuraria: se trata de las llamadas tarjetas “revolving”. Este es un nombre técnico que no se emplea en la comercialización de la tarjeta. Es el crédito puro y duro, con unos intereses TAE que oscilan entre un 12 y un 30% anual, según tarjeta y entidad emisora, mucho más elevado (hasta cuatro veces) que cualquier préstamo personal concedido por un banco. Los emisores, que pueden ser bancos o centros comerciales, aducen como justificación a sus altos intereses el nivel de riesgo que entraña esta forma de crédito. En efecto:

·Como en las tarjetas de crédito convencionales, el cliente puede comprar con ellas incluso si no dispone de dinero en cuenta en ese momento

·En su origen, fueron tarjetas concedidas a un tipo de cliente cuyo acceso al crédito convencional (préstamos, tarjetas de crédito) estaba mucho más cerrado por su escasa capacidad adquisitiva (sectores de rentas bajas o sobreendeudados).

El cliente rara vez conoce los intereses que está pagando realmente y suele “picar” en la adquisición de este tipo de tarjetas y en un uso descontrolado de las mismas porque, al funcionar la amortización del crédito en base cuotas fijas mensuales que, en muchos casos, parecen asumibles dentro de una economía familiar más o menos estable, independientemente de la capacidad de endeudamiento.

Inicialmente las tarjetas “revolving” fueron pensadas para gastos extraordinarios o compras inesperadas (viajes, vuelta de los niños al colegio, compra de electrodomésticos, compras navideñas,...)

Pero veamos cuál ha sido el proceso dinámico de evolución de las tarjetas de pago en la sociedad capitalista actual.

No existe un acuerdo claro sobre el origen de las primeras tarjetas de pago. En 1914 la Western Unión lanza una tarjeta de pago, para algunos autores la primer existente en el mercado En sus comienzos la tarjeta apenas tenía utilidades y su uso se limitaba a determinados hoteles y comercios que disponían de este sistema de pago. Disponer de una era principalmente simbólico, ya que solo se la podían permitir los más ricos. Pero en el mismo año la General Petroleum Corporation of California (que posteriormente se convirtió en Mobil Oil) emitió una tarjeta de crédito destinada a sus empleados y para clientes seleccionados. En 1915, la compañía telegráfica emitió unas tarjetas destinadas a identificar a sus principales clientes y autentificar sus telegramas.

En cualquier caso el surgimiento de la tarjeta de crédito está vinculado al desarrollo de las actividades mercantiles, al auge de la sociedad de consumo y de la contratación en masa, asimismo, como medio destinado a evitar la movilización del dinero en efectivo, y a simplificar las actividades de los consumidores.

Surge como un instrumento cuya presentación permite aplazar obligaciones de pago en determinadas transacciones. La exhibición de la tarjeta acreditará a su titular para disponer de bienes o servicios sin entrega inmediata de dinero en efectivo. Realiza así, en sentido económico, una función similar a la que efectuó desde hace siglos la carta orden de crédito, para la entrega de dinero o de determinados bienes al designado en la misma.

Su empleo desciende durante la crisis de 1929, con la restricción crediticia y el aumento de la morosidad ocasionados por el desplome de la Bolsa de Valores en octubre de ese año (crack del 29). Sin embargo, a partir de 1932 con la nueva era presidencial marcada por Franklin D. Roosevelt –en ese año es elegido Presidente de los EEUU, que imprimiría un nuevo aire de optimismo y prosperidad a la sociedad americana-, se relanzan las tarjetas como un instrumento de promoción de las ventas empresariales. Y en 1936 se inicia su extensión a otro tipo de emisores como las compañías aéreas y las de ferrocarriles.

De nuevo decae su uso, esta vez a causa de la Segunda Guerra Mundial. Las tarjetas llegan casi a desaparecer debido a la enorme limitación del acceso al crédito durante la economía de guerra y como consecuencia de las medidas restrictivas adoptadas por el gobierno de EEUU.

Nos encontramos en el primer peldaño de la etapa evolutiva de la tarjeta de crédito, donde es utilizada únicamente en el mercado estadounidense y prácticamente desconocida fuera de los EEUU. Hasta ese momento tenía un simple carácter bilateral, mediando entre el empresario que vendía bienes o prestaba servicios, el cual facilitaba también la financiación, y el cliente consumidor de los mismos. El cliente abonaba mensualmente el importe de la liquidación o bien satisfacía unas cuotas periódicas preestablecidas. No se le reabría el crédito hasta que acabara de pagar lo debido.

