Por Mirko Lauer
A pesar de que la agenda de la quinta Cumbre de las Américas está dedicada exclusivamente a asuntos de cooperación entre los EEUU y el resto de los países asistentes, será inevitable que el tema de Cuba encuentre un lugar. Para una media docena de países bolivarianos, la normalización Washington-La Habana es algo importante.
Barack Obama ha dado a entender que no piensa poner su política cubana sobre el tapete, pero a la vez ha dicho en privado que no se correrá del tema si este es mencionado en la cumbre. En esta etapa la cosa sería esencialmente política migratoria, remesas a la isla y, en otro nivel de dificultad, el embargo comercial.
El gobierno cubano ha dado a entender que no tiene muchas esperanzas con Obama. Pero al mismo tiempo La Habana no quisiera que el estilo petardista de Hugo Chávez le vaya a cerrar puertas que ni siquiera han sido entreabiertas. Menos cuando hay una reunión de la OEA en junio convenida para volver a examinar el tema de Cuba.
AFP y ANSA informan que en esa línea Raúl Castro habría pedido que sea Lula da Silva quien ejerza una vocería oficiosa de Cuba, de presentarse la ocasión, y que la cancillería brasileña habría aceptado el encargo. Lula viene pidiendo el fin del embargo desde hace varias cumbres, y es visto por La Habana como moderado, eficaz y de más peso que Chávez.
Toda esta actividad nace de la percepción de que son posibles algunos gestos positivos de Washington, pero que Cuba no ganaría nada apareciendo como parte de la comparsa bolivariana de Caracas. Menos ganaría todavía apareciendo como un simple instrumento para los designios de liderazgo latinoamericano de Caracas.
La necesidad de una nueva política de EEUU frente a Cuba fue planteada por algunos influyentes demócratas y analistas de EEUU en la primera hora de la victoria de Obama. Pero luego se vio que seguían pesando las mismas consideraciones de toda la vida, comenzando por la influencia de la comunidad cubana de Florida en la política estadounidense.
La agenda propiamente dicha de la reunión en Trinidad y Tobago no es desdeñable: crisis, seguridad, inmigración y drogas. Algunos temas se traslapan, pero el conjunto toca a virtualmente todos los países del continente. No se ve bien cómo el tema cubano sería la piedra de toque de este paquete de urgentes cuestiones.
Hoy América Latina tiene relaciones diplomáticas con Cuba y votos más que suficientes para hacerla reingresar a la OEA, si ella quisiera. Pero a la vez los estatutos de la OEA no toleran a un Estado con las características del cubano. Este es una suerte de doble estándar que Washington no dejará de hacer notar cuando llegue la hora.
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