Objetivo Venezuela


La estrategia de guerra psicológica puesta en marcha a través de periodistas mercenarios, dedicada a fabricar una imagen de caos, desesperación, violencia generalizada, desabastecimiento de productos básicos y represión gubernamental contra ¨pacíficos¨ opositores, es clave para justificar posteriores movimientos, por eso la función cómplice que cumplen esos medios de manipulación masiva es particularmente despreciable.

Durante el gobierno de Allende en Chile se utilizó el mismo modus operandi, la patronal empezó organizando huelgas prolongadas como la de los camioneros con el fin de obstruir el transporte de alimentos, se generalizó el ocultamiento de mercancías y productos básicos en almacenes para generar desabastecimiento, especulación de precios y mercado negro, boicoteando al gobierno y sembrando un estado de malestar en el pueblo paralizando la economía. Esto se acompañó por una campaña de propaganda capitaneada por los medios de comunicación privados, periódicos y radios, varios de ellos creados expresamente por la CIA norteamericana, y el resto financiados, utilizando sobornos a periodistas e infiltrando agentes para que extendieran rumores, mentiras y discursos alarmistas que provocaran el miedo y la confusión en la población, erosionando el apoyo al gobierno.

EEUU inició un bloqueo económico contra el país, cancelando préstamos y envíos de repuestos a fábricas, el presidente Nixon dijo: ¨hay que hacer gritar a la economía chilena, no se permitirá que ni una tuerca o tornillo llegue a Chile mientras Allende sea presidente¨. Estas prácticas fueron complementadas con la organización masiva de actos de sabotaje y de terrorismo. René Schneider, comandante en jefe del ejército chileno, fue tiroteado en una emboscada, para culpar a la izquierda crearon una falsa organización llamada Brigada Obrero Campesina, formada por terroristas de extrema derecha reclutados por la CIA. La intención era provocar la intervención del ejército para evitar la consolidación del nuevo gobierno democrático. Posteriormente fue asesinado por un francotirador el capitán y asistente de campo de Allende, Arturo Araya. Se destruyeron centenares de camiones, coches, ambulancias, autobuses, se volaron torres eléctricas, vías férreas, se incendiaron empresas públicas, locales de organizaciones de izquierda y del partido del gobierno, casas particulares de miembros de organizaciones populares y canales de tv, se generalizaron los cortes de electricidad y agua mediante sabotajes, la destrucción de puentes y túneles, obstrucción de carreteras etc.

En el último balance sobre acciones terroristas antes del fatídico golpe de Estado, el gobierno denunció la realización de 1.500 atentados, una media de 24 al día, dos decenas de muertos y un centenar de heridos, todo ello sólo entre el 23 de Julio y el 5 de Septiembre del año 1973. Pero todo este plan ya había sido diseñado antes de que Allende llegara al poder. La infiltración de agentes de inteligencia en los partidos, organizaciones populares y las fuerzas de seguridad, fue previa, recabando información, robando documentos, haciendo listados de objetivos, ¨comprando¨a dirigentes, y fomentando la división y desconfianza entre facciones de las distintas organizaciones populares, a través de la propagación de rumores. Aparte de la financiación de periódicos y radios dedicados a la propaganda anticomunista, la CIA creó también fundaciones como el American Institute for Free Labor Development, encargadas de influenciar y formar nuevos dirigentes en la ideología neo liberal y dóciles a sus intereses.

En Jamaica durante las elecciones generales de 1980, se produjeron más de 800 asesinatos, buena parte de ellos cometidos por paramilitares entrenados y financiados por la CIA, reclutados entre las bandas locales de traficantes como la famosa ¨Shower Posse¨, que llevarían finalmente al gobierno anti imperialista de Manley a la derrota, poniendo fin al proyecto de recuperación nacional de las minas de bauxita, controladas por multinacionales del aluminio norteamericanas y canadienses.

