ESPAÑA: 'Al final nos va a tocar emigrar'

| elmundo.es

Mi marido y yo nos hemos planteado muchas veces irnos a Suiza o a Alemania; lo que pasa es que cuesta, sobre todo, con un niño pequeño".

Teresa Barbero es de las pocas personas que sonríe en la cola del Inem. Caras largas, miradas hacia abajo, bocas cerradas... casi nadie quiere hablar y relatar su drama diario, su amarga desesperación, su lenta espera sin una mísera llamada de teléfono.

Pero si esta teleoperadora tuviese que tirar del refranero popular se agarraría a aquel que reza que a mal tiempo buena cara. Como muchas otras mujeres, decidió sacrificar su vida laboral cuando tuvo su primer hijo y abandonó voluntariamente su empresa para cuidar del bebé.

Lo que no se imaginaba era la que se venía encima. Nunca pensó que aquella decisión le fuese a costar tan cara. Cuando quiso reengancharse, ya era tarde y le pilló el vendaval de la crisis. A su marido también se lo llevó por delante la recesión y cayó víctima de un ERE en su empresa de instalación de aire acondicionado.

"Llevo 18 meses sin trabajar. En 30 días se me acaba el paro y no encuentro nada. La cosa está muy mal. Tengo un enano y mi pareja también está en paro. Tenemos una hipoteca alta y estamos ajustaditos, ajustaditos", relata esta madrileña de 32 años, en la oficina del Inem del barrio de Moratalaz.

Recorte de salarios y de derechos

Teresa cree que con la crisis los ricos se están volviendo más ricos y los pobres, más pobres y lamenta que la recesión esté siendo la coartada perfecta de las empresas para recortar los salarios y los derechos laborales: "Les pido al Gobierno y a los empresarios que se pongan las pilas porque se va a hundir el país. Si el pueblo no trabaja, el país se va para abajo porque somos los que lo levantamos".

Quizás lo peor de todo sea la absoluta falta de horizontes, el muro con el que se topa cada vez que quiere levantarse. "Ahora, no te contratan. El trabajo que antes hacían 40, lo hacen 13 y pagándote 1.000 euros. Para eso están los ERE. Aquí no tienes posibilidades de salir adelante, no te dejan. Nos han puesto un freno delante y no te dejan avanzar".

En la cola del Inem, las frases de los parados se repiten. Es una lenta y silenciosa letanía de quejas, que nadie atiende ni escucha. "Se pasa mucho apuro. Realmente te deprimes. No se está a gusto en casa sin trabajar. Se pasa muy mal porque nadie te llama y te agobias", insiste Teresa.

Y aún tiene un recuerdo para los que lo están pasando peor que ella: "Ves gente mayor. A partir de los 45 o 50 años no les cogen, es que ni les miran. ¡No me miran a mí que tengo 32!", se queja con amargura.

Por desgracia, como muchos de los 4.048.493 de parados españoles, Teresa no pide que le toque la lotería ni unas vacaciones en las islas Maldivas, sino tan sólo "un trabajo de lo que sea para poder llegar a fin de mes y comer todos los días".





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