Acabada la Segunda Guerra Mundial, se relanza la utilización de las tarjetas y aparece por primera vez su uso con carácter trilateral. Elpapel del emisor se disocia del suministrador de bienes y servicios, distinto del emisor. Este suministrador entrega los bienes o presta los servicios al titular, cobrando su precio al emisor de la tarjeta. El emisor se convierte en una compañía especializada en la emisión administración de tarjeta de una determinada marca, en principio propia. Entrega al titular la tarjeta abriéndole una cuenta de crédito que salda mensualmente. Estas tarjetas ya cuentan con las características esenciales por las que hoy se las reconoce; según MUGUILLO (3), estamos en la segunda etapa, la "edad adulta" del sistema

La primera empresa emisora especializada de tarjetas fue Diners Club, quien se constituye en 1950, la emite recién en 1951. En 1952 había emitido 20,000 tarjetas y pocos años después, en 1959, había alcanzado un millón de tarjetas.

A partir de ahí y favorecida por las políticas expansivas del capitalismo de masas, derivadas de la reconstrucción de las sociedades de capitalismo avanzado tras la Segunda Guerra Mundial y las políticas postkeynesianas de Bretton Woods y los Planes Marshall, la sociedad de consumo y las tarjetas de pago, ya expandidas en tarjetas de crédito siguen un proceso ascendente imparable que les llevará a un crecimiento exponencial imparable.

Baste decir que sólo en España la sociedad VISA contaba en Marzo de 2006 (4) con más de 40 millones de tarjetas de pago, siendo de su total 21,7 millones de crédito, 17,4 millones de débito y 0,8 millones son tarjetas de empresa

A día de hoy, esta misma sociedad emisoratiene en circulación 1.700 millones de tarjetas de pago (5). Eso sin contar con las que existan en circulación por parte del resto de marcas de tarjetas.

Este proceso imparable de crecimiento de las tarjetas de pago, en sus tres variantes señaladas, se ha expandido por todo el Planeta, incluidos los países de economías emergentes y los países pobres. Ello hasta el punto de que los teóricos de las formas de pago apuntan a la desaparición del dinero en su forma facial (papel moneda). De hecho, cada vez es más raro encontrar en el comercio minorista establecimientos que no acepten otra forma de pago que en cash. Su uso exclusivo ha quedado marginado a operaciones de muy bajo coste en kioskos de prensa, panaderías y tiendas de mercado muy tradicional y ello de modo decreciente.

Los procesos de cambio económico a partir de la crisis capitalista de los años 70 del pasado siglo aceleró vertiginosamente el incremento de las tarjetas de pago. Los procesos llevados a cabo en ese período con la descentralización productiva, el inicio de la voladura del Estado del Bienestar y el descenso real de los salarios, que ha sido imparable en el mundo hasta el día de hoy, han favorecido la expansión de las formas de crédito y préstamo, dentro de las cuáles la tarjeta ha sido un elemento central. El acceso al consumo de las clases trabajadoras y medias se ha mantenido mediante el crédito. La gente ha vivido desde entonces a crédito, de tal modo que el dinero ingresado en nómina a finales de cada mes se iba en sus 2/3 partes al pago de diversos préstamos y créditos que financiaban el consumo.

En ese período el proceso evolutivo en el uso de las tarjetas de crédito fue el siguiente:

·Mantenimiento y crecimiento limitado del mercado de las tarjetas de débito: sin intereses

·Crecimiento exponencial, aunque más limitado en el incremento de su forma de pago aplazado, de las llamadas tarjetas de crédito.

·Acelerado proceso de implantación y expansión de la posesión y uso de las tarjetas “revolving” (las de intereses más elevados), primero para gastos más extraordinarios y de uso más ocasional y posteriormente, según arreciaba la crisis, de uso más cotidiano y para gastos más comunes (alimentos, ropa, otras necesidades básicas,...)

Ello indica ya, antes de la explosión de la crisis de las “subprime” de qué modo el consumo en la sociedad capitalista venía financiado de un modo que indicaba una fuga hacia delante del sistema; fuga en la que el tren, en algún momento, había de descarrilar.

Y llegó la crisis. Lejos de suponer la crisis capitalista actual un freno a las tarjetas, ha estimulado, al menos en la primera etapa de dicha crisis financiera, su auge. La razón es sencilla. Los sectores económicos de rentas limitadas que soportan el pago de una hipoteca dedican la mayor parte del sueldo a pagar esta y la tarjeta de crédito a pagar sus necesidades y consumo básicos. Cerrada, o dificultada enormemente, la vía para los préstamos bancarios de tipo personal, la tarjeta de crédito y específicamente las de tipo “revolving” se han convertido en la forma de financiar el consumo cotidiano. Ello sólo empeora la situación económica de las familias, ya que se multiplican los costes de los  intereses y se pierde la noción del gasto real al pagar con tarjeta cada vez más productos y servicios.

Con el incremento del precio de las hipotecas y el paso de la crisis financiera a la economía productiva, que ha supuesto en términos sociales la destrucción de unos 200 millones más de puestos de trabajo en el mundo, la morosidad en el pago de las cuotas e intereses de las tarjetas se ha disparado de forma enloquecida. Las deudas incobrables en tarjetas en USA alcanzaron el pasado febrero el nivel récord del 8,82%. (6).