En Granada, la guerra psicológica se centraría en intentar destruir el sector turístico de la isla, mediante la difusión de rumores alarmistas sobre el ¨caos¨, la ¨violencia¨ y la ¨inseguridad¨ que se vivía en el país, el gobierno de Estados Unidos presionaría a las agencias de viajes para que cancelaran sus ofertas a la isla, esto se acompañaría de atentados terroristas contra las fuerzas de seguridad, incendios provocados y el intento de liquidar a la plana mayor del gobierno revolucionario mediante una bomba de relojería durante un mitin, que provocó las muerte de 3 civiles, entre ellos una niña, y varias decenas de mutilados. A todo lo anterior se sumaría el sabotaje eléctrico por parte de compañías británicas, provocando constantes apagones, la infiltración de agentes por medio de fundaciones privadas, ¨Institutos culturales¨ y ONGs, y el intento de sembrar la división entre la dirigencia mediante la diseminación de falsos rumores que provocaran el enfrentamiento interno entre facciones, cosa que acabarían logrando, hasta allanar el camino para justificar una intervención extranjera, con la excusa de proteger a ciudadanos norteamericanos que se encontraban en la isla, intervención que finalmente tuvo lugar con la invasión de 7.000 soldados norteamericanos.

Ahora veamos el paralelismo que se está produciendo en Venezuela. Durante la última oleada de manifestaciones de 2014 organizadas por la oposición, más conocidas como¨guarimbas¨, se produjeron casi medio centenar de muertos, el primero de ellos fue Juancho Montoya, conocido líder de colectivos de izquierda revolucionaria, que fue alcanzado por un disparo certero de francotirador, del resto de ese medio centenar de fallecidos, casi la mitad eran simpatizantes del gobierno y policías que fueron tiroteados por francotiradores, muchas de las muertes se produjeron por emboscadas, tras el corte de calles con barricadas para atraer a la policía, individuos armados les esperaban ocultos en los edificios circundantes, estas emboscadas también han sido dirigidas contra vecinos desarmados de los barrios, que intentaban limpiar las barricadas de las calles. Durante estas protestas se ha generalizado la colocación de alambres de púas en las calles para degollar motoristas, ataques e incendios con molotov de empresas estatales y comunales, incendios de universidades públicas, autobuses y centros médicos públicos, cortes de cables de suministro de luz, incendios de vehículos de distribución de alimentos estatales, ataques a sedes el PSUV y de colectivos afines al gobierno, incendios de cooperativas, ataques armados a comisarías, asaltos para el robo de armas, etc…

Pero esto no es algo nuevo, desde el fallido golpe de Estado contra Chávez en 2002, frenado por la lucha popular en las calles, varios centenares de dirigentes populares y sindicalistas han sido asesinados por sicarios, y se han provocado multitud de sabotajes y atentados, como el asesinato del fiscal Danilo Anderson, que investigaba los crímenes y asesinatos cometidos durante el golpe de Estado, muerto en 2004 por la detonación de un explosivo plástico C-4, alojado debajo del asiento de su vehículo y activado con un teléfono celular, la explosión en 2012 de la refinería de Amuay, la mayor del país, perteneciente a la empresa estatal Petróleos de Venezuela, que provocó 55 muertos, o el frustrado intento de asesinato en 2013 contra Eduardo Samán, director de Indepabis, instituto encargado de la lucha contra la especulación, que ha llevado a cabo numerosas operaciones de inspección y cierre de empresas por delitos de sobreprecios y ocultación de productos. En esta ocasión, 3 sicarios disfrazados de policías le tendieron una emboscada que fue repelida por la escolta, abatiendo a los asaltantes tras un tiroteo. Durante 2014 fueron asesinados el diputado del PSUV Robert Serra, apuñalado junto a su novia en su domicilio, Eliezer Otaiza, concejal del PSUV y ex director de los servicios de Inteligencia, que fue secuestrado, asesinado a tiros y arrojado después en un basurero, y dos escoltas del presidente Maduro, uno en su propia casa y otro tiroteado desde un coche en marcha.

En 2015, entre otros, fueron asesinados el sindicalista Julián Javier García, del Sindicato Bolivariano Socialista de Trabajadores de la Construcción de Falcón, el presidente del Sindicato Revolucionario de la Construcción de UNETE (Unión Nacional de Trabajadores), Ramón Jiménez, que había sustituido al anterior presidente del sindicato, asesinado también 4 años atrás. Además durante todo ese año, fueron asesinados decenas de escoltas de miembros del gobierno: entre ellos, dos escoltas del diputado Freddy Bernal, un escolta de la alcaldesa de Higuerote, Liliana Hernández, un escolta del gobernador Franciso Rangel, y otro del secretario de su gobernación, el escolta del comandante general de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), Néstor Reverol, un escolta de la ministra Carmen Melendez, un escolta del alcalde de Guarenas, Rodolfo Sanz, y el escolta de la diputada Blanca Eekhout.

En lo que llevamos de 2016 fueron asesinados otros dos escoltas del diputado Freddy Bernal, un escolta del gobierno del Distrito Capital, el periodista Ricardo Durán, que investigaba las implicaciones en los sabotajes del sistema eléctrico, y que fue uno de los pocos periodistas que se mantuvo firme durante el golpe de Estado de 2002, denunciando desde la calle lo que estaba pasando, ante el bloqueo, manipulación y apagón informativo de la mayoría de los medios privados, el asesinato del alcalde socialista Marco Tulio Carrillo, asesinato del diputado César Vera, asesinato de Fritz Saint Louis, Coordinador Internacional del Movimiento Unido Socialista Haitiano por el ALBA, y Secretario General de la Casa Cultural Haitiana Bolivariana de Venezuela, asesinato del escolta del vicecanciller Reinaldo Bolívar, y la ejecución del ex comandante de la Milicia Nacional Bolivariana, Félix Velásquez, en cuya muerte se ha denunciado la implicación de policías corruptos controlados por la oposición derechista que gobierna en Chacao, estrechamente ligados con la embajada de Estados Unidos, que les facilitaba cursos de adiestramiento, y que se encuentran actualmente detenidos.

Al igual que hicieran en Chile, esto ha sido acompañado de la guerra económica del sector privado, que sigue ocultando sistemáticamente productos básicos, especulando con los precios y generando un desabastecimiento programado para excitar el descontento popular, que esta siendo paliado por las empresas estatales y comunales y por la acción de las fuerzas de seguridad, que no paran de desmantelar almacenes con mercancías acaparadas, con casos significativos como el de la empresa de distribución Herrera C.A, a la que se le incautaron mas de mil toneladas de alimentos y productos de higiene personal ocultos en almacenes, y cuyos directivos han sido encarcelados.

Como vemos, el escenario venezolano es un calco del chileno, la burguesía nunca ha aceptado ni aceptará por las buenas ningún proceso democrático que le haga perder su estatus.

En su momento, Allende fue advertido en multitud de ocasiones sobre lo que iba a suceder si no tomaba medidas contundentes para frenar el terrorismo de la derecha, como ejemplo de estas advertencias está la ¨carta de los cordones industriales¨(1) en la que, ante la inminencia del golpe de Estado, se le solicitaba fortalecer y apoyarse en el poder popular y permitir la creación de milicias populares de autodefensa, en vez de intentar conciliarse con los sectores golpistas, aceptando medidas que debilitaban el proceso revolucionario, como la paralización de las nacionalizaciones y la devolución a propietarios golpistas de fábricas que habían sido tomadas y autogestionadas por los trabajadores, desgraciadamente esos reclamos no fueron escuchados y las muestras de debilidad y negligencia de Allende fueron interpretadas por la derecha como una señal de luz verde para rematar su plan, el final ya es por todos conocido…

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