Pero el efecto en cascada de la crisis económica debe estar alcanzando niveles insospechados, cuando una de las tarjetas más exclusivas del mercado (alta gama para clientes VIP de altos niveles de renta), American Express, ofreció en febrero de este año 300 dólares a sus clientes morosos para salden sus deudas y cancelen su tarjeta. La oferta, sólo efectiva para los Estados Unidos y para clientes seleccionados, consiste en una tarjeta de prepago con 300 dólares (cerca de 235 euros) de saldo. A cambio de ella, los clientes morosos se comprometen a pagar sus deudas con la tarjeta entre marzo y abril. El índice de morosidad de esta tarjeta había superado para esas fechas el 8%. En su conjunto, el sector de las tarjetas de crédito en Estados Unidos ha visto una merma de más del 70% en sus beneficios, entre otras cosas por el brutal descenso, en la segunda fase de la crisis (desde diciembre de 2008 hasta ahora) del consumo efectuado con ellas (7)

En España, El Banco de España contabiliza la morosidad en créditos al consumo. Una parte, que no está especificada, corresponde a tarjetas. En 2008, último dato disponible, entraron en mora créditos al consumo por un volumen de 4.464 millones, alcanzando el 5,16% del crédito concedido. Esto supone más del doble que un año antes, y contrasta con una morosidad del 3,29% en el conjunto del sistema.

Sobre esta base, fuentes de un banco español aventuran que la morosidad de las tarjetas puede haber superado ya el nivel del 7%. Sin embargo, otras fuentes apuntan a que la eclosión es mucho más pronunciada en los productos “revolving”, donde se manejan ratios de entre el 25% y el 30%. Según Equifax, la única firma que ofrece datos globales del sector, la morosidad de las tarjetas creció en febrero un 77% en tasa interanual.

Algunos afectados son entidades que en los últimos años fueron muy activas en la venta de tarjetas de crédito, como Citi, MBNA o Barclaycard. Por ejemplo, Barclays, tercer banco británico, tuvo que apuntarse provisiones de 66 millones de libras (71 millones de euros) por los impagos en esta actividad en España (8)

Todo lo anterior explica que las entidades bancarias se estén volcando ahora en el esfuerzo del recobro de impagados en tarjetas de crédito, multiplicándose las ejecuciones por embargo, y se esté limitando radicalmente la “colocación” de tarjetas de crédito y “revolving” en el mercado.

Este panorama explica que, a nivel mundial, los bancos  ya no estén dispuestos a correr más riegos y hayan puesto en marcha una serie de medidas para evitar el impago de las deudas mensuales.  Entre las medidas más polémicas está un importante aumento en las comisiones por tarjeta, y un límite en el crédito máximo disponible; esto último según países, USA entre ellos.

La analista de banca Meredith Whitney, que precipitó el desplome del gigante estadounidense Citi y la salida de su anterior presidente Charles Prince a finales de 2007, ha vuelto a la carga. En esta ocasión ha puesto su foco en el negocio de las tarjetas de crédito en Estados Unidos. En su opinión será la próxima burbuja que estalle.

En un país en plena recesión económica y aumento del desempleo, los emisores estadounidenses tienen un gigantesco riesgo en este negocio en una dimensión de cinco billones de dólares (3,7 billones de euros) en líneas de crédito pendiente de pago con tarjetas. Según esta analista, las entidades se verán obligadas a reducir este riesgo en dos billones de dólares este año y 2,7 billones el próximo ejercicio.

«Los emisores de tarjetas de crédito están en la actualidad en un juego de patata caliente, en el que ninguno quiere ser el último en mantener abierto el crédito con tarjeta a un individuo o a una empresa», indica Whitney. Además de su gran exposición a este negocio, las entidades afrontan el problema del galopante crecimiento de los impagos. Según un índice que elabora la agencia de calificación crediticia Moody’s, las deudas incobrables en tarjetas alcanzaron el pasado febrero el nivel récord del 8,82%. Esta firma pronostica que esta tasa llegará a cotas de dos dígitos a finales de año si el desempleo sigue creciendo con fuerza (9)

Tenemos pues una combinación demoledora para el sistema capitalista: crisis del sistema financiero de los grandes especuladores + crisis de la economía productiva +crisis de consumo + crisis financiera de las economías domésticas (tarjetas)= efecto rebote sobre el sistema financiero capitalista = ¿derribo?

(1)Newsletter “Cinco Días”

(2)Idem

(3)MUGUILLO, Roberto A.; Tarjeta de Crédito. 2ª edición. Buenos Aires. Ed. Astrea. 1994.

(4)Nota de prensa de VISAEurope. 7 de Marzo de 2006

(5)“Cinco días”. 26-4-2009

(6)“Expansión”. Las tarjetas pierden crédito. 15-4-2009

(7)blogcreditos.com. American Express paga 300 dólares para deshacerse de clientes morosos. 27-02-2009

(8)“Expansión”. Las tarjetas pierden crédito. 15-4-2009

“Expansión”. Las tarjetas pierden crédito. 15-4-2009

http://asaltarloscielos.blogspot.es